SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

La España europea, en test de estrés

En el 2009, PSOE y PP sumaron el 85% de los votos, hoy luchan por alcanzar el 60% La singularidad española: mucho disgusto y ningún partido eurofóbico No hay en España un condensador principal del malestar; en Catalunya, sí

España es uno de los países más singulares de Europa. El pensador y político conservador inglés Edmund Burke dijo en el siglo XVIII que España es una ballena varada en las playas de Europa, y esta aseveración figura en las páginas introductorias de Moby Dick, la célebre novela de Herman Melville. Stendhal, gran escritor y apasionado admirador de Napoleón, nunca entendió 1808, dijo que el español es africano y aventuró siglos de espera y ríos de sangre antes de que llegase otra Constitución liberal. En buena medida, acertó.

España, singular. Karl Marx y Friedrich Engels escribieron notables crónicas en el New York Daily Tribune y en otros diarios sobre la lucha entre liberales y carlistas, subrayando la radical particularidad y tortura del tránsito de España al capitalismo. El hispanista norteamericano Stanley G. Payne, un historiador grato a la derecha intelectual, ha dedicado a este argumento un ensayo, en el umbral de la gran crisis: España, una historia única (2008). Para Payne, la singularidad es uno de los grandes activos españoles y fuente de su moderna identidad nacional. “España es diferente”, promulgó Manuel Fraga Iribarne en los años sesenta, para atraer turistas, y esa lema quedaría inscrito en la mente de varias generaciones. La España de 1977 acudió con ilusión a las urnas con el deseo de borrar tal diferencia. Sumida en una crisis sin precedentes exactos, España se enfrenta hoy a un momento en el que la extrañeza se ha apoderado de toda la Unión Europea. Un nuevo orden se impone, por arriba, y en cada país rebrotan los deseos de diferencia. Ser, mientras el Directorio fija las normas.

No hay en España un Frente Nacional a la francesa dispuesto a proponer el retorno a la peseta. No ha surgido un Beppe Grillo fogueado en los programas de humor de TVE (el corrosivo humor de Grillo era imposible en la televisión española de los años setenta). Hay en España partidos independentistas –fuertes en Catalunya–, pero no existe un Partido de la Independencia similar al UKIP británico, que aboga por salir de la Unión. Hay casticismo español, pero ningún partido se ha atrevido a titularse como los Verdaderos Finlandeses. Hay muchos inmigrantes en paro, pero desde que gobierna el Partido Popular el asunto de la inmigración ha desaparecido de la agenda. Sorpresa. Ni siquiera Xavier García Albiol, hombre de futuro en el PP catalán, que consiguió la alcaldía de Badalona gracias a ese filón, organiza hoy grandes golpes de efecto con extranjeros al fondo. Esas perfomances quedan ahora reservadas para el político holandés Geert Wilder, del Partido de la Libertad, y para los energúmenos de la Liga Norte que llamaban “orangután” a la ministra Cecile Kyengue.

Hay algunos rasgos de la Liga en segmentos del discurso independentista vía Twitter, pero ERC y CiU toman distancias del partido de Umberto Bossi, Roberto Maroni y Matteo Salvini. Catalunya no es Padania, dicen. Y es verdad.

Hay admiración en la izquierda de la izquierda por la Syriza griega y por su líder, Alexis Tsipras, pero el candidato de Izquierda Unida, Willy Meyer, no parece precisamente un ateniense insurrecto. Bildu está en lo suyo. La Anova gallega interpreta a los irmandiños del siglo XV con Xosé Manuel Beiras al piano, y el Compromís valenciano plantea, seguramente, el experimento más interesante, con una candidatura floral y abierta titulada Primavera Europea. La formación probablemente más cercana a Syriza en lo esencial, la joven CUP catalana, ha decidido no acudir a estas elecciones, que considera una impostura.

Por la derecha el combate es otro: recolectar las decepciones del Partido Popular. El votante que no perdona lo de Bárcenas, el que no entiende los silencios de Rajoy, el que añora mucho a Aznar, el que ya habría suspendido la autonomía catalana y el que ya habría metido en la cárcel a Artur Mas… UPyD y Vox se disputan la cosecha. Ciudadanos también se mueve en ese plano, buscando una bisectriz en el ángulo que forman la derecha y la izquierda desencantadas.

Hay una inversión de los términos históricos. La singularidad española consiste hoy en no faltarle al respeto a la Unión Europea, cuando ello se ha convertido en moneda corriente en todos los países que firmaron el tratado de Roma (1957) y en la Europa oriental que saltó el muro en 1989 en busca de libertad y supermercados con estanterías hasta el infinito. Es de bien nacidos ser agradecidos. Fondos y ayudas por más de 200.000 millones de euros nos contemplan. La eurofobia española, que seguramente se está larvando, se halla hay recluida en un costoso e inútil túnel del AVE, tapiado por el Ministerio de Fomento. Algún día derribará la pared y saldrá del escondrijo. Pero eso ocurrirá más adelante.

El 25 de mayo español será un test de estrés del cuerpo institucional. Nivel de abstención y grado de resistencia de Cánovas y Sagasta. En las elecciones europeas del 2009, PP y PSOE sumaron el 82% de los votos emitidos. Esta vez pueden quedar por debajo del 60%. Ese será el primer indicador importante del 25-M.

Si el PP pierde, nervios e incertidumbres en el partido gobernante y colapso casi seguro del dossier Catalunya. Si el PSOE pierde de manera significativa, gravísimas dificultades para Alfredo Pérez Rubalcaba, seguramente insuperables, y las primarias socialistas en manos del aparato mediático y de la televisión comercial. Noviembre eléctrico.

En Catalunya, lo cuenta muy bien Jordi Barbeta en la página de al lado, Artur Mas se halla en la diana. Vuelve a estar en juego la posibilidad de un liderazgo efectivo del amplio magma catalanista. El Gobierno quiere verle hundido, para que Catalunya quede neutralizada por sus contradicciones internas.

Test de estrés, sobre un fondo europeo muy incierto y con Ucrania a medio paso de la guerra civil. Nunca tanta gente había pensado en no participar en unas elecciones tan importantes.

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