Caen las exportaciones, cierran miles de fábricas

La crisis llega a China

Ni siquiera la última revisión al alza del crecimiento del PIB chino en 2007 -que ha pasado de la estimación calculada hasta ahora del 11,9% al 13%- que coloca al gigante asiático como la tercera economí­a del mundo, por encima de Alemania, le hace inmune a la crisis. La ralentización de las exportaciones manufactureras a los paí­ses occidentales -base del crecimiento económico del paí­s en los últimos 20 años- en el último trimestre del año está provocando el cierre de miles de empresas, con la consiguiente destrucción de millones de empleos.

La virulencia de la recesión que golea a las economías más desarrolladas está provocando un severo impacto en la economía china. No podía ser de otra manera debido al modelo de crecimiento seguido por la economía china desde el inicio de las reformas a finales de los años 70. Una economía industrial volcada en la exportación hacia los mercados con mayor poder adquisitivo del mundo, tenía que reflejar necesariamente las consecuencias de la contracción de estos mercados. La crisis va a obligar a los dirigentes chinos a un replanteamiento, si no completo sí importante, de este modelo.Para el año 2009, el Banco Mundial prevé que la economía china crezca un 7,5%, prácticamente lo mismo que el gobierno chino que lo sitúa en el 8%. En ambos casos sería el crecimiento más bajo de los últimos 20 años. Otras instituciones como el Fondo Monetario Internacional o el servicio de estudios del banco británico Royal Bank of Scotland pronostican un descenso mucho más acusado, limitando el crecimiento para este año al 5%.En todo caso, el propio presidente de la República, Hu Jintao, manifestaba semanas atrás que la economía china se enfrenta a un desafío de tal magnitud, que va a poner a prueba “la capacidad del Partido Comunista para gobernar”.De momento, y mientras los efectos de la crisis en las economías desarrolladas siguen cerrando fábricas a una velocidad inaudita en las regiones más industrializadas de China, el Gobierno ha dispuesto un paquete de medidas que suma un total de 360.000 millones de euros cuyo objetivo, además de estimular el consumo