SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

La debilidad del PSOE

Después de las elecciones gallegas y vascas, los dirigentes del PSOE se han conjurado para mantener la discreción interna. Alfredo Pérez Rubalcaba compareció asumiendo su responsabilidad, defendiendo la moderación y reclamando tiempo para desarrollar un proyecto iniciado hace cinco meses. Pero si se produce un resultado muy negativo en Catalunya, la capacidad de Rubalcaba para resistir al frente del PSOE quedará tocada. Ya ha habido brumosos movimientos internos cuestionando su figura; y ha contribuido a dotarles de consistencia el comportamiento ambiguo de José Antonio Griñán, el último líder socialista con poder institucional. Si los resultados en Catalunya confirman el declive, la crisis del PSOE estará servida. Lo que dejará a España en manos de un único partido confrontado a los planteamientos del catalanismo y del vasquismo. No es descartable el intento que hacen algunos sectores de encastillar al PSOE en Andalucía.

Muchas son las causas del decaimiento de la izquierda. Algunas de ellas son imputables a los éxitos de la derecha, que desde hace años abandera la libertad y el progreso. Encabezando el discurso de ciudadanía en la lucha contra el terrorismo etarra, José María Aznar arrebató a la izquierda la bandera de la libertad y reconstruyó el nacionalismo español sintetizando la nación tradicionalista con el patriotismo cívico. Animando el capitalismo popular (liberalización del suelo, causa directa del mal hipotecario actual), Aznar logró seducir a las clases medias urbanas, que abandonaron al PSOE. Respondió el PSOE a los retos de Aznar, con un discurso en el que se mezcló el resistencialismo conservador (apelar al riesgo de erosión del Estado de bienestar) con un radicalismo ético. Esperaba dividir a los votantes del PP entre conservadores y liberales. Buena parte del liderazgo de José Luis Rodríguez Zapatero respondió a esta voluntad de dividir al PP y reconquistar la bandera de la libertad: intento de forzar la pacificación de Euskadi, matrimonio gay, memoria histórica; apoyo inicial al nuevo Estatut de Catalunya. Pero debido a la precipitación y la inconsistencia política de Zapatero, estos intentos chocaron con la fuerza política y mediática del patriotismo que había cristalizado con Aznar. Fracasó Zapatero en su intento de articular una nación plural alternativa a la del PP. La debilidad del PSOE quedaba en evidencia incluso cuando ganaba: colectaba muchos votos contra el PP, más que a su favor.

La crisis económica confirmó la inconsistencia de Zapatero. Sus bandazos fueron enormes: negar la crisis, improvisar políticas de gasto, ocultar el problema bancario y, finalmente, aceptando el dictado europeo, cambiar radicalmente la política económica iniciando los recortes y el ahorro que el PP sigue implementando. El giro copernicano de Zapatero dejó en evidencia que el PSOE aceptaba su impotencia. Esta impotencia es la que los electores no olvidan; previsiblemente, no la olvidarán en los próximos años. El trance del PSOE tiene dos componentes: uno de carácter nacional español (el PSOE ha perdido su mayor virtud, la capacidad de articular la sociedad española en su complejidad, y sufre por el empuje del PP que pretende encarnar la españolidad); y otro de carácter internacional: gane o pierda las elecciones, la socialdemocracia europea sufre de impotencia. Pretende reformar con los instrumentos del Estado un sistema económico liberal que, con la globalización, ya no tiene carácter estatal sino global.

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