Teatro

La Fura dels Baus: Borí­s Godunov y la Polí­tica del Terror

Esta frase de la obra del general y estratega prusiano Von Clausewitz (1780-1831) encoraza la representación que la polémica compañí­a barcelonesa ofrece en el Festival de Teatro de Málaga. El 26 de octubre del 2002, un grupo numeroso de hombres y mujeres armados irrumpieron en el teatro Dubrovka de Moscú mientras se representaba Borí­s Godunov de Modest Músorgski. El resultado fue 170 muertos y 546 hospitalizados por envenenamiento.

Las 58 horas de terror que duró el secuestro más el gas venenoso utilizado or las fuerzas de asalto rusas se combinan en esta obra para herir con su impronta a la equidistancia; 120 espectadores-rehenes y 50 secuestradores muertos numeran una tragedia que, pese a que el propio Alex Ollé afirma que no pretenden que quede limitada sino que sirva para cualquier acto terrorista, no puede separarse de la representación. Los fauberos se previenen de las ideas preconcebidas conscientes de que el espectador ve la obra desde la posición que mantiene ante lo principal y ostensible de su contenido. Hacen bien, pues no puede ser de otra manera. Pero el resultado – a veces pasa – ha de estar por encima incluso de ellos. La Fura se caracteriza por un teatro de identificación autor-creador en el que se sirven de multitud de efectos y tramas escenográficas, atendiendo especialmente a la relación física y emocional con el público. Y en esta obra el terror lo inunda todo. Al resultado final contribuyen tres elementos: Las escenas de Borís Godunov, obra en la que las escenas del pueblo vilipendiado y el tratamiento al zar costaron el rechazo de los Teatros de San Petersburgo; el terror constante del que no se salva el multifacético cuerpo terrorista – el tirano, el dialogante, el idealista, el desengañado… – porque provoca rechazo sin aceptar ninguna justificación; y la memoria de una masacre al más puro estilo fascista de la KGB. No es ésta una valoración de la intención de La Fura, más bien un aplauso tanto a su capacidad creativa para afrontar la más vil de las formas de dominación, el terror, como a la voluntad – más allá de otras valoraciones críticas – por rescatar la memoria de lo que en aquella barbarie se hizo. Es una cita ineludible… y un consejo: No se sienten junto al pasillo.

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