¿Debilidades económicas o dependencia polí­tica?

La factura de la sumisión

España no está condenada, a causa de sus «debilidades económicas» internas -pesada digestión del exceso de ladrillo, o un inasumible nivel de deuda- a sufrir en mayor grado que otros los efectos de la crisis. La gasolina que extiende el incendio de los recortes y rebajas salariales es la capacidad de intervención de EEUU, y el grado de dependencia y sumisión de las élites locales. Imponiendo con ello un gigantesco saqueo global.

Esaña duplica la media europea de paro; la prima de riesgo se ha disparado, obligándonos a pagar usureros intereses por colocar los títulos de deuda; las rentas y salarios del 90% de la población han sufrido un drástico tijeretazo…Junto a Grecia, Irlanda y Portugal, los “efectos de la crisis” azotan con particular intensidad a nuestro país.¿Por qué?La gasolina del incendioLa explicación difundida por los grandes medios busca los culpables en nuestros “demonios económicos” internos. Nos hablan de que el hipertrofiado crecimiento de la construcción ha generado un exceso de ladrillo de muy pesada digestión. Difunden que durante los años de bonanza hemos vivido “por encima de nuestras posibilidades”, lastrándonos con un inasumible nivel de deuda que ahora es necesario purgar.En definitiva, un intrincado laberinto de fenómenos económicos, que parecen no dejarnos otra salida que asumir los draconianos planes de ajuste dictados por el FMI.¿Pero es esa la realidad? ¿Este es el origen de los recortes que hoy sufrimos?Fue en EEUU –en un artículo publicado por el premio Nobel de Economía, Paul Krugman, en The New York Times– donde se formuló por vez primera de manera explícita la consigna que ha dirigido la aplicación de los recortes en España: “los españoles deben rebajar sus salarios en un 25%”Poco después, la llamada de Obama ordenó a Zapatero la presentación del mayor paquete de recortes sociales de la historia reciente: congelación de las pensiones, rebaja del sueldo de los funcionarios, eliminación de ayudas sociales como el “cheque bebé”, subida del IVA y del IRPF, recorte del gasto sanitario…Meses más tarde, Durao Barroso, presidente de la Comisión Europea, y Van Rompuy, presidente del Consejo Europeo, trasladaban a Zapatero el mandato germano-norteamericano para acelerar la aprobación de la reforma de las pensiones. Un tijeretazo que nos obliga a trabajar hasta los 67 años, y reduce en un 26% la cuantía de las futuras pensiones.Hace tan solo unas semanas, Zapatero enmendaba la plana al ministro de Trabajo, para adaptar la reforma de la negociación colectiva a las exigencias del FMI, planteadas por una delegación que acababa de visitar España. Abriendo paso a un salto en el abaratamiento del despido, y a nuevas rebajas salariales y recortes en las condiciones de trabajo, por la vía de permitir a las empresas descolgarse de los convenios sectoriales.Cada uno de los recortes aprobados en España ha sido una imposición política imperial, ejecutada a través de los múltiples mecanismos de intervención de que disponen en nuestro país.¿Qué tiene esto que ver con nuestras “debilidades económicas internas”?Dependencia e intervenciónCon la aparición del imperialismo, todos los países del mundo, sin excepción, se han convertido en eslabones de la cadena de operaciones del capital financiero a escala mundial, pasando a formar parte de una misma cadena imperialista constituida por el conjunto de relaciones de alianza y dependencia que unen entre sí a los Estados capitalistas. Y que hace que también los países formal y jurídicamente independientes estén en realidad envueltos en las redes de dependencia económica, política y militar de las grandes potencias. Una cadena imperialista que está ordenada y jerarquizada según el capital y según la fuerza política y militar de cada uno.Estas redes de intervención, permiten a EEUU actuar como una economía parasitaria, que financia sus gigantescos déficits incrementando el saqueo sobre los países dominados.Zbigniew Brzezinski, Consejero de Seguridad Nacional con Carter y hoy uno de los más destacados asesores de Obama, confiesa en su libro “El gran tablero mundial”, una de las claves de la hegemonía norteamericana: “El sistema global estadounidense pone un énfasis en la técnica de cooptación (como en el caso de los rivales derrotados: Alemania y Japón y, recientemente, incluso Rusia) mucho mayor que el que ponían los viejos sistemas imperiales. Asimismo, se basa en una medida importante en el ejercicio indirecto de la influencia sobre élites extranjeras dependientes”.Con la aparición del hegemonismo, las relaciones entre el centro del imperio y los países bajo su órbita –incluso aunque sean países desarrollados y/o potencias imperialistas– no son en absoluto relaciones entre iguales, sino relaciones de control y dependencia en mayor o menor grado. Y este control no es sólo, ni siquiera