«Alemania siempre ha impuesto su política, la mayoría de las veces de carácter extremadamente restrictivo. Ya en el inicio del Sistema Monetario Europeo, prevaleció la orientación deflacionista alemana que obligó a los participantes a mantener bajas tasas de inflación, pero también los forzó a porcentajes reducidos de crecimiento sin apenas creación de empleo. Esta política podía ser conveniente para el país germánico pero otras muchas naciones con circunstancias distintas tuvieron que pagar un alto precio en crecimiento, stock de capitales y competitividad.»
El segundo acto se ha roducido con la Unión Monetaria. Una vez más, Alemania dictó el modelo: un Banco Central Europeo cercenado y limitado y el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PE). En los momentos actuales, después de haber quebrantado el PE cuando le interesaba, Alemania vuelve a imponer su política restrictiva, que quizás convenga a su economía, pero que resulta suicida para otros muchos socios de la eurozona, entre los que se encuentra España. (PÚBLICO) EL PAÍS.- La prima de riesgo de los países periféricos europeos ha entrado a mediodía de hoy en una espiral desenfrenada que amenaza con arruinar la confianza en estos estados para salir de la crisis. Por segunda vez en los tres días que van de semana, España vuelve a los niveles previos a los test de estrés de principios del verano, que devolvieron la seguridad en el sistema financiero; la prima, además, se ha desbocado en Irlanda, donde a una hora del cierre sobrepasaba los 600 puntos básicos; y en Portugal (468 puntos básicos). La deuda griega también rueda sin frenos y no va mal en Italia, justo por detrás de España. EXPANSIÓN.- Los récords que bordea el riesgo país de España, por encima incluso de los 210 puntos básicos, agravó el castigo bursátil a Santander y BBVA. La banca arrastró otro 1,68% a un Ibex que cae a mínimos desde agosto, y que pierde un 5,3% en semana y media. Los mercados siguen estando en alerta, y más aún en vísperas de la cumbre del G-20, marcada por la ‘guerra de divisas’. Goldman Sachs ve cada vez más probable un ‘rescate’ de Irlanda y Portugal. Esta tensión se tradujo en nuevos récords históricos en las primas de riesgo de los dos países. El efecto contagio alcanzó de lleno a otros países de la periferia. La brecha en la deuda española alcanzó los 213 puntos básicos, al borde de sus máximos del inicio del verano. La banca española no pudo hacer frente a estas presiones. EL ECONOMISTA.- El dólar es nuestra divisa, pero es vuestro problema. Esta histórica sentencia lleva la rúbrica de John Connally. La formuló en 1971, al poco de ser nombrado secretario del Tesoro de Estados Unidos, para salir al paso de las preocupaciones procedentes de Europa después de que la mayor economía del mundo rompiera los lazos de su moneda con el oro y oficializara así la defunción de los Acuerdos de Bretton Woods, vigentes desde 1944. Casi 30 años después, las palabras de Connally conservan todo su significado.El dólar, claro está, continúa siendo el emblema de EEUU, pero representa un problema cada vez mayor para el resto de las economías del planeta. Opinión. Público La dictadura alemana J. F. Martín Seco La historia es antigua. La carencia en la Unión Europea de mecanismos verdaderamente democráticos ha conducido al establecimiento de la dictadura del país más rico y poderoso, Alemania. Alemania siempre ha impuesto su política, la mayoría de las veces de carácter extremadamente restrictivo. Ya en el inicio del Sistema Monetario Europeo (SME), prevaleció la orientación deflacionista alemana que obligó a los participantes a mantener bajas tasas de inflación, pero también los forzó a porcentajes reducidos de crecimiento sin apenas creación de empleo. Esta política, hasta la reunificación, podía ser conveniente para el país germánico que durante muchos años logró detener el proceso de revaluación del marco ganando competitividad frente al resto de los países