La gran crisis de las pensiones privadas

«La crisis privada tiene una gran repercusión pública: economistas de amplio espectro detectan una relación entre el hundimiento de los fondos privados que manejan en los mercados mundiales 12,7 billones de euros, el equivalente a 12 veces el PIB de España y el 27% del PIB mundial y la renovada presión de los mercados en favor de recortes en los sistemas públicos de pensiones. La conexión entre los fondos privados y los recortes públicos viene de lejos.»

La conexión entre los fondos rivados y los recortes públicos viene de lejos. A mediados de la década de 1990 ya proliferaron los estudios que auguraban la quiebra de los sistemas públicos de pensiones y exigían recortes inmediatos o privatizar las pensiones. Entre 1995 y 2000, coincidiendo con esta primera concatenación de informes, los fondos privados vivieron un auge excepcional: pasaron de gestionar 4,9 billones de euros a 11,5 billones en sólo cinco años. Pese a los errores, las instituciones insisten periódicamente con nuevos informes equivalentes. En cambio, la amenaza de quiebra sí planea sobre los fondos privados de capitalización, que, al estar mayoritariamente vinculados a la evolución de la bolsa, se han hundido como consecuencia del colapso financiero de 2008. (PÚBLICO) EL PAÍS.- La crisis actual puede ser ese momento de oportunidad que estaba necesitando el modelo productivo español para fortalecer su vertiente competitiva y exportadora. Es una oportunidad nacida de la necesidad; pero esto no es malo, porque la necesidad acostumbra a ser buen estímulo para el cambio. Pero en nuestro caso ese cambio está lastrado por un capitalismo amamantado desde los presupuestos públicos que, como una rémora, succiona recursos y retrasa el avance. Hablo, por un lado, de un segmento empresarial de pocas (no más de seis) pero muy influyentes grandes empresas constructoras que viven de la obra pública, y por otro, de un capitalismo rentista que vive de las "primas" y de la especulación con las concesiones, y cuyo ejemplo más conmovedor es el bienintencionado y manirroto modelo español de subvención a las energías renovables. Este capitalismo, amamantado además en el momento en que todo el mundo ha de apretarse el cinturón, se ha vuelto "pedigüeño". Pensiones. Público La gran crisis de las pensiones (privadas) Pere Rusiñol La crisis de las pensiones ha dejado de ser una hipótesis discutible para dentro de 25 años y se ha convertido en una dolorosa y empírica realidad. Pero no para el sistema público, que en España sigue con holgado superávit, sino para los fondos privados, que se hundieron en todo el mundo con el crash y que ahora luchan por mantener las prestaciones prometidas o incluso por evitar el colapso. La crisis privada tiene una gran repercusión pública: economistas de amplio espectro desde la crítica Miren Etxezarreta, catedrática emérita de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), hasta el liberal Alejandro Inurrieta, profesor del Instituto de Estudios Bursátiles detectan una relación entre el hundimiento de los fondos privados que manejan en los mercados mundiales 12,7 billones de euros, el equivalente a 12 veces el PIB de España y el 27% del PIB mundial y la renovada presión de los mercados en favor de recortes en los sistemas públicos de pensiones. La conexión entre los fondos privados y los recortes públicos viene de lejos. A mediados de la década de 1990 ya proliferaron los estudios que auguraban la quiebra de los sistemas públicos de pensiones y exigían recortes inmediatos o privatizar las pensiones. Los lanzaron simultánemente instituciones internacionales, como el Banco Mundial (1994), y los servicios de estudios de las entidades financieras, las principales interesadas en el desarrollo de los fondos privados. En todos los casos se advertía de que el envejecimiento de la población llevaría a la quiebra del sistema público. En consecuencia, se aconsejaba pasar de un sistema de reparto, en el que todos los trabajadores están obligados a cotizar para pagar las pensiones de los jubilados actuales, a otro de capitalización, en el que cada cual ahorra para su propia pensión futura a través de una entidad bancaria. El boom’ de los 90 Entre 1995 y 2000, coincidiendo con esta primera concatenación de informes, los fondos privados vivieron un auge excepcional: pasaron de gestionar 4,9 billones de euros a 11,5 billones en sólo cinco años. En España, donde la catarata de estudios partió del Círculo de Empresarios y tuvo aportaciones de los servicios