principalmente económico o diplomático, sino una dependencia orgánica que se manifiesta en el control y el dominio que EEUU mantiene sobre los aparatos fundamentales del Estado (ejército, servicios secretos, policía,…). Dominio que a su vez se completa y se refuerza con el control que ejercen sobre las cúpulas de las principales fuerzas políticas y de los medios de comunicación a través de hombres de lealtad insobornable hacia Washington. Elites dependientes que constituyen un auténtico “Estado Mayor secreto”, vinculado directamente a los centros de poder hegemonista e incrustado en el corazón de los Estados intervenidos. Y que son las encargadas de asegurar que el discurrir de la vida política de los países bajo su órbita no se sale del rumbo marcado por Washington y de sus designios. Son estos mecanismos de intervención los que Washington utiliza, según convenga a sus intereses, para forzar golpes de Estado, derrocar gobiernos… o imponer draconianos planes de recortes sociales cuyo botín acaban recibiendo sus grandes bancos y monopolios.¿”Efectos de la crisis” o “cuota de tributos”?No padecemos los “efectos de una crisis mundial”, sino la agudización del saqueo imperial con que EEUU obliga a los países vasallos a sufragar su hegemonía.Y la “cuota de tributos” se reparte precisamente en función de la capacidad de intervención norteamericana en cada país, y al grado de dependencia y sumisión al imperio de sus élites locales.El grado de saqueo –lo que algunos llaman “los efectos de la crisis”– es en realidad una precisa radiografía de la diferente colocación de cada país en la cadena imperialista.Los “eslabones fuertes” de la cadena son aquellos países que, aunque están sometidos a la intervención norteamericana, sus clases dominantes tienen una determinada fuerza política, es decir capacidad y voluntad para defender sus intereses.Es el caso de Alemania y Francia, obligados a actuar como “recaudadores del imperio”. A través del control del sistema financiero y monetario, Washington obliga a Berlín y París a invertir en dólares buena parte del capital excedentario que obtienen del saqueo local europeo. Pero los bancos germanos y galos pueden también obtener su cuota del botín en Atenas, Madrid, Dublin o Lisboa.Los eslabones más débiles de la cadena –aquellos que soportan un mayor grado de intervención norteamericana– están sometidos a un saqueo sin fin. Incrementando hasta niveles salvajes los intereses a pagar por la deuda. O imponiendo recortes en las coberturas sociales, rebajas de salarios, subidas de impuestos…Es el caso de España, donde una simple llamada del presidente norteamericano puede poner en marcha, a golpe de silbato, la trituradora de los recortes.La diferencia entre uno y otro no es la mayor fortaleza económica de París y Berlín. Sino el grado de penetración e intervención norteamericano en España, transformada, como se ha escuchado ya en algunos medios, en poco menos que un “protectorado” del FMI.El extraño “caso turco”El “caso turco” señala mejor que cualquier otra explicación donde está el origen de todos los males.¿Alguien puede siquiera insinuar que Turquía está mejor dotada, en términos económicos, que España? Sin embargo, el país otomano está creciendo a un espectacular ritmo del 8,9%, mientras España sigue sumida en la recesión.Paradójicamente, la razón del “milagro económico” turco es política. El gobierno islamista moderado ha acumulado sucesivos triunfos electorales, acumulando una amplísima base de masas que le proporciona la fuerza política para conquistar un determinado grado de autonomía respecto a Washington.En 2003, Ankara osaba negar a Washington la utilización de su territorio para invadir Irak, o comenzaba a marcar distancias con Israel. En el interior de Turquía, el gobierno ha impulsado un macrojuicio contra la red Ergenekon, trama golpista que agrupaba militares, políticos, periodistas, jueces,… estrechamente vinculados a EEEUU, y que actuaban como un auténtico poder en la sombra.Aunque Turquía sigue siendo un miembro prominente de la OTAN, la intervención norteamericana se ha dificultado, y ha aparecido una clase política con un proyecto dotado de una cierta autonomía. respecto a Washington.Este grado de autonomía, es el que ha permitido a Turquía aplicar una política económica radicalmente distinta a la que dicta EEUU a través del FMI, desarrollando sucesivos planes de estímulo con dinero público, aumentando las ayudas sociales, elevando los salarios,… llevando en definitiva un política de redistribución de la riqueza que permitiera aumentar la demanda interna y con ello impulsar su espectacular crecimiento económico.Imagínense una fotografía en negativo del caso turco… y comprenderán porque España sufre con mayor intensidad “los efectos de la crisis”.El grado de intervención del hegemonismo norteamericano en los principales aparatos del Estado –desde el ejército