occidentales, pero otras muchas naciones con circunstancias distintas tuvieron que pagar un alto precio en crecimiento, stock de capitales y competitividad. Hasta 1990, sin embargo, el sistema permitió a los países miembros cierta escapatoria a través de los mecanismos de control de cambios, pero esa posibilidad se cerró con el Acta Única y la libre circulación de capitales. El resultado es conocido, el fracaso del SME que, en la práctica, queda sin ninguna virtualidad en los primeros años noventa. El segundo acto se ha producido con la Unión Monetaria (UM). Una vez más, Alemania dictó el modelo: un Banco Central Europeo (BCE) cercenado y limitado y el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PE). El BCE se constituye como independiente del poder político democrático y, a diferencia del Banco de la Reserva Federal de EEUU, tiene como única finalidad el control de la inflación, desentendiéndose del crecimiento y del empleo, y además se le prohíbe expresamente financiar a los países miembros. Al mismo tiempo, se coloca a los estados un corsé innecesario, el PE, limitando el déficit y la deuda pública cuando, en todo caso, lo relevante desde la óptica de la UM sería la limitación del déficit y del superávit exterior, tal como ahora plantea EEUU y Keynes propuso, en los años cuarenta, en las negociaciones del Sistema Monetario Internacional. En los momentos actuales, después de haber quebrantado el PE cuando le interesaba, Alemania vuelve a imponer su política restrictiva, que quizás convenga a su economía, pero que resulta suicida para otros muchos socios de la eurozona, entre los que se encuentra España. PÚBLICO. 10-11-2010 Economía. El País El riesgo periférico se desboca La prima de riesgo de los países periféricos europeos ha entrado a mediodía de hoy en una espiral desenfrenada que amenaza con arruinar la confianza en estos estados para salir de la crisis. Por segunda vez en los tres días que van de semana, España vuelve a los niveles previos a los test de estrés de principios del verano, que devolvieron la seguridad en el sistema financiero; la prima, además, se ha desbocado en Irlanda, donde a una hora del cierre sobrepasaba los 600 puntos básicos; y en Portugal (468 puntos básicos). La deuda griega también rueda sin frenos y no va mal en Italia, justo por detrás de España. El bono de deuda español a diez años respecto al bund alemán, el bono de referencia en Europa para medir la prima de riesgo, se ha situado en torno a los 210 puntos básicos a las 16.30 horas; en ese momento, el Ibex 35 caía por debajo del 2%, tras una jornada dubitativa, ora en positivo ora en negativo. Santander y BBVA encabezan las pérdidas. Peor que la Bolsa de Madrid solo ha estado la de Milán, con descensos ligeramente superiores. La elevada prima de riesgo, cuya rentabilidad ha hollado el 4,500%, ha escalado pasadas las cuatro de la tarde hasta doce puntos básicos. Peor les han ido las cosas de momento a Irlanda (49 puntos básicos), Portugal (29 puntos básicos) o Grecia (14 puntos básicos). Y es que la confianza en la solvencia de los periféricos se encuentra bajo mínimos. EL PAÍS. 10-11-2010 Última hora. Expansión La deuda castiga a la banca y desinfla al IbexLos récords que bordea el riesgo país de España, por encima incluso de los 210 puntos básicos, agravó el castigo bursátil a Santander y BBVA. La banca arrastró otro 1,68% a un Ibex que cae a mínimos desde agosto, y que pierde un 5,3% en semana y media. Los mercados siguen estando en alerta, y más aún en vísperas de la cumbre del G-20, marcada por la ‘guerra de divisas’. China se ha encargado de calentar el ambiente con otro incremento de las reservas de capital exigidas a su banca, y hasta con una rebaja de ráting a EEUU. Pero ni siquiera China ha podido relegar a un segundo plano la convulsión que vive el mercado europeo de deuda pública. Goldman Sachs ve cada vez más probable un ‘rescate’ de Irlanda y Portugal. El primero de estos países, además, veía cómo LCH Clearnet encarecía sus ‘seguros’ sobre deuda irlandesa, y Portugal saldaba su subasta de hoy con los mayores costes de emisión desde la introducción del euro. Esta tensión se tradujo en nuevos récords históricos en las primas de riesgo de los dos países. En Irlanda alcanzaba hoy los 632 puntos básicos, y los 475 puntos en Portugal, según datos de Reuters. El efecto contagio alcanzó de lleno a otros países de la periferia. La brecha en la deuda española alcanzó los 213 puntos básicos, al borde de sus máximos del inicio del verano. La banca española no pudo hacer frente a estas presiones. El correctivo, además, estuvo comandado por sus dos mayores exponentes. Santander igualó con Mapfre en el ránking de las mayores caídas del Ibex (-2,94%), justo por delante de BBVA (-2,71%). Sus derechos de ampliación se desinflaron un 14,6%, hasta los 0,275 euros. El Ibex, al menos, se ajustó hoy al varapalo sufrido por el conjunto de la renta variable europea, a diferencia de lo que sucede durante lo que va de noviembre. En apenas semana y media, el índice selectivo pincha un 5,3%. La caída de hoy, del 1,68%, deja al Ibex en mínimos desde agosto. EXPANSIÓN. 10-11-2010 Opinión. El Economista El problema del mundo es el dólar Pedro Calvo "El dólar es nuestra divisa, pero es vuestro problema". Esta histórica sentencia lleva la rúbrica de John Connally. La formuló en 1971, al poco de ser nombrado secretario del Tesoro de Estados Unidos, para salir al paso de las preocupaciones procedentes de Europa después de que la mayor economía del mundo rompiera los lazos de su moneda con el oro y oficializara así la defunción de los Acuerdos de Bretton Woods, vigentes desde 1944. Casi 30 años después, las palabras de Connally conservan todo su significado. El dólar, claro está, continúa siendo el emblema de EEUU, pero representa un problema cada vez mayor para el resto de las economías del planeta. ¿Por qué motivo? Por la dólardependencia que sufre el mundo. Es decir, porque la hegemonía cambiaria que posee la divisa norteamericana desde los años posteriores al fin de la Primera Guerra Mundial ha desembocado en un planeta demasiado enganchado al billete verde y, por tanto, muy vulnerable a todo cuando acontezca con el dólar. Las cifras así lo constatan. Según los últimos datos del Banco Internacional de Pagos (BIS, en sus siglas en inglés), el dólar está presente en el 85 por ciento de las transacciones mundiales de divisas. Y el Fondo Monetario Internacional (FMI) certifica que en torno al 60 por ciento de las reservas mundiales en moneda extranjera están denominadas en dólares. Teniendo en cuenta que las reservas globales se han disparado de 1,3 a 8,4 billones de dólares en los 15 últimos años, en el mundo hay ahorrados alrededor de 5 billones de dólares en billetes verdes. Además de confirmar que el globo gira al son del dólar, estas estadísticas revelan un dilema ya denunciado a mediados del siglo XX por el economista belga Robert Triffin. Sostenía que el mundo no podía tener una única divisa de referencia, porque eso obligaría a que dicho país fuera acumulando unos crecientes desequilibrios por cuenta corriente con los restantes países, que a su vez pasarían a poseer mayores cantidades de esa moneda. La situación se prolongaría hasta que esos socios perdieran la confianza esa la divisa hegemónica y comenzaran a deshacerse de ella, con la depreciación correspondiente. Malestar creciente ¿Es posible que este riesgo se manifieste con respecto al dólar en estos momentos? No. No sería sensato que, por ejemplo, China saliera al mercado a vender los aproximadamente 1,7 billones de dólares que tiene en su despensa (el 66 por ciento del total de sus reservas), puesto que eso equivaldría a tirarse piedras contra su tejado, ya que el valor de sus ahorros actuales caería en la misma proporción en la que lo hiciera el dólar. Ahora bien, eso no significa que los socios de EEUU no puedan hacer nada. Es más, todo indica que tratarán de aprovechar la cumbre del G-20 que comienza mañana en Seúl (Corea del Sur) para alzar su voz. Sobre todo, por el malestar que genera el hecho de que, por un lado, el billete verde preserve su condición hegemónica, como es propio de la divisa de la mayor potencia del mundo, y por otro, que esa supremacía no impida que las autoridades norteamericanas emprendan políticas o medidas que persigan, precisamente, debilitar el valor del dólar para obtener así la correspondiente ventaja competitiva. Todo ello, en un contexto en el que el secretario del Tesoro, Timothy Geithner, sostiene que EEUU aún defiende la política de "dólar fuerte" instaurada en los años 90. Esta dualidad está caldeando el ambiente en las horas previas a la Cumbre. Más aún después de la última medida de la Reserva Federal (Fed), el banco central norteamericano, que el pasado miércoles decidió imprimir 600.000 millones de dólares adicionales. La versión oficial es que lo hizo para reforzar la recuperación económica y luchar contra la deflación o caída de los precios; la oficiosa indica que con esa inyección pretende acelerar la debilidad del billete verde. "Semejante movimiento crea problemas para el resto del mundo porque, en efecto, Estados Unidos está arrebatando crecimiento de Europa y Japón, en un ejemplo de la clásica política de empobrecer al vecino a través de las devaluaciones", certifica Keith Wade, economista jefe de la gestora Schroders. "La decisión de la Fed complica la resolución del conflicto relativo a las tentaciones proteccionistas que pueden estar incubándose por la batalla cambiaria derivada de la marcada depreciación del dólar en las últimas semanas", agregan los expertos de Banif. Este entorno introduce un nuevo elemento que puede modificar las directrices cambiarias de los últimos años. Hasta la fecha, EEUU, secundada por Europa, ha llevado la voz cantante y ha impuesto la tesis de que es China, con su política de apreciar de forma gradual el yuan, la que alimenta de manera principal los desequilibrios globales. Pero esta vez la delegación norteamericana presente en Seúl deberá defenderse, puesto que incluso las autoridades europeas han criticado esta semana la última actuación de la Fed y la búsqueda de un dólar más débil. Sin intereses comunes Sobre este caldo de cultivo, la reunión de Seúl cobra una nueva dimensión. Puede acoger un acontecimiento histórico, consistente en que los mercados emergentes podrían decirle a la cara a Estados Unidos que resulta necesario orquestar un nuevo orden financiero internacional en el que el dólar deje de ser el pivote central. Se sumaría al esperado llamamiento a que sea el mercado, y no la mano visible de las respectivas autoridades, el que determine el tipo de cambio de las divisas. Pero el consenso puede acabar ahí. Porque en todo lo demás hay fisuras. Para empezar, habría que buscar sustituto al dólar. El sistema de los derechos especiales de giro (DEG) se antoja demasiado complejo de articular y el euro y el yuan chino no parecen estar demasiado dispuestos a ser las divisas hegemónicas. ¿Y un nuevo acuerdo cambiario, al estilo del alcanzado en Bretton Woods en 1944? Resulta complicado. Los expertos, de hecho, lo descartan por un motivo principal: la ausencia de intereses comunes. Es más, ésta es la esencia misma de la denominada Guerra de las Divisas, en la que las naciones recurren a las devaluaciones competitivas (u otras alternativas) como armas proteccionistas con las que defender sus intereses. ¿Y unos pactos menos pretenciosos que los de Bretton Woods, similares a los del Hotel Plaza en 1985 o del Louvre en 1987? Los analistas tampoco lo creen probable. Hace dos décadas, esos acuerdos se sellaban en el G-5 o en el G-7. Ahora, habría que poner de acuerdo a 20 países, lo que dificulta la adopción de acuerdos. La paradoja, por tanto, está servida: el mundo sabe que debe desengancharse de su dólardependencia, pero no encuentra el modo de hacerlo. EL ECONOMISTA. 10-11-2010