David Segarra es uno de los tres españoles que viajaban en la Flotilla Libertad, junto a Laura Arau y Manuel Tapial de la ONG «Cultura y Paz». Periodista valenciano, colaborador habitual de TeleSur, dirige su propia productora – Guarataro Films – con la que ha rodado multitud de documentales en torno a Venezuela, Honduras, Irán… y ahora Palestina.
A las diez de la noche ya se detectan or los radares del barco y visualmente ya detectamos las dos luces a los lados. A partir de ahí digamos que empieza un poco la tensión, pero el ataque se retrasó seis horas (fue aproximadamente a las cuatro de la mañana). Cuarenta minutos antes cayeron las comunicaciones, se extendió tanto que no había tensión. Se retrasó tanto que la gente se tranquilizó, muchísima gente estaba durmiendo, otros estaban trabajando en prensa hasta que se cortó la comunicación, otros estaban en cubierta. Yo salí a hacer entrevistas y a las cuatro es cuando empieza el ataque. Lo primero que vimos es que esas luces, de repente, se convierten en barcos enormes. No tengo conocimientos militares marítimos, no sé si eran fragatas o destructores pero te puedo decir que eran barcos de guerra armadísimos con misiles y cañones. Era una fuerza de la armada importante. Ahí es cuando vimos las enormes zodiacs, cargadas hasta los topes, eran racimos de comandos encapuchados con pasamontañas y armados hasta los dientes.El ataque Filmé las zodiacs durante cinco o diez minutos desde la borda cercana a la sala de prensa y como vi que no podían acercarse al barco por el movimiento, fui a la parte posterior del barco, subí un piso y allí me encontré con el set de televisión que estaba montado emitiendo por el satélite. Había una persona retransmitiendo el ataque, había mucho nerviosismo porque ya estaban rodeándonos. Yo grabé cómo retransmitían en directo, me encontré gente corriendo a todos lados y, mientras estaba grabando esa última retransmisión, mi cámara casi se va volando porque había un viento huracanado, y ahí es cuando levanté la vista y vi un helicóptero de transporte militar justo encima de nosotros, con una fuerza de la hélice enorme que te hace volar la cámara. Todo (las banderas, las cosas de poco peso que estaban por el suelo) estaba volando. Mantuve la cámara como pude y me puse a grabar el helicóptero. A los pocos segundos lanzaron cuerdas y empezaron a caer los comandos en rápel. Eso fue un choque psíquico pero también físico -sientes un nudo en el estómago- pero en vez de echarte para atrás, lo que te hace es seguir. Grabé cómo caían y mi reacción fue acercarme a ellos. Me acerqué mucho más a ellos, hacia donde estaban cayendo, subí por unas escaleritas y me encontré ya la batalla. Todos los activistas tratando de resistir, lanzándose con sus cuerpos contra los comandos. Ya era una melé, una batalla campal entre comandos y activistas. Balas de verdad Grabé allí un poco pero la violencia era extrema y me bajé por una escalera. Bajé al primer punto donde me encontraba, al lado de la sala de prensa, donde había empezado mi recorrido y allí me encontré con Laura y Manuel, de los que me había separado, y con otros periodistas y activistas que se estaban moviendo. Y desde ese lateral de abajo grabamos el helicóptero que todavía estaba en alto y los comandos. En ese momento nosotros fuimos conscientes de que estaban disparando a mansalva desde el helicóptero y desde la primera borda. Laura dice que vio también desde las lanchas disparando. Había una lluvia de balas pero no nos imaginábamos que eran balas de verdad. Pensábamos que eran bolas de goma, material antidisturbio, porque allí lo que estaba sucediendo era una pelea como la que puede haber en cualquier manifestación. Hasta que, a los dos minutos, empezamos a oír explosiones y pensábamos que eran gases lacrimógenos. De hecho, se repartió cebolla, mira los medios tan sofisticados de que disponía el barco. Nos dieron la cebolla para que nos la pusiéramos en la nariz. Bueno, nos pusimos cebolla, altísima tecnología la del barco para la resistencia… Entonces empezó esa lluvia de balas y explosiones e, inmediatamente, vimos a una persona con la pierna reventada, un agujero enorme sangrando y ahí es cuando nos dimos cuenta de que de verdad eso era real. Frente a la barbarie En determinado momento vimos también cómo bajaban dos soldados israelíes que habían sido detenidos por las personas del barco. Fueron desarmados. Me contó una de las personas que lo primero que hizo fue desarmar al soldado para que no pudiera asesinar a nadie, pero, y eso es lo fundamental (estamos hablando de que había muchos muertos entre las personas que iban en el barco y decenas de heridos) cuando agarró la pistola del soldado, lo primero que hizo fue sacarle el cargador y tirar las balas para que ni él, ni el soldado, ni nadie, pudiera usarla. Lo que hizo fue inutilizar el arma. Les quitaron todas las armas, se inutilizaron, se bajó a esas personas, se les curó las heridas, eso lo vi, como se les defendía para que nadie les hiciera nada, se les aisló de las personas en una sala inferior para que nadie les pudiera hacer nada, los desarmaron y les curaron. Creo que finalmente fueron cuatro los soldados capturados -no lo sé- yo vi dos, tal vez fueran cuatro. Luego, a lo largo de la batalla, cuando ya había diez muertos y decenas y decenas de heridos, los activistas soltaron a estos comandos, se les entregó a su ejército sanos y salvos, curados y desarmados, todo ello teniendo en cuenta que ellos habían asesinado a muchas personas. Eso es importante para que se vea la diferente catadura moral de los dos bandos: un bando armado hasta los dientes frente a un bando desarmado que cura a su enemigo, lo protege y lo libera. Creo que eso es fundamental. Cuidado con los terroristas Fueron llegando, rodearon la sala de prensa, ya los vimos mirándonos. Eran gente enorme, de dos metros, con visores nocturnos, cámaras en los cascos, granadas de todo tipo en sus pechos. Puedo recordar que llevaban todo tipo de armas, recuerdo pistolas de 9mm, ametralladoras con todo tipo de visores, lanzadores de botes de humo, chaleco antibalas, vestidos de verde militar combinado con negro. Eran enormes, personas muy entrenadas y con una gran capacidad militar. Se apostaron en todas las ventanas de la sala de prensa y nos empezaron a apuntar, escondidos desde los marquitos de las ventanas, abrieron una de las puertas laterales, y nos fueron indicando, uno a uno, a los miembros de la prensa que saliéramos, muy lento, con un protocolo muy lento. Estaba claro que sus mandos y oficiales les habían dicho que allí iban a encontrarse con terroristas, capaces de inmolarse y asesinarles. La detención Bueno, nos sacaron uno por uno, nos despojaron de todo, nos registraron, nos quitaron todo el material y nos llevaron a la borda donde nos encontramos a todas las personas detenidas allí. Especialmente los que eran musulmanes, los tenían de rodillas, había una discriminación clarísima respecto a estas personas. Se llenó de cientos de comandos, de policías de fronteras, todos enmascarados, todos encapuchados. Finalmente evacuaron a los heridos pero, por supuesto, ésta no era su prioridad, con lo cual algunas vidas se perdieron pero para ellos sólo son números. Los maltratos Hubo otro momento horrible porque Manuel, que es muy pacífico pero muy nervioso, cuando estábamos detenidos con el grupo de prensa se estaba moviendo todo el rato en la silla, se levantaba, preguntaba a la gente. Los comandos se pusieron nerviosos con él, lo confundieron, les pareció peligroso, no sé qué sucedió, qué interpretaron ellos, pero en determinado momento lo señalaron y lo esposaron y lo separaron del grupo de prensa. Yo ahí tuve miedo porque después de lo que había visto no sabía lo que le iban a hacer, si le iban a torturar, a golpear, a desaparecer… Con los descuidos de los comandos acabé sentándome a su lado, viajé con él e incluso le ofrecí que si quería que le ayudara a cortar las bridas de plástico porque yo tenía un mechero. Le decía: “te las puedo cortar, te las puedo romper cuando no se den cuenta y te vuelves a la prensa”. Pero no, porque a cada cambio de guardia de los comandos le volvían a señalar, lo tenían enfilado. A Osama, el palestino, lo golpearon bastante durante ese trayecto, al arzobispo palestino lo golpearon bastante, una persona de 88 años… Todos los musulmanes, especialmente los religiosos, se lanzaron a defenderlo, ya que para ellos es un hombre santo, es otra persona de dios. Silenciar a los medios Cuando llegamos al puerto de Ashdot nos bajaron, nos esposaron a todas las personas -hasta ese momento no me habían esposado- nos bajaron y yo les dije que era de prensa de TeleSur, que Manuel trabajaba de camarógrafo con nosotros, no les importó y ahí lo separaron. Ahí tuve miedo por Manuel por si le sucedía algo porque esta gente era capaz de todo. Ahí entramos ya en el proceso kafkiano burocrático de cientos de cuerpos de seguridad, fotografías, nombres, documentos… Se nos planteó que firmáramos que habíamos entrado ilegalmente. Yo me negué, sé que Manuel y Laura se negaron a firmar, la