«El reto de Obama es que la mayoría de los estadounidenses no están viendo una recuperación. Son ya un 10% los desempleados y persiste la crisis en el mercado de la vivienda. Ellos han visto como el gobierno federal rescató a bancos, empresas financieras y compañías de automóviles, pero ellos mismos se sienten a la deriva, en espera del tipo de liderazgo decisivo para el empleo y la vivienda -tanto en términos de estilo como de fondo- que Obama prometió en 2008».
Admiramos la inteligencia de Obama y la manera cuidadosa con la que toma las decisiones. Se ha dicho que busca los untos de vista discrepantes con obstinación. Le dice a los estadounidenses la verdad. No queremos que el señor Obama se convierta en un caluroso populista, pero puede llegar a ser demasiado frío y muchas veces espera demasiado tiempo para reaccionar en los momentos importantes. Si los periodistas que cubren la Casa Blanca siguen haciendo bromas dentro de dos años sobre la comprobación del pulso del presidente, la nación estará en grandes apuros. (THE NEW YORK TIMES) LE FIGARO.- El fracaso de los demócratas corre el riesgo de ser percibido como una negación de la reforma comprometida por el presidente y de la que las encuestas muestran que descontenta a una mayoría muy heteróclita de norteamericanos. Retroceder ante la adversidad, y abandonar una medida que no hace sino recuperar un retraso acumulado por Estados Unidos respecto a los otros países desarrollados, sería en cualquier caso, para Obama, una señal de impotencia. El resto de su programa legislativo quedaría seriamente comprometido EEUU. The New York Times La elección de Massachusetts Si alguien debería haberlo visto venir, en Massachusetts, es el presidente Obama, el candidato de posibilidades remotas que cabalgó hacia la victoria electoral montado en una ola de impaciencia popular y en la capacidad de identificar y abordar las preocupaciones básicas de los votantes. Hay muchas teorías acerca de la importancia de la inesperada victoria de Scott Brown en la contienda por el anterior puesto de Edward Kennedy en el Senado. A nuestro juicio, no es ni remotamente un veredicto sobre la presidencia de Obama, ni equivale a un referéndum nacional sobre la reforma de salud, a pesar de que ha puesto patas arriba el esfuerzo para aprobar el proyecto de reforma, que Obama convirtió en el centro de su primer año. Obama ha hecho muchas cosas importantes sobre el medio ambiente y en asuntos exteriores, y en prevenir que el sistema bancario de la nación se derrumbe ante una crisis financiera que heredó. Sin embargo, parece haber perdido el contacto con dos cuestiones fundamentales para los estadounidenses: sus trabajos y sus viviendas. El reto de Obama es que la mayoría de los estadounidenses no están viendo una recuperación. Son ya un 10% los desempleados y persiste la crisis en el mercado de la vivienda. Ellos han visto como el gobierno federal rescató a bancos, empresas financieras y compañías de automóviles, pero ellos mismos se sienten a la deriva, en espera del tipo de liderazgo decisivo para el empleo y la vivienda –tanto en términos de estilo como de fondo– que Obama prometió en 2008. Obama tenía razón en presionar por la reforma de salud. Pero pasó mucho tiempo hablando con los demócratas y los republicanos reacios que nunca tuvieron la menor intención de apoyarlo. Se ocupó de actividades suplementarias, mientras los republicanos estadounidenses bombardeaban con palabras falsas pero eficaces sobre los paneles de la muerte y la toma de posesión del gobierno de sus consultas médicas. Y no desplegó la fuerza suficiente para explicar que el sistema de atención de la salud y la economía están profundamente interconectados o por qué los norteamericanos deben preocuparse por este problema en medio de una enorme recesión: si pierden sus puestos de trabajo, pierden su seguro de salud. Con bastante frecuencia, Obama no ha dicho o hecho lo correcto cuando se trata de la creación de empleo y la vivienda. Nombró a un equipo de economistas mezclado con la gente y las políticas que casi destruyen la economía. Adoptó compromisos que dieron lugar a una ley de estímulo que no era lo suficientemente grande o correctamente enfocada. Incluso ahora, a pesar de un nuevo tono populista bastante torpe, la carencia para el alivio de los graves problemas de los propietarios y la regulación financiera están en peligro de ser secuestrados por los grupos de interés bancario y la política partidista. La victoria del señor Brown, un republicano, debe hacer sonar las alarmas en la Casa Blanca. Lo más inmediato, pone en peligro la aprobación de una reforma que el país necesita desesperadamente. Los demócratas podrían tratar de que el Congreso apruebe pasar el proyecto de ley al Senado, aunque sus posibilidades parecen tenues, o como Obama pareció