SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

La escapada de Duran Lleida

Un cierto aire de incomodidad flotaba en la despedida de Duran Lleida como secretario general de CiU. El líder de Unió negó que la consulta sea la causa de su adiós como número dos de la federación nacionalista. El president Artur Mas, con semblante más serio y grave de lo habitual, hizo intervenciones breves y muy categóricas en la misma dirección. En la hora del adiós se trataba de exhibir una unidad política entre las dos fuerzas de CiU que se ha deteriorado más allá de las habituales fricciones entre socios políticos. Nada volverá a ser igual entre los dos partidos.

Si los criterios comunes sobre el proceso soberanista hubieran podido sostenerse, aunque fuera con una aguja imperdible, no se habría producido la escapada de Duran Lleida, que no sabemos si es una salida gradual del foro de la política o bien estamos ante una calculada estrategia del dirigente de Unió, que es hoy uno de los políticos con más conocimiento del mundo exterior y con una agenda que le ha permitido entrevistarse con los grandes personajes del espacio democrático occidental a lo largo de muchos años. La semana pasada departía, como presidente de la comisión de Exteriores del Congreso, con la cúpula del poder en Teherán.

El mismo día que Duran escenificaba su ruptura controlada como secretario general de CiU, Miquel Iceta afirmaba en la radio que el PSC “paga el desgaste del proceso soberanista”. El nuevo secretario general de los socialistas catalanes ha tenido que tender todos los puentes posibles para que el partido no se le quedara derretido entre las manos.

El proceso iniciado por el Govern de Catalunya, con el apoyo de ERC y de la calle movilizada por la ANC, es un movimiento tectónico en la política catalana y española. Sería exagerado atribuir a la deriva independentista catalana todos los grandes cambios que se están produciendo en Catalunya y en España. Pero es una tendencia comprobable que siempre que Catalunya mueve la palanca para remover el statu quo en la política hispánica o para modificar sus relaciones con Madrid como representación del Estado las cosas no quedan de igual manera.

En el siglo XX la inestabilidad, el progreso y los cambios de los tiempos se producen primero en Barcelona, desde la Setmana Tràgica de 1909 hasta la proclamación de la República en 1931, pasando por la redacción de la vigente Constitución de 1978, que es un intento de políticos y juristas catalanes para contribuir a que, como decía Ernest Lluch, nos podamos sentir todos cómodos viviendo en el marco de un mismo ropaje político y jurídico.

El proceso del llamado derecho a decidir ha provocado manifiestos contrapuestos y paralelos de intelectuales, de empresarios y de los iconos del espacio mediático de Barcelona y Madrid.

Decía Claudio Magris en uno de sus ensayos que “mientras se está en el mar se es soberano, y cuando se desembarca, no se es más que un pobre diablo que se tambalea como un oso amaestrado”. Estamos en la travesía y todavía se valoran las cenas en la mesa del capitán del crucero y los bellos atardeceres con los enormes soles rojizos que se hunden por Occidente.

Duran Lleida sostiene que su retirada no es un movimiento tacticista, sino una decisión fruto de una reflexión profunda con sectores y personajes del ámbito de Unió Democràtica y de otros entornos sociales y económicos que quieren asegurarse más o menos de cómo serán las condiciones una vez que el crucero festivo de la consulta alcance tierra.

En el viaje se ha alterado el equilibrio de las fuerzas políticas catalanas. CiU perdió 12 escaños en el 2012 y las encuestas vaticinan que podría sufrir pérdidas semejantes en las próximas elecciones autonómicas. La bicéfala Iniciativa per Catalunya-Verds anda nerviosa entre la presión soberanista y el discurso social que practican fuerzas y movimientos de izquierdas que en las europeas cosecharon inesperados buenos resultados. En muchos casos se aboga por el derecho a decidir, pero no se apuesta tan claramente por la independencia.

El PP de Sánchez-Camacho se ha quedado sin discurso porque sigue las instrucciones elusivas de Rajoy, que actúa como el zar Alejandro mientras Napoleón incendiaba Moscú en 1812. Callar y aguardar en espera de que llegue el invierno y aparezcan con más insistencia, también en Catalunya, las tensiones sociales propias de las crisis de gran calado que vive la sociedad catalana al igual que la española y la europea. Ciutadans conseguiría réditos, aunque Oriol Junqueras sería el gran beneficiado de esta situación cambiante.

Duran defendió la consulta, pero afirmó que Unió no ha reflexionado todavía sobre las respuestas a las preguntas planteadas. Su sucesor en la federación, el conseller Espadaler, dijo ayer que la respuesta la decidirían en septiembre. Lo que se ha lanzado desde Catalunya no es una revolución, pero sí que supone una sacudida fuerte al Estado que se va cobrando víctimas políticas. No estaría muy seguro de que no se lleve también por delante el liderazgo y la presidencia de Artur Mas. Pienso que Duran se da cuenta de los disgustos que pueden deparar las urnas y toma distancia para adquirir fuerzas por lo que pueda venir. Se ha resistido a abandonar la política y seguirá en el Congreso. La incógnita es si se le ha pasado el arroz o no.

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