mayoría de gente también se negó a firmar, algunas personas sí firmaron pero igualmente todos fuimos trasladados a las cárceles. Nos fotografiaron, nos registraron por octava vez, nos despojaron de nuestras últimas pertenencias que algunos habíamos podido salvar. Yo todavía tenía cintas que había salvado; me las quitaron. El guantánamo israelí Nos incomunicaron, nos aislaron. Los teléfonos que habían en la prisión para presos comunes estaban desmontados, la televisión desconectada, no teníamos ningún tipo de comunicación con el exterior, era un Guantánamo, un limbo jurídico. Era un Guantánamo pequeño. Hasta que el segundo día empezaron a llegar cónsules de países occidentales. Llegó el vicecónsul de España, que es el único funcionario de España que nos ayudó. El resto no hizo nada por nosotros, la embajada, el consulado, se desentendieron, excepto esa persona. Encontró, tras mucho esfuerzo, a Laura, tras dos horas me encontró a mi y nos juntamos Laura y yo, nos abrazamos emocionados, ya que estábamos bien, hablamos entre nosotros. […] A Manuel tardó en localizarlo seis o siete horas. El vicecónsul nos cedió su teléfono personal desde el que pude hacer unas llamadas a mi padre y a mi madre. Mi madre me informó llorando destrozada de que había habido movilizaciones contra la masacre en Valencia, pidiendo mi liberación y eso nos dio una energía enorme. Significaba que no estábamos solos. Un mundo multipolar Es reflejo de un mundo multipolar en el que América Latina, Turquía, Brasil, Índia, China, Rusia, Pakistán, Irán, además de la UE y Estados Unidos, tienen cada vez más fuerza en el mundo y cada vez más voces. Turquía se ha convertido en un nuevo actor global y está jugando su papel de defensa de sus intereses de Estado y en este caso ha sido el que ha mostrado una determinación más fuerte y creo que no hay vuelta atrás. La mayoría de relaciones entre Israel y Turquía van a romperse. Posiblemente no sea total, habrá ciertas relaciones económicas y militares, pero van a reducirse al mínimo, básicamente porque los intereses son opuestos. Israel nunca ha respetado a Turquía y además este nuevo Gobierno tiene una visión del mundo diferente. Para resumirlo, es una visión en la cual ya no se acepta la hegemonía y la supremacía absoluta de Occidente respecto al resto de la humanidad. Básicamente es eso. Turquía, está ahí, junto a Brasil, Venezuela, China, Rusia, creando cierto equilibrio respecto a Occidente. El papel de la OTAN ¿Cuál es el papel de la OTAN en todo esto? ¿La OTAN está hecha para defender a sus miembros o sólo está hecha para imponer los deseos de Estados Unidos o Gran Bretaña, o incluso de Israel, que ni siquiera es miembro? Esto puede provocar otro cambio geopolítico fundamental que podría ser hasta la salida de Turquía de la OTAN, si esta organización no actúa en defensa de los intereses de uno de sus miembros. Ahora hay este dilema: ¿cuál va a ser el siguiente paso? Si Turquía envía otra flota, ¿va a protegerla militarmente contra uno de sus principales aliados, que es Israel? Es una situación muy compleja y que provoca una contradicción de intereses. Esto es lo que se está haciendo: clarificar. El mundo está volviéndose cada vez más complejo, porque es multipolar, pero a la vez más claro. Es decir, la OTAN no defiende a Turquía, pues bueno, adiós a la OTAN. ¿Para qué van a ser miembros de una organización que defiende a países forasteros? Por otro lado, el hecho de que Turquía fuera miembro de la OTAN, provocó que Occidente presionara a Israel para que se contuviera ya después de la masacre y liberara a esas 800 personas. Si no hubiera sido por las presiones de Turquía y de instituciones occidentales, ¿quién sabe lo que ocurriría ahora? ¿Cuántos presos quedarían en las cárceles de Israel o hubiesen sido torturados? Sentir como palestinos No sólo vamos a terminar nuestros documentales y reportajes, sino que ahora tenemos una obligación moral, hemos visto morir gente delante de nosotros, nos han hecho sentir lo que viven los palestinos desde hace 60 años, ¿cómo vamos a volver a nuestras casas y darle la espalda a esta realidad? Tal vez antes podríamos haberlo hecho, pero gracias a los comandos israelíes hasta que muramos, de por vida, esas 800 personas, nuestras familias, nuestros amigos, nuestros países, nos vemos obligados a comprometernos con mostrar la realidad de Gaza y de Palestina en general. Por lo tanto, el compromiso se refuerza muchísimo más. * Lucas Marco es periodista y colaborador de linformatiu.com, además de amigo personal de David Segarra.