sugerir el miércoles, podrían buscar una rebaja de la ley que pudiera ganar el apoyo bipartidista. Ciertamente no deben tratar de embestir a una sesión conjunta Congreso-Senado en el Senado antes de que el Sr. Brown juramente su cargo. Los demócratas tenían un candidato excepcionalmente débil en Massachusetts, pero los resultados ponen en duda su competencia política táctica. El partido tiene ahora menos de 10 meses para hacerlo bien antes de las elecciones de mitad de período, cuando están en peligro de perder más escaños en la Cámara y el Senado. Es indiscutible que los republicanos se han asentado en una táctica de obstrucción, la desinformación y el miedo, pero es igualmente indiscutible que los demócratas no los han contrarrestado bien. Obama tiene tres años para mostrar el tipo de visión y liderazgo en la economía que hizo que resultara electo, no sólo porque sus posibilidades de un segundo mandato están en juego, sino porque el país necesita conseguir manejar el desempleo y las hipotecas o la incipiente recuperación económica podría convertirse en una década perdida o una recesión de doble inmersión, o en ambas. El presidente está luchando duro para una agencia de protección de los consumidores financieros, en parte porque lo ve como un elemento de la reforma financiera que la gente va a entender. Lo que el Sr. Obama tiene que entender es que es improbable que ese organismo sea tan eficaz como él se propone a menos que otras partes de la reforma financiera –la regulación de los derivados y la limitación de los bancos "demasiado grande para quebrar"– también sean robustas. Y los propietarios de viviendas necesitan un alivio hipotecario, no sólo tasas de interés más bajas, sino la posibilidad de renegociar y reestructurar los balances de sus préstamos. Admiramos la inteligencia de Obama y la manera cuidadosa con la que toma las decisiones. Se ha dicho que busca los puntos de vista discrepantes con obstinación. Le dice a los estadounidenses la verdad. No queremos que el señor Obama se convierta en un caluroso populista, pero puede llegar a ser demasiado frío y muchas veces espera demasiado tiempo para reaccionar en los momentos importantes. Si los periodistas que cubren la Casa Blanca siguen haciendo bromas dentro de dos años sobre la comprobación del pulso del presidente, la nación estará en grandes apuros. THE NEW YORK TIMES. 20-1-2010 Francia. Le Figaro El populismo en Norteamérica La derrota de los demócratas en Massachusetts es un golpe de intimidación que exige una respuesta resolutiva por parte de Barack Obama puesto que manifiesta la emergencia de un nuevo populismo, el de los Tea Party, en referencia a la revuelta fiscal anticolonial de Boston en 1773. Este movimiento nació hace un año con el plan de estímulo, como reacción a los miles de millones de dólares de dinero público para salvar a los grandes bancos. Más anti-stablishment que de derechas o de izquierdas, y muy influidos por los independientes, los Tea Party se oponen a toda extensión del papel del Estado federal y han conocido un éxito espectacular usando los métodos que dieron el triunfo a Obama en 2008, sobre todo gracias Internet. Es un fenómeno político que ha radicalizado a los republicanos y que va a obligar a Obama a bajar a la arena si quiere salvar su mayoría en las elecciones de medio mandato de noviembre. Perder el escaño de Ted Kennedy, en un Estado tradicionalmente favorable a los demócratas, es un indiscutible desaire. Pero más allá de este símbolo, es todo el programa de la Casa Blanca el que puede sufrir, puesto que los republicanos son ahora lo suficientemente numerosos en el Senado para bloquear la adopción de proyectos de ley. El vencedor de la elección parcial había transformado el escrutinio en un referéndum anti-Obama, Su éxito dice mucho acerca de la caída de popularidad de un presidente que obtuvo cerca del 62% de los votos en Massachusetts en 2008. El ahora senador Scott Brown también se presentó como el hombre que haría caer la reforma del sistema de salud. El argumento es un poco engañoso, puesto que su Estado es el único en Estados Unidos que dispone de una cobertura médica universal. Los electores, sin duda, no han estado dispuestos a pagar para que otros americanos disfruten de las mismas ventajas que ellos… El fracaso de los demócratas corre el riesgo de ser percibido como una negación de la reforma comprometida por el presidente y de la que las encuestas muestran que descontenta a una mayoría muy heteróclita de norteamericanos. Retroceder ante la adversidad, y abandonar una medida que no hace sino recuperar un retraso acumulado por Estados Unidos respecto a los otros países desarrollados, sería en cualquier caso, para Obama, una señal de impotencia. El resto de su programa legislativo quedaría seriamente comprometido. LE FIGARO. 20-1-2010