El Observatorio

La estafa de Europa

Los lí­deres europeos no se podí­an haber hecho mejor «foto de familia» que esta, ni responder con más contundencia y claridad a la pregunta de qué son y qué intereses defienden. Los Berlusconi, Brown, Merkel, Sarkozy y Zapatero se presentan a la opinión pública europea como los lí­deres de la Europa «social», de un capitalismo con rostro humano que no sólo piensa en los beneficios de las empresas sino también en el bienestar de la gente, de un modelo de «Estado benefactor» en el que todos -desde el banquero al parado- reciben la misma atención y el mismo trato. Pero ha bastado el estallido de una crisis, que ha puesto a la banca contra las cuerdas, para que se olviden de todas sus promesas y campañas de imagen, corran a salvar a los bancos y manden a hacer puñetas a los parados.

La cumbre euroea de los pasados 18 y 19 de marzo resume muy a las claras en manos de quién está ahora mismo Europa y lo que podemos esperar de ellos. Algo que quizá convenga tener muy en cuenta, porque el próximo mes de junio se van a celebrar las elecciones al parlamento europeo y se presenta una magnífica oportunidad para darles un espectacular revolcón popular en las urnas. La cumbre tomó básicamente cinco decisiones: la primera, ampliar hasta los 50.000 millones de euros la cantidad que la UE podría destinar para evitar la bancarrota de los sistemas bancario y financiero de los países de la antigua Europa del este, cuya quiebra podría llevar al marasmo a todo el sistema bancario europeo, que tiene comprometidos en la zona cerca de un billón de euros. La segunda decisión fue aprobar un préstamo de hasta 75.000 millones de euros para que el Fondo Monetario Internacional aumente de forma significativa sus recursos para acudir al rescate de nuevos países cuyo sistema financiero pueda ir a la quiebra, con el consiguiente efecto "dominó" sobre otros y la inevitable extensión global de la incertidumbre o incluso el pánico, como ya ha ocurrido varias veces en los últimos meses. La tercera fue dar un respaldo explícito a las medidas y políticas de "recuperación" anticrisis, básicamente ayudas a bancos y grandes empresas, que según Barroso alcanzan en la UE los 400.000 millones de euros. La cuarta decisión fue aprobar un plan de fomento de las interconexiones energéticas y de banda ancha por valor de 5.000 millones de euros, que irán enteramente a los bolsillos de los monopolios energéticos y de telecomunicaciones de la UE. La quinta decisión fue suspender la cumbre sobre empleo prevista para el próximo 7 de mayo en Praga. La razón, no esgrimida (aún no se atreven a presentarse en público como los cínicos desvergonzados que son), pero sí soterrada, de esta suspensión es la "ausencia absoluta de ideas" para afrontar el problema. Los líderes europeos han preferido no tener que representar el bochornoso espectáculo de una reunión vacía sólo un mes antes de enfrentarse a las urnas, así que le han dado ya carpetazo al asunto. Gastarse medio billón de euros para salvar de la crisis a bancos, monopolios y grandes empresas, y no tener "ninguna idea" para afrontar el paro, es la mejor definición, la más nítida caracterización que podía hacerse de lo que son los actuales líderes de la UE, los hombres y mujeres en cuyas manos está ahora mismo ese artefacto cada vez más monstruoso e inane llamado "Europa". Que el Gobierno de Europa es, pura y simplemente, un organismo ejecutivo al servicio exclusivo del capital financiero y monopolista es una realidad tan palpable y tan notoria que casi se cae por su propio peso. Es impensable una representación más expresa, una escenografía más evidente. La crisis ha corrido el velo del engaño y el disimulo, y ahí están desnudos encima del escenario, mostrando sus vergüenzas. Ya veremos qué dicen las europeas del próximo mes de junio sobre esta "pandilla" de impresentables, tan prestos a socorrer a los bancos como a descargar la crisis sobre las espaldas de los pueblos. Aunque quizá alguno de ellos ni siquiera llegue vivo a entonces, ante la creciente ola de protestas y disturbios sociales. Sería un buen síntoma.

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