a los servicios secretos, pasando por la judicatura o los principales partidos– les permite decidir el rumbo del país.Y el grado de sumisión de las élites dirigentes españolas alcanza extremos inauditos. En ellas se ha instaurado, desde los plutócratas financieros a la clase política, una auténtica castración económica, política y militar del país, que impide ni siquiera pensar en un camino autónomo, no ya enfrentado sino ni siquiera diferente al marcado por Washington.Este grado de intervención es el que permite al inquilino de la Casa Blanca despertar al presidente del gobierno español a intempestivas horas de la noche para ordenarle que ponga en marcha la maquinaria de los recortes.Y lo que hace posible que todos los poderes locales, desde el Banco de España a los grandes medios de comunicación, desde la patronal a la práctica totalidad de la clase política, nos impongan como única salida posible los planes de ajuste dictados por el FMI.Para salir de la crisis, es imprescindible romper las cadenas de la dependencia. Conquistar como país la capacidad de decidir un desarrollo autónomo, que convenga a los intereses nacionales y populares.Si hasta en Turquía está empezando a recorrerse este camino. ¿Por qué no podemos hacerlo en España?De nuestra hemeroteca…Castrados pero ya no cebadosHace ahora exactamente 30 años, la clase dominante española y sus representantes políticos (encabezados por el PSOE de Felipe González, la UCD de Calvo Sotelo y el PP de Fraga) aceptaron la castración política y militar de España, renunciando a cualquier proyección exterior autónoma e independiente, a tener un papel, un peso y una voz propia en el mundo. A cambio de aceptar servilmente los planes de Washington e integrar a nuestro país en la OTAN, dijeron entonces, España alcanzaría junto a sus socios y aliados europeos sus mismas cotas de bienestar y seguridad económicas.Dicho en otras palabras, España –mejor dicho, sus clases dirigentes, no el pueblo que libró una formidable batalla y al que sólo se consiguió doblegar en el último momento, por la mínima, a regañadientes y con toda clase de trampas y chantajes– aceptó ser castrada política, económica y militarmente en la confianza de que las potencias imperialistas la cebarían y le darían lustre.Tres décadas después, esas mismas potencias que nos condujeron a la autocastración, han decidido que ha llegado el momento de quitarnos la cebada. Ahora, con el estallido de la crisis y la competencia de las potencias emergentes, la necesitan para ellos (…)En junio de 1980, cuando todas las fuerzas de izquierda –moderadas y radicales, parlamentarias y extraparlamentarias– tenían centrada su atención en cuestiones como la ley del divorcio, la reforma estudiantil, el carril bici o la legalización de las drogas, en este mismas páginas (entonces con otra cabecera) publicábamos una editorial titulada “¡OTAN no, referéndum sí!” en la que advertíamos que el centro del proyecto de EEUU para España había pasado a ser la integración de nuestro país en su maquinaria militar y sus planes de guerra. (…)A lo largo de los años siguientes, la vida política del país conoció una turbulenta sucesión de acontecimientos (cerco y derribo de Suárez, brutal ofensiva de ETA, golpe del 23-F, hundimiento de UCD,…) cuyo epicentro era el dictado de Washington de meternos en la OTAN. Y cuya resolución definitiva, dada la resistencia popular, no pudo darse hasta 7 años después, gracias a la mayoría absoluta de Felipe González con su promesa de “OTAN de entrada no”, que rápidamente se reconvertiría en “OTAN sí, bases también”.La batalla política en la que nos encontramos en estos momentos, cuyo objetivo es recortar un 25% los salarios, dar un nuevo salto en la concentración monopolistas y aumentar nuestra dependencia del capital extranjero y los grandes centros de poder mundial, tiene un rango y un calado similar a la que tuvo la de la OTAN. (…)Nos hicieron más dependientes a cambio del falso espejismo de una prosperidad y un progreso ilimitado. Y ahora, a causa de esa dependencia tienen la sartén por el mango para hundirnos, como a Grecia, en el abismo de tener que cargar con la factura de su crisis.No debemos confundirnos ni dejar que nos confundan. No hay ninguna “maldición bíblica”, ningún “demonio familiar” que nos haya condenado a esta situación. Es el grado de debilidad y dependencia al que nos han conducido la clase dominante española y las grandes potencias lo que explica que seamos, junto al resto de países a los que no por casualidad denominan despectivamente PIGS (cerdos en inglés), los mas afectados por la crisis. Como a los cerdos, también a estos países los castran y los ceban para posteriormente, cuando lo necesitan, sacrificarlos y consumir sus proteínas. ¿Acaso creían ustedes que el imperialismo conoce otra lógica?(Publicado en mayo de 2.010)

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