SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

La fuga de Parlon, Iceta y el riesgo de cisma en el PSC

El PSC oscila entre lo cismático y lo catastrófico. El periodismo emplea la lira para despedir dulcemente a Navarro, al que descubre virtudes de última hora que contrastan con el aporreamiento general contra su figura desde que comenzara el proceso. Fue ovacionado mientras Núria Parlon daba la espantá en un acto desesperado, un giro inesperado o propiamente una morcilla fuera del guión. En el caso de la alcaldesa de Santa Coloma, la prensa cambia el instrumento de cuerda por una potente sección de viento y percusión.

El diagnóstico es coincidente. Los diarios de Madrid y los de Barcelona se muestran sumamente pesimistas respecto a la evolución a corto plazo del socialismo catalán. Ante las mil incertezas del panorama, la situación del PSC es de colapso y parálisis, entre el precipicio y las cataratas, en medio de una tormenta perfecta y con un pronóstico semiterminal, el momento más grave en la historia del partido. La prensa soberanista es inclemente con el PSC, a cuyos dirigentes aconsejan beatíficamente que se precipiten hacia la extinción tras abrazar in articulo mortis la fe del derecho a decidir. El socialismo catalán es una pieza ya cobrada por el independentismo, un mecanismo antiseparatista desactivado por ERC y el ataráxico Artur Mas.

Desde la perspectiva más ecuánime de la crónica política, el caso de los socialistas es un cuadro con insólitas perspectivas sobre la vida en la colmena. En La Vanguardia, Iñaki Ellakuría aborda el expediente de la crisis con trazos hiperrealistas:

«El PSC continúa perdido en su particular laberinto de autodestrucción. El acto diseñado para cerrar la etapa de Pere Navarro, el primer secretario más efímero en la historia del PSC, y abrir las puertas a un nuevo liderazgo en la figura de Núria Parlon, alcaldesa de Santa Coloma de Gramenet, derivó en un fiasco que rozó el ridículo y deja al socialismo catalán en estado de shock, descabezado y dividido. La sorpresa saltó segundos antes de que Navarro tomara la palabra en el consejo nacional. Parlon anunció ante los medios de comunicación que no iba a «dar el paso» y presentar su candidatura a la primera secretaría del partido».

Continúa la descripción periodística:

«Visiblemente nerviosa, Parlon señaló que su prioridad es y será la alcaldía de Santa Coloma. ‘Es una decisión complicada pero firme’, dijo, antes de abandonar la sede del PSC sin escuchar las palabras de despedida de Navarro. (…) El esperpéntico episodio vivido ayer, ­’un golpe de Estado a medias’, señalaba un dirigente socialista­, dejará muchas heridas abiertas y algún damnificado. Los movimientos para colocar a Parlon empezaron tras el descalabro de las elecciones europeas. La sensación de que ‘había que hacer algo’ era general en el PSC, aunque chocaba con un gran problema: la falta de un liderazgo natural, de alguien que pudiera aglutinar a todos los sectores, corrientes y familias. Además algunos sectores del PSC preferían un cambio ‘controlado’ y que fuera Navarro el que impulsara los cambios, pilotando el partido el próximo otoño y hasta las elecciones municipales del 2015. Los encargados de tensar la cuerda para forzar el congreso fueron el diputado Xavier Sabaté y el alcalde de Granollers, Josep Mayoral, al reclamar interna y públicamente un congreso extraordinario. Fue un duro golpe para Navarro que le hizo plantearse por primera vez abandonar».

Un duro golpe y un golpe de Estado del que se ocupa Toni Bolaño en La Razón. De entrada recuerda las veleidades soberanistas de la alcaldesa de la ciudad menos soberanista de Cataluña y las pretensiones de abrir de nuevo el debate entre apocalípticos (los náufragos del tripartito) e integrados (los alcaldes), soberanistas y federalistas por mal nombre. También habla de las traiciones de última hora, pero destaca de su análisis la lectura del paso al frente de Miquel Iceta. Escribe Bolaño: «Desde el viernes Miquel Iceta tomaba forma de Fénix. Se hacía de rogar porque no era la primera vez que le iban a buscar y le dejaban tirado. Se hacía el dolido pero se frotaba las manos. Se notó en su intervención a puerta cerrada en el Consell. Se postuló: ‘Juntos podemos y podéis contar conmigo para lo que queráis’. Recordó que fue redactor de los principios fundacionales: ‘El PSC no es soberanista ni independentista, es catalanista y federalista'».

Iceta es, pues, la referencia, el tipo firme en medio de la desbandada, entre mártir y visionario, el depositario del legado de un partido abocado, según la optimista lectura del Ara, al cisma y la refundación, a resolver de una vez por todas la tensión entre el catalanismo y el PSOE, entre el voto de la periferia de Barcelona o el del concejo de Rupià. El diario aludido está a favor del sector crítico, los «gelis». «Peor, imposible», alertan en la portada de El Periódico respecto al PSC. Ni liderazgo ni proyecto, coinciden El País y El Mundo a la hora de valorar el estado actual del socialismo catalán.

