Joaquí­n Leguina, ex presidente socialista de Madrid, arremete contra el respaldo de Zapatero a la disgregación

La fracasada globalización del Tinell

Tras las elecciones -con el primer traspies polí­tico serio de Zapatero con la pérdida del gobierno gallego-, se han vuelto a escuchar algunas de las voces que, dentro del PSOE, han venido criticando la deriva impuesto por la actual dirección socialista. Una de las más autorizadas es Joaquí­n Leguina, ex presidente de la comunidad de Madrid. En su blog, Leguina valora que los resultados del 1-M «han puesto en la picota, y no sólo en Galicia» la estrategia de «aislar al PP». Denuncia que el PSOE «se ha metido en el lecho gubernamental con partidos clónicos, todos nacionalistas, todos con pujos identitarios, todos independentistas».

Leguina es una rara avis en el mundo de la alta olítica española. Ostentó durante catorce años la presidencia de una comunidad tan importante como Madrid, presidiendo la poderosa organización del PSOE en la capital. Pero, al mismo tiempo, conservó su condición de escritor, publicando con éxito varios libros en los últimos años. Y, sobre todo, mantiene una relativa autonomía del aparato del partido.Esa autonomía le condujo a disentir, casi desde el primer momento, de la línea política encarnada por Zapatero.El programa desarrollado por el actual presidente ha descansado, en buena parte, sobre el impulso a la disgregación "dulce" (reformas estatutarias, vaciamiento del gobierno central para dividirlo en 17 trozos yuxtapuestos, y a menudo enfrentados, negociación con ETA…), y sobre el intento de aislar y marginalizar políticamente al PP.Esta es la "estrategia montada por el nuevo socialismo tras la llegada de Rodríguez Zapatero a la secretaría general del PSOE", contra la que Leguina arremete en su blog, en un artículo titulado "Gobiernos de progreso".Leguina manifiesta que "los resultados electorales del 1 de marzohan puesto en la picota (…) esa estrategia consistente en propiciar "gobiernos de progreso" allí dondo pudieran montarse (desde con ERC en Cataluña hasta con los leonesistas en el ayuntamiento de León). Es obvio que en el envés de la trama estaba la idea genial de aislar al PP. En el interesao imaginario del nuevo socialismo, el PP es un partido franquista y, por tanto, para acabar con ese franquismo residual poco importaba la compañía con quien uno se metía en el lecho gubernamental".Detrás de ese intento de marginalizar políticamente al PP, quebrando todos los consensos y reglas imperantes desde la transición, e incrustando años de "crispación" en la vida política, estaba la aguda pugna en el seno de la oligarquía, con un Botín apostando todas sus cartas a Zapatero, y un BBVA refugiándose en el PP.Pero el aspecto que mayor rechazo ha despertado durante estos años, es el compromiso de Zapatero con la disgregación.Por eso Leguina arremete contra que "los encamados con el PSOE en esta estrategia "de progreso" resultaron ser clónicos; todos nacionalistas, todos con pujos identitarios, todos independentistas… y claro (…) cualquier estrategia de este tipo está condenada al fracaso, a no ser que esa política consista en introducir en las instituciones derivas identitarias y disgregadoras".Y dirige las críticas hacia la línea filonacionalista emprendida, junto al BNG, por el PSOE gallego, que le ha conducido a perder las elecciones. Para Leguina, "el fracasado bipartito gallego es un auténtico paradigma de lo que no se debe hacer (…) los nacionalistas del BNG han creado un reino de Taifas dedicando su parcela de gobierno a una cruzada independentista y clientelar (…) sin que nadie les pusiera coto han arrastrado al "gobierno de progreso" hacia donde tanto gusta a los independentistas: la guerra contra el castellano".

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