La forja del eurocaos

«La verdadera historia que está detrás del eurocaos no se basa en el despilfarro de los polí­ticos, sino en la arrogancia de las élites; concretamente, las élites polí­ticas que instaron a Europa a adoptar una moneda única mucho antes de que el continente estuviera preparado para un experimento de este tipo.»

Con su clima cálido y sus layas, España era también la Florida de Europa y, al igual que Florida, experimentó un enorme auge inmobiliario. La financiación de este boom provenía principalmente del extranjero: hubo entradas gigantescas de capital procedentes del resto de Europa, en especial de Alemania. Si España fuera un estado de Estados Unidos y no un país europeo, la situación no sería tan mala. En primer lugar, los costes y los precios no se habrían desmadrado tanto: Florida, que, entre otras cosas, podía atraer libremente a trabajadores de otros estados y mantener bajos los costes de la mano de obra, nunca experimentó nada remotamente parecido a la inflación relativa de España. Y en segundo lugar, España recibiría una gran cantidad de apoyo automático en la crisis: el sector inmobiliario de Florida ha pasado de la expansión a la recesión, pero Washington sigue enviando los cheques de la Seguridad Social y del Medicare (THE NEW YORK TIMES) THE WALL STREET JOURNAL.- China vendió una cantidad récord de activos en diciembre y, como resultado, cedió el puesto a Japón como principal tenedor extranjero de bonos del Tesoro de Estados Unidos. La decisión desató preocupación acerca del apetito chino por la deuda estadounidense en medio de un creciente déficit fiscal y una escalada en las tensiones entre Washington y Beijing. EEUU. The New York Times La forja del eurocaos Paul Krugman Últimamente, las noticias financieras han estado dominadas por crónicas de Grecia y de otros países de la periferia europea. Y con razón. Pero me ha inquietado la información que se centra casi exclusivamente en las deudas y en los déficit europeos, con lo que da la impresión de que todo se reduce al derroche gubernamental (lo cual le da la razón a nuestros halcones del déficit, que quieren recortar drásticamente el gasto a pesar de enfrentarnos a un paro masivo y ponen a Grecia como ejemplo de lo que pasará si no lo hacemos). Pero la verdad es que la falta de disciplina fiscal no es la única, ni la principal, fuente de problemas de Europa, ni siquiera en Grecia, cuyo Gobierno, efectivamente, sí ha sido irresponsable (y ocultó su irresponsabilidad con contabilidad creativa). No, la verdadera historia que está detrás del eurocaos no se basa en el despilfarro de los políticos, sino en la arrogancia de las élites; concretamente, las élites políticas que instaron a Europa a adoptar una moneda única mucho antes de que el continente estuviera preparado para un experimento de este tipo. Fijémonos en el caso de España, que en vísperas de la crisis parecía ser un ciudadano fiscal modelo. Sus deudas eran bajas: un 43% del PIB en 2007, en comparación con el 66% de Alemania. Tenía superávit presupuestario. Y su regulación bancaria era ejemplar. Pero con su clima cálido y sus playas, España era también la Florida de Europa y, al igual que Florida, experimentó un enorme auge inmobiliario. La financiación de este boom provenía principalmente del extranjero: hubo entradas gigantescas de capital procedentes del resto de Europa, en especial de Alemania. La consecuencia fue un crecimiento rápido combinado con una inflación significativa: entre 2000 y 2008, los precios de bienes y servicios producidos en España aumentaron un 35%, en comparación con un incremento de sólo un 10% en Alemania. Debido a la subida de los costes, las exportaciones españolas fueron perdiendo competitividad, pero la creación de empleo siguió siendo fuerte gracias al boom inmobiliario. Y entonces estalló la burbuja. El paro en España experimentó un drástico repunte, y el presupuesto incurrió en un profundo déficit. Pero la avalancha de números rojos -que estuvo provocada en parte por la forma en que la depresión redujo los ingresos y en parte por el gasto de emergencia para limitar los costes humanos de la depresión- fue una consecuencia, no la causa, de los problemas de España. Y no hay mucho que el Gobierno español pueda hacer para mejorar las cosas. El principal problema económico del país es que los costes y los precios se han desmarcado de los del resto de Europa. Si España siguiera teniendo su antigua moneda, la peseta, podría remediar rápidamente el problema con una devaluación (por ejemplo, reduciendo el valor de la peseta un 20% con respecto a otras divisas europeas). Pero España ya no tiene su propio dinero, lo que implica que sólo puede recuperar su competitividad mediante un lento y doloroso proceso de deflación. Ahora bien, si España fuera un estado de Estados Unidos y no un país europeo, la situación no sería tan mala. En primer lugar, los costes y los precios no se habrían desmadrado tanto: Florida, que, entre otras cosas, podía atraer libremente a trabajadores de otros estados y mantener bajos los costes de la mano de obra, nunca experimentó nada remotamente parecido a la inflación relativa de España. Y en segundo lugar, España recibiría una gran cantidad de apoyo automático en la crisis: el sector inmobiliario de