A pesar de que todos los focos están orientados hacia el drama de la calle Nicaragua, en El Periódico someten a una encerrona con diez ciudadanos a la presidenta del Partido Popular de Cataluña, Alicia Sánchez-Camacho, que apunta a que la ley del aborto puede mejorarse, que los partidos han tomado nota del aviso de las europeas y, respecto al proceso, que los catalanes han ejercido 41 veces el derecho a decidir desde la instauración de la democracia.

Otra entrevista destacada es la que firma en Abc María Jesús Cañizares con el presidente de Sociedad Civil Catalana (SCC), Josep Ramon Bosch. Dos pinceladas:

«Más de 12.000 adhesiones y creciendo. Sociedad Civil Catalana (SCC), la plataforma creada para combatir el secesionismo catalán, se extiende territorial y sectorialmente. ‘Hemos venido para quedarnos, más allá del 9 de noviembre’, asegura su presidente, Josep Ramón Bosch, en alusión a la consulta que quiere convocar Artur Mas sobre el Estado propio —SCC nació con el objetivo de que los catalanes que no quieren la independencia pierdan el miedo. ¿Lo están logrando? —’La gente se acerca a nosotros con mucho miedo, no se atreven a decir que se sienten tan catalanes como españoles, pero estamos rompiendo muchos tabúes en Cataluña y el hecho de que salgamos 50 o 60 personas a expresar sin temor nuestros sentimientos provoca que mucha gente se acerque a nosotros'».

Bosch lanza también una petición: «—¿Qué solución ven? —’Solo hay dos soluciones: una mala o una muy mala. El proceso va a provocar dolor por parte de todos. La ruptura con el resto de España va a ser una realidad; al menos, nosotros constatamos que la Generalidad quiere que lo sea. No tiene vuelta atrás, han quemado las naves. Lo que queremos buscar es una mayoría de bloqueo que pueda dar la vuelta a la situación, pero sin la ayuda del Gobierno de España y del resto de españoles la batalla está perdida. El nuestro es un grito de solidaridad y ayuda al resto de España'».

En El País, Valentí Puig se adentra en las vicisitudes del proceso y particularmente en las circunstancias de Junqueras. Escribe Puig:

«Cuando Oriol Junqueras, líder de Esquerra Republicana, diga algo habrá que estar atentos porque parece tener poderes para dinamitar la coalición CiU, desbaratar al PSC, tener estupefacto al PPC y convertir Ciudadanos en un receptáculo de votos insospechados. ¿Quién es Oriol Junqueras? Recientemente, por ejemplo, ha desempolvado la idea de Països Catalans. El pancatalanismo es una máquina de crear estados de opinión anticatalanista en la Comunidad Valenciana o en la Comunidad Balear. (…) Es revelador que sumar el territorio de Cataluña al de Baleares y Valencia en gran parte configuraría unos Països Catalans con implantación decisiva del PP. Y si ERC decidiera reivindicar de nuevo la Cataluña francesa, estaría anexionando virtualmente una zona electoral con gran arraigo de la derecha radical de Marine Le Pen. Pero seguro que en el gabinete geoestratégico de ERC las cuentas se hacen de otra manera. (…) Seguirle dando tantas vueltas a 1714 estando en 2014 es un pequeño paradigma de la transformación de la complejidad del acontecer histórico en una totalidad victimista. Lo menos que puede decirse de las cosas que Oriol Junqueras promete es que corresponden a algo distinto a un Estado de derecho».

En Madrid siguen los preparativos para la proclamación, lo que ocupa a La Razón y Abc. En el diario de Planeta, Carmen Morodo da cuenta de la alerta ante el riesgo de que grupúsculos republicanos intenten dar el do de pecho el 19 de junio, día de autos. En Abc recogen el bando de la alcaldesa Ana Botella. Un bando, que es como una cosa que da la misma grima que la tuna o un «heavy» de Leganés. Es el punto poblachón manchego, los callos a la madrileña y el 15 de agosto a fuego lento.

La actualidad internacional es una olla a presión. El ministro de Exteriores de Ucrania ha llamado «cabrón» a Putin tras el derribo de un avión con más de cuarenta militares ucranianos a bordo. En Irak, los terroristas han fusilado a centenares de soldados. «Subieron» las fotos de la matanza a las redes sociales.

Cambio de expediente. Fútbol. La Copa del Mundo, el Mundial («mundiales» sólo fueron los del 82), opio doble cero para el pueblo. La cara amarga del éxito es como cuando el champán pierde el carbónico y alcanza la temperatura ambiente. Así está la selección española, alias «la roja», España. A la falta general de tono muscular y dinamismo se debe añadir la desgraciada fecha en la que se jugó el partido contra Holanda para alcanzar a comprender el Rocroi del viernes pasado. 98 años hacía que no caía en el mal número un viernes de luna llena. 98. También fue junio. Y le toca jugar a España su primer partido, en Brasil y contra Holanda. ¿Rocroi? En Rocroi, los tercios de Flandes lo perdieron todo menos el honor. Lo del viernes fue Trafalgar, la Armada Invencible, el descalabro de la bahía de Santiago y el Desastre de Annual. La prensa deportiva defiende a Casillas y Del Bosque. El portero estuvo como en el anuncio del champú. En Corea del Norte los jugadores y el marqués no podrían regresar a sus hogares. Salvo que ganasen el Mundial. Ellos mismos.

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