de estudios de las principales instituciones financieras, pasaron en el mismo periodo de 13.000 a 38.000 millones de euros. Entonces, el horizonte de quiebra solía situarse ya en el año 2000, pero el derrumbe no llegó. Al contrario: desde entonces todos los ejercicios de la Seguridad Social se han cerrado con superávit. Pese a los errores, las instituciones insisten periódicamente con nuevos informes equivalentes. El Círculo de Empresarios, por ejemplo, lanzó el último en junio de 2009, sin mencionar que en 1996 pronosticaba que el sistema público español acumularía hoy un déficit equivalente al 10,74% del PIB cuando en realidad hay una hucha de ahorro que equivale al 6% del PIB. En cambio, la amenaza de quiebra sí planea sobre los fondos privados de capitalización, que, al estar mayoritariamente vinculados a la evolución de la bolsa, se han hundido como consecuencia del colapso financiero de 2008. "La crisis financiera ha mostrado el punto débil de los fondos privados. Y muchos gobiernos que habían pensado en una privatización parcial se lo han pensado mejor", apunta Vicenç Navarro, catedrático de la Universitat Pompeu Fabra (UPF). Los nuevos nichos de negocio previstos se han cerrado justo cuando eran más necesarios para el sector. Las cifras son demoledoras: en 2008, los fondos privados en el mundo perdieron el 18,3% de su valor, según Inverco, patronal de la inversión colectiva en España. Y la caída fue generalizada: del 37% en Reino Unido, que sigue por debajo del nivel de 2000, el 27% en Canadá, el 20% en EEUU, el 9% en España… En EEUU, que reúne fondos privados cuyo patrimonio supera los siete billones, más de la mitad de los activos mundiales, la crisis ya ha estallado. De forma virulenta y con presencia en los principales medios de comunicación. Illinois es el Estado más amenazado. Su agujero es tan grande que, según cálculos del economista Joshua Rauh, incluso en el caso de que sus fondos privados lograran retornos del 8% anual una cifra que hoy parece quimérica sólo podría aguantar como mucho hasta 2018. CalSTRS, el fondo de los profesores de California y séptimo del mundo, tiene un agujero de 43.000 millones. Y, según Rauh, hay un mínimo de 31 Estados en EEUU amenazados de quedarse pronto sin dinero para pagar las pensiones prometidas por su sistema privado de capitalización. Sólo el 25% cotiza "Vamos hacia una crisis de proporciones monumentales", ha advertido el economista, que ha calculado que un rescate público para salvar los fondos de pensiones amenazados exigiría al menos un billón de dólares.Rauh estima que en el sistema estadounidense sólo el 25% de los trabajadores cotizan en la Seguridad Social. El resto opta por capitalizar de forma privada su ahorro. En Europa, la situación no es mucho mejor. El año pasado, al calor de la mejora financiera, se recuperó parte del valor perdido. Pero se multiplican los indicios de que la crisis es muy de fondo. Un informe de la OCDE del pasado julio, Pension Market in Focus, mostraba "preocupación" por "los resultados a largo plazo" de estos fondos. Y advertía de que deberían lidiar con "nuevos retos", más allá de la crisis: "la retirada de la generación del baby-boom, incertidumbre sobre la fortaleza de la recuperación, la debilidad del mercado de bonos y posibles cambios en la regulación de los mercados financieros". Los últimos datos en España son también significativos porque el negocio, tras recuperarse en parte en 2009, vuelve a caer en 2010: según Inverco, en el primer trimestre se evaporaron 2.696 millones de euros de los fondos Y Holanda, una de las potencias europeas del sector, lanzó un SOS la semana pasada: los cinco principales fondos del país incluido ABP, que con un patrimonio de 229.000 millones es el tercero del mundo anunciaron que se ven obligados a recortar las pensiones prometidas a sus jubilados. El informe de la OCDE se publicó en julio, coincidiendo con el lanzamiento por parte de la Unión Europea de su enésima exigencia para que los Estados miembros aplacen la edad de jubilación, ahora en forma de Libro Verde. "El escenario que se promueve es el anglosajón, donde se fueron reduciendo las pensiones públicas para hacer inevitable el complemento privado", subraya Etxezarreta. "La crisis de los fondos privados es tan fuerte que sus lobbies presionan ahora muchísimo", recalca Inurrieta. Sistemas mixtos Descartada a corto plazo la sustitución de un sistema de reparto por uno de capitalización como reclamaban los papers de los años 90, la industria presiona para avanzar al menos