Cultura en Crisis I

La Cultura no es la niña bonita.

En los últimos meses venimos asistiendo a un acelerado empeoramiento de las condiciones de vida; la crisis ya es recesión. Primero fue internacional con barras y estrellas, después llegó al ladrillo español mostrando una cruda realidad: nadie nos la trajo, habí­a sido parida en suelo español. A continuación ha hecho temblar los cimientos de la histórica industria automovilí­stica, extendiendo, junto a la inmobiliaria, la crisis a todos los sectores de la producción, los comerciales y de servicio. Es imposible ya tratar prácticamente cualquier tema sin preguntarse ¿cómo repercutirá aquí­ la crisis?

La Cultura no es la niña bonitaComo no iba a ser menos, al mundo de la cultura le ha llegado su hora. Las editoriales, las discográficas y las cadenas de televisión ya se han aretado los machos porque la que está cayendo anuncia tiempos más que difíciles. Las consecuencias en este particular universo del saber, el disfrute y el comercio no han de preverse diferentes a las de otros sectores; la tendencia a la concentración. Pero al mismo tiempo y, como no podía ser de otra manera, las fórmulas a las que se recurre para salir al paso adoptan formas muy peculiares, agudizan el ingenio y, sobre todo, hacen aflorar realidades que antes desconocíamos.La creatividad cuesta dineroA falta de que la Federación de Gremios de Editores de España haga públicos los datos definitivos, ya se aventura que las ventas en el 2008 habrán crecido un 3% respecto a los 3.200 millones de euros del 2007. Pese a esto las editoriales se han dado cuenta de que es absurdo pensar que la crisis no les va a afectar. Por eso han emprendido la carrera del ahorro y la ampliación del mercado. Por una parte prevén reducir hasta un 30% la edición de novedades, permitiendo incluso a los sellos intermedios mantenerse y sudar a los independientes. Una editorial como Barataria ha tenido que ajustar a 12 los títulos que ofrece. Esto va a ir acompañado de “echar mano a los fondos”, sacando a la venta antiguos best-sellers o compilando en un mismo tomo varias obras de un mismo autor. De nuevo quien tiembla son los pequeños. ¿Quién dispone del capital necesario para mantener las ganancias reduciendo los nuevos títulos en un mercado de alta caducidad?, ¿y quien posee los derechos sobre fondos de títulos acumulados como para abastecer sus necesidades – especialmente con el método más accesible “clásicos en formato de bolsillo -?. Desde luego no las independientes o las pequeñas sectoriales, y mucho menos las que, por ejemplo, se dirigen a sectores profesionales muy específicos como el de los arquitectos, directamente afectados por la debacle del ladrillo. A parte de una práctica eliminación de los ejemplares de encuadernación costosa, los reajustes en el número de ejemplares y el uso de las nuevas tecnologías tienen las mismas consecuencias. Con una edición muy limitada solo puede sobrevivir quien tenga capacidad de reposición de ejemplares inmediata, en un máximo de 24 horas. De igual manera, en su vertiente más creativa, poder llegar a los libreros promocionando las novedades a través del móvil o del llamado marketing viral en Internet supone un nivel de gastos gigantesco. Continua…

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