SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

La difí­cil gobernabilidad

Un nuevo mantra empieza a recorrer España, todavía de manera incipiente pero irá creciendo sin ninguna duda. Es el espantajo que han empezado a agitar algunos de que la difícil gobernabilidad, incluso la ingobernabilidad, nos amenaza. Las encuestas muestran una tendencia más o menos pronunciada a la caída de intención de voto tanto para el PP como el PSOE y el consiguiente crecimiento para IU y UPyD. La tendencia es clara, al menos de momento, a la ruptura del bipartidismo dominante, del duopolio de los nuevos moderados y progresistas de la nueva Restauración, bipartidismo que siempre ha beneficiado a los nacionalistas dando una situación de privilegio a los que no creen en un proyecto común y que incluso quieren romperlo. La moraleja de estos propagandistas es fácil de resumir: bipartidismo o caos.

Ciudadanos, la patria está en peligro, hay que defenderla, más en tiempos procelosos como los actuales con una crisis que todo lo envuelve. Ofrecen como solución el mantenimiento del “statu-quo”, de esta Restauración cuando resulta que ese “statu-quo” es el problema y no la solución. Cuentan para ello con fuerzas poderosas porque el Régimen no lo integran sólo esos partidos. El bloque hegemónico, el que manda e impone el pensamiento dominante, es mucho más amplio. A la cabeza quienes realmente son el poder como las grandes empresas sobre todo financieras y los principales medios de comunicación, una mera prolongación de ellos y que nunca son neutrales.

El PP y el PSOE viven en una cada vez mayor agitación interna inquietos por las posibles pérdidas de puestos de trabajo propios, ya bastante mermados en el segundo tras su última debacle. Algunas muestras: en el PP aparece un nuevo verso suelto, la todavía alcaldesa de Madrid Ana Botella que toca a rebato a recuperar las esencias para evitar la fragmentación de su partido. A este paso el único verso suelto va a ser Rajoy. El PSOE pasa de un día para otro de predicar el “federalismo asimétrico” al “federalismo social” (sic) y pide tras muchos años de gobierno denunciar el acuerdo con el Vaticano. Triple salto mortal. Además su, al parecer nuevamente partido hermano, el PSC, dice que no irá a la marcha de apoyo a la Constitución en Barcelona para no “levantar bajas pasiones”. ¿En que estarán pensando?

Pero no hay que inquietarse. Por encima de ocurrencias y aparentes enfrentamientos ambos partidos, PP y PSOE están de acuerdo en lo esencial que es mantener el Régimen y para ello los manotazos de ahogado se transformarán en abrazo para intentar salvarse conjuntamente. Temas como la no reforma de la ley electoral, ocupación de las instituciones desde el poder judicial hasta los organismos reguladores, ley de transparencia miope casi ciega, mantenimiento de cientos de reductos clientelares como municipios y Diputaciones y muchos más son tabú. Ahí no habrá enfrentamientos serios porque como es bien sabido con las cosas de comer no se juega.

De la ciudadanía en el momento de depositar la papeleta del voto, de elegir sabiamente, dependerá de que este estado de cosas se perpetúe o no. Los que abominan de los políticos y de la política tendrán oportunidad de optar y será su responsabilidad. Estar en la calle o no ir a votar o votar en blanco no es la respuesta. Más allá del bipartidismo y su acólito el nacionalismo hay vida.

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