hacia este sistema mixto que apunta Etxezarreta. Lo deja claro el reciente informe de la patronal española, Inverco, El impacto de la crisis económica y financiera en la inversión colectiva y en el ahorro-previsión, elaborado por Analistas Financieros Internacionales. El informe pide que los trabajadores tengan la opción "de llevarse una parte prefijada de las cotizaciones pagadas al sistema público a un esquema obligatorio de pensiones privadas de capitalización". Y deja muy claro y de forma reiterada que el sector no crecerá mientras el sistema público siga siendo tan bueno: "El que las pensiones públicas sustituyan en porcentajes muy elevados a los salarios previos a la jubilación implica que hay poco margen para la expansión de las pensiones privadas", lamentan sus autores. PÚBLICO. 19-9-2010 Opinión. El País Capitalismo amamantado y pedigüeño Antón Costas La crisis actual puede ser ese momento de oportunidad que estaba necesitando el modelo productivo español para fortalecer su vertiente competitiva y exportadora. Es una oportunidad nacida de la necesidad; pero esto no es malo, porque la necesidad acostumbra a ser buen estímulo para el cambio. La necesidad dice que o somos cada vez más capaces de vender nuestros productos en los mercados exteriores -y también en el mercado interior, sustituyendo productos importados- o el crecimiento será lento y el paro muy prolongado. No hay alternativa, porque el consumo doméstico de las familias, las empresas y el Estado será débil durante un tiempo por la necesidad de desendeudarse. ¿Es posible? Otros países lo lograron. Es el caso de Finlandia, que "aprovechó" la crisis económica de primeros de los noventa para transformar una economía tradicional, basada en recursos naturales y centrada en el mercado interno socialista, en una economía dirigida al exterior, tecnológicamente avanzada -con Nokia como punta de lanza-, acompañada de unas políticas orientadas a la igualdad, a la formación y al conocimiento científico y tecnológico. Pero en nuestro caso ese cambio está lastrado por un capitalismo amamantado desde los presupuestos públicos que, como una rémora, succiona recursos y retrasa el avance. Hablo, por un lado, de un segmento empresarial de pocas (no más de seis) pero muy influyentes grandes empresas constructoras que viven de la obra pública, y por otro, de un capitalismo rentista que vive de las "primas" y de la especulación con las concesiones, y cuyo ejemplo más conmovedor es el bienintencionado y manirroto modelo español de subvención a las energías renovables. Este capitalismo, amamantado además en el momento en que todo el mundo ha de apretarse el cinturón, se ha vuelto "pedigüeño". Leímos esta expresión en agosto a raíz del encuentro de esa media docena de grandes empresas constructoras y concesionarias de servicios públicos con el presidente del Gobierno en La Moncloa, reunión suspendida al hacerse pública. Sorprende esa aparente proximidad y simpatía del Gobierno con este segmento del capitalismo español y, por el contrario, la lejanía, a pesar de sus declaraciones retóricas, de las necesidades del capitalismo competitivo. Vean dos noticias sacadas de este mismo diario esta semana. El domingo informaba de que el Gobierno planea un recorte del 10% para Ciencia e Innovación en 2011, después del 15% recortado en 2010, el mayor de todos los ministerios. La noticia venía acompañada del comentario de la ministra Cristina Garmendia: "O se apuesta por la I+D, o estamos abocados a ser un país de segunda". El miércoles, otra noticia informaba de que el Ministerio de Fomento pretende movilizar 7.512 millones de euros para impulsar el ferrocarril (el monto total del presupuesto de Ciencia e Innovación es de 5.400 millones). En las actuales circunstancias, la influencia de ese capitalismo de presupuesto público es un lastre para el avance hacia una economía competitiva y exportadora que necesitamos. Por cuatro motivos: Primero, porque la gran obra pública en España ha entrando en una fase de productividad decreciente, cuando no de despilfarro. Sucede que aún se beneficia de lo que Germà Bel, compañero en la Universidad de Barcelona y excelente experto en estos temas, ha llamado la "creencia religiosa en la bondad per se de las infraestructuras". El relativo retraso que teníamos en el momento de la entrada en la CEE, junto con el maná de los fondos estructurales, hizo de la construcción de infraestructuras no solo algo necesario, sino deseable en sí mismo. Pero, ahora, construir por construir puede que convenga