Florida ha pasado de la expansión a la recesión, pero Washington sigue enviando los cheques de la Seguridad Social y del Medicare. Pero España no es un estado de Estados Unidos y, por tanto, está metida en un buen lío. Grecia, naturalmente, está en un lío aún peor, porque los griegos, a diferencia de los españoles, fueron realmente irresponsables desde el punto de vista fiscal. No obstante, Grecia tiene una economía pequeña, cuyos problemas importan principalmente porque se están extendiendo a otras economías mucho más grandes, como la de España. Así que el origen de la crisis es la inflexibilidad del euro, y no el gasto financiado con el déficit. Nada de esto debería extrañarnos demasiado. Mucho antes de que naciera el euro, los economistas advertían de que Europa no estaba preparada para una moneda única. Pero se hizo caso omiso de estas advertencias y se produjo la crisis . ¿Y ahora qué? La disolución del euro es prácticamente impensable, por meros motivos prácticos. Como dice Barry Eichengreen de Berkeley, un intento de reintroducir una moneda nacional desencadenaría "la madre de todas las crisis financieras". Así que no hay marcha atrás: para hacer que el euro funcione, Europa tiene que avanzar mucho más en la unión política, para que los países europeos empiecen a funcionar más como estados de Estados Unidos. Pero eso no va a suceder de hoy para mañana. Lo que veremos probablemente a lo largo de los próximos años es un doloroso proceso de remiendos: rescates acompañados de exigencias de una austeridad despiadada, y todo con un trasfondo de desempleo muy elevado, perpetuado por la dolorosa deflación que ya he mencionado. Es un panorama feo. Pero es importante entender la naturaleza del fatal fallo de Europa. Sí, algunos Gobiernos han sido irresponsables; pero el problema básico ha sido el orgullo desmedido, la arrogante idea de que Europa podía hacer que funcionara una moneda única a pesar de los fuertes motivos que había para creer que no estaba preparada. THE NEW YORK TIMES. 14-2-2010 EEUU. The Wall Street Journal China deja de ser el mayor acreedor de EEUU Mark Gongloff y Deborah Solomon China vendió una cantidad récord de activos en diciembre y, como resultado, cedió el puesto a Japón como principal tenedor extranjero de bonos del Tesoro de Estados Unidos. La decisión desató preocupación acerca del apetito chino por la deuda estadounidense en medio de un creciente déficit fiscal y una escalada en las tensiones entre Washington y Beijing. China vendió US$34.000 millones en deuda del Tesoro en diciembre, con lo que redujo su portafolio a cerca de US$755.400 millones. Esto lo deja en segundo lugar detrás de los US$768.800 millones que acumula Japón. Tokio, que no superaba a Beijing en este ámbito desde agosto de 2008, ha aumentado paulatinamente las compras de bonos del Tesoro estadounidense durante los últimos dos años. Los economistas han manifestado dudas desde hace mucho tiempo sobre lo que podría pasar si China se cansa de su papel como acreedor clave de EE.UU., un país que sigue incurriendo en niveles de deuda inusitados mientras combate un bajón en la economía. Algunas autoridades chinas han empezado a expresar sus "preocupaciones" sobre su tenencias de bonos del Tesoro. Se espera que el déficit fiscal de EE.UU. ascienda a los US$1,6 billones (millones de millones) este año. Muchos analistas, no obstante, insistieron que la venta de bonos del Tesoro no es un indicio de que Beijing haya perdido la confianza en EE.UU. Se trataría, más bien, de un intento por diversificar su portafolio de inversiones. Algunos observadores indicaron que China puede haber trasladado sus fondos a otros activos denominados en dólares, como bonos de empresas. C. Fred Bergsten, director del Instituto Peterson de Economía Internacional, señaló que "las dos grandes pruebas de si lo que está haciendo China constituye un problema son un alza en las tasas de interés o una caída del dólar. En ambos casos, la respuesta es no". Algunos economistas creen que las ventas de China son motivo de cierta preocupación, pero resaltaron que tuvieron lugar antes de la crisis de deuda soberana en Europa. En las últimas semanas, los inversionistas han castigado al euro y buscado refugio en el dólar y los bonos del Tesoro estadounidense. "Con todas estas fisuras en la zona euro", no hay muchas razones para comprar euros en este momento, afirmó Win Thin, estratega cambiario de la firma de valores Brown Brothers Harriman. "Al parecer, EE.UU. está mejor posicionado". Las compras de deuda de EE.UU. se mantuvieron relativamente estables en noviembre y diciembre. Japón, Gran Bretaña, Brasil y centros financieros domiciliados en El Caribe aumentaron sus adquisiciones hacia finales de 2009. Durante los últimos 10 años, Beijing ha utilizado una gran parte de los fondos provenientes de la inversión extranjera para comprar bonos del Tesoro estadounidense, considerados como una inversión segura. Sus tenencias de estos instrumentos crecieron desde unos US$79.000 millones a finales de 2001 a cerca de US$801.500 millones en mayo del año pasado. Desde entonces, China ha reducido su portafolio de bonos del Tesoro de EE.UU. en cerca de US$46.100 millones. THE WALL STREET JOURNAL. 16-2-2010

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