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La cuadrilla del Eurogrupo, ¿ante quien responde?

Ya sé que es vano hacer preguntas sobre la responsabilidad de las instituciones comunitarias, que son profundamente antidemocráticas, pero de alguna manera habrá que empezar a poner los puntos sobre las íes a la vista de los estropicios que causan sus decisiones en el conjunto de la Unión Europea. La penúltima, la de Chipre: hace una semana decidieron un rescate en el que a todos los males de los anteriores le añadieron la guinda de la confiscación parcial de los depósitos bancarios. Se organizó tal escándalo que los componentes del Eurogrupo negaron ser autores de semejante fechoría y sólo les faltó culpar a algún ordenanza de la institución. Entretanto, la marea de las pérdidas en la deuda pública y en las bolsas europeas amenaza con arrasar el castillo de naipes construido alrededor del euro. La tormenta de la desconfianza arrecia y los más perjudicados son los países del sur, con el nuestro a la cabeza. Por eso, alguien debería responder y bajarse del podio de las baladronadas y de los experimentos. A todos se ha enfrentado, por vez primera, el pequeño y digno Parlamento de Chipre. Con su decisión ha demostrado que la troika es un tigre de papel.Eurogrupo y troika, actores fracasadosHace tres años que el Eurogrupo, formado por los ministros de economía y finanzas de la UE, viene adoptando decisiones para conjurar la interminable crisis financiera que ha devenido en desconfianza sobre el porvenir de la moneda única y sobre las garantías de la deuda de los países más frágiles de la Unión Monetaria. Dichas decisiones conforman las famosas políticas de rescate que se iniciaron en Grecia, en la primavera de 2010, y que ahora buscaban un experimento más sofisticado en Chipre. Las consecuencias de lo actuado a lo largo de estos años están a la vista: los países víctimas van empeorando no sólo en términos económicos sino también en cohesión social y en confianza democrática. Sus gobernantes son denostados o despachados en cuanto los ciudadanos tienen ocasión de hacerlo y el ideal europeo ha dejado de serlo para convertirse en tormento. Pero la arrogancia del poder ha impedido el reconocimiento de los errores y la bola de nieve del descontento sigue girando y creciendo peligrosamente en el Continente. Son años de pesadilla que no presagian nada bueno.La irresponsabilidad del Eurogrupo afecta además a la Comisión y al BCE que, a pesar de disponer de todos los elementos de juicio y de infraestructuras técnicas dotadas generosamente, no aciertan. Y llega el momento de preguntarse, sobre todo ante lo ocurrido en Chipre, ¿es pura incompetencia? ¿o es algo más?, me refiero a si todo forma parte de un plan para preparar la voladura de un proyecto, el del euro, que ya no se considera útil para los que lo patrocinaron. En la niebla de la confusión son legítimas todas las preguntas y cualquier respuesta, pero, con plan o sin él, hay que tener claro que si Chipre se desengancha del euro, de grado o por fuerza, y los chipriotas sobreviven contra viento y marea, se habrá roto el tabú de la indisolubilidad de la Unión Monetaria. Conviene no olvidar que Chipre tiene una situación geoestratégica que le confiere un gran valor añadido a la hora de decidir su futuro. No están tan indefensos como parece. Las consecuencias son fáciles de prever, sobre todo en aquellos Estados que están experimentando en las carnes de sus ciudadanos las políticas de hierro de los rescates. Hipocresía sobre Chipre y los paraísos fiscalesCon el fin de justificar el gran error de la decisión sobre Chipre, se expanden las explicaciones más variopintas acerca de la economía y de las finanzas de esa isla mediterránea: que si es un paraíso fiscal, que si es un lavadero de dinero ruso etc. No pongo en duda que sea así, pero me parece un ejercicio de hipocresía porque la industria financiera chipriota, como la de otros paraísos fiscales de la Unión Europea, no ha nacido ayer, tiene solera y ya existía cuando ese país ingresó en el euro el año 2008. O sea, que el rasgado de vestiduras sobre rusos y dineros negros suena a novela de la Guerra Fría o a carnaza para consumo de los mass media para justificar otro atropello. Esperemos que algún día nos cuenten las razones verdaderas. De momento, me quedo con las evidencias: la improvisación de los responsables comunitarios y las inercias de lo que ya se ha hecho con otros países más obedientes. En esas condiciones, hablar de planes B o C es un acto de benevolencia intelectual y política para quienes dirigen el tinglado europeo. Cuando esto se publique ya se habrá alumbrado otra barrabasada. En todo caso, el mal ya está hecho e irá a más.Tanto ha ido el cántaro a la fuente de los despropósitos que ha terminado por romperse por un asunto aparentemente menor. Casi siempre sucede: hágase memoria del pasado y muchos de los conflictos o convulsiones vividas nacieron por incidentes menores, aunque siempre había un caldo de cultivo favorable. Y eso es lo que, a mi juicio, da dimensión a la crisis chipriota: el hartazgo por el sufrimiento, la negación del futuro y la dominación arrogante de unos pocos, que han sembrado miserias y amargura por doquier, convierten en irrespirable la política europea. Por eso, vuelvo al principio ¿ante quién responden los autores del desastre?

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