a las grandes constructoras, pero no al interés general. Hemos de preguntarnos por su necesidad, su eficacia, por cómo se pagará y ante todo por su coste de oportunidad, es decir, aquello que dejamos de hacer (escuelas, I+D, formación de los parados, etcétera) para seguir haciendo aeropuertos, autovías o AVE. Y cuando nos hacemos estas preguntas, las respuestas asustan. Segundo, la política energética, y en particular el modelo de primas a las renovables, no tiene pies ni cabeza. No es fácil hacerlo tan mal. Cuesta imaginar una política energética más desquiciada, cara, ineficiente e insostenible. Un resultado así solo se consigue combinando intereses privados con buenas intenciones públicas. Pero, ya se sabe, el infierno está empedrado de buenas intenciones. Tercero, es un capitalismo que ha llegado a una fase propensa a la corrupción y al fraude. Solo hay que leer la prensa y los informes oficiales para comprobarlo. Cuarto, y para mí más importante, porque es como colesterol malo para el espíritu del buen capitalismo competitivo que necesitamos, lo deslegitima socialmente, al basar la rentabilidad de los negocios en las "primas" y la especulación con las concesiones, y no en el beneficio que surge del esfuerzo y del riesgo empresarial. La crisis es una oportunidad para el cambio. Para lograrlo necesitamos moderar el apetito y el acceso a la ubre de los presupuestos públicos. Que todos se ganen la vida en sana competencia, apretándose el cinturón y gestionando bien. Y produciendo cosas de calidad a buen precio, y que la gente, sean propios o extraños, esté dispuesta a comprar. Para ello se precisan dos cosas: compartir un proyecto de país basado en una economía competitiva y exportadora, y tener una política de Estado capaz de coordinar todas las capacidades públicas y privadas y, a la vez, orientar todos los recursos disponibles, comenzando por los presupuestarios, hacia ese objetivo de cambio. Sería una noticia excelente que los presupuestos de 2011 reflejasen esa prioridad. *********************************** Editorial. Generación castigada Sin trabajo, sin ingresos, sin casa propia y sin proyecto de vida independiente. Esa es la frustrante realidad que castiga a una gran parte de los jóvenes españoles y que a partir de hoy retrata EL PAÍS con una serie de reportajes y debates. La tasa de paro entre los menores de 25 años es del 42%, el doble de la media nacional y la más alta de Europa. A principios de semana, en una reunión de la Organización Internacional del Trabajo y el Fondo Monetario Internacional celebrada en Oslo, el director de este último organismo, Dominique Strauss-Khan, alertó sobre un problema dramático y urgente: el paro juvenil, de enormes costes económicos y sociales, que está produciendo una "generación perdida". Para la OIT, la situación del paro juvenil en España es sencillamente crítica y de consecuencias devastadoras. Las apreciaciones de ambos organismos no son exageradas. La crisis está castigando con especial saña a los jóvenes, a esa generación en la que la sociedad ha invertido más que nunca en términos de educación para ofrecerle después un empleo que requiere una menor cualificación o enviarlo directamente a la precariedad laboral o el paro. Es una generación sumida en la cultura del consumismo y el icono del dinero a la que se está negando un derecho fundamental, el trabajo, y todo lo que ello arrastra. Ya el año pasado, la crisis y el miedo a perder la oportunidad de trabajar se tradujeron en una reducción en el número de nacimientos por primera vez en una década. También en el número de matrimonios y divorcios. España se asoma al abismo de una generación desaprovechada y condenada a perder todos los trenes. Lamentablemente, la elevada tasa de paro juvenil no es ni siquiera un problema coyuntural que afecte a una sola generación y cuya solución se pueda confiar a la salida de la crisis. Las tasas de paro juvenil españolas, como los niveles de empleo precario, han estado siempre por encima de la media europea y, por supuesto, de las grandes potencias mundiales. Es un problema estructural del mercado laboral español que lastra el presente y el futuro del país y reduce su competitividad. Son razones poderosas para aplicar urgentemente políticas de empleo que faciliten el acceso a un primer trabajo y lograr que los jóvenes -los más preparados de la historia- puedan incorporarse cuanto antes y en condiciones dignas y equitativas al sistema productivo. EL PAÍS. 19-9-2010

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