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La deuda odiosa

¿Computarán los fallos de la troika, y de cada uno de sus componentes, en la negociación sobre la reestructuración de la deuda griega? No se puede olvidar, por ejemplo, la autocrítica que se hizo el FMI en junio de 2013. Ahora es el momento de conocer si era sincera y tendrá consecuencias o sólo un brindis teórico al sol.

En aquel momento, The Wall Street Journal (corroborando que en ese periódico una cosa es la opinión y otra la información) sacó un informe confidencial del FMI que obligó a que fuese hecho público a continuación. En él se llegaba a la conclusión de que había habido “notables errores” en el diseño del primer plan de rescate a Grecia, por lo que el organismo multilateral había subestimado el daño que sus recetas de austeridad causarían en la economía griega. En sus ciudadanos.

El FMI consideraba, como aspectos positivos, que se había evitado que Grecia entrara en quiebra y que se contenía el contagio al resto de los miembros de la zona euro. Pero ponía dos enormes cauciones. Primera, que la caída del PIB griego y el incremento del paro, y como consecuencia el empobrecimiento de la población y la reducción de la protección social, habían sido muy superiores a lo calculado por su servicio de estudios. En este aspecto arreaba también a la Comisión Europea por su método de gobernanza: al tomar las decisiones por consenso, mostraba escaso éxito a la hora de poner en práctica las medidas, sin tener experiencia en la gestión de este tipo de crisis.

La segunda caución todavía era peor: sus cálculos sobre la evolución de la deuda pública (en aquellos momentos, un 130% del PIB) habían fallado “por un amplio margen” (hoy, en el 175% del PIB). Dice el documento que la quita de la deuda pública en manos de los inversores privados que se incluyó en el segundo rescate se hizo con retraso, que una reestructuración de la deuda pública desde el principio hubiera sido mejor para Grecia, aunque no era aceptable para sus socios europeos. El retraso permitió a muchos inversores privados reducir su exposición y trasladar la deuda a los inversores públicos. Esta transferencia fue relevante y limitó la quita a los acreedores privados, dejando a los contribuyentes y al sector oficial con la mayor parte del endeudamiento.

El FMI también atribuye la resistencia de algunos países de la zona euro a que sus bancos (principalmente alemanes y franceses) poseían demasiada deuda emitida por el Gobierno griego, y también a que esos bancos tenían títulos de otros países periféricos, lo que hubiera multiplicado el contagio.

Con el conocimiento de tales fallos no se puede mirar hacia otro lado. El economista jefe del FMI, Olivier Blanchard, ha reconocido que los multiplicadores fiscales en los que se había basado el organismo para estimar el impacto de los ajustes presupuestarios en el crecimiento habían sido demasiado pequeños. Es decir, que la austeridad impuesta por la troika había agravado la recesión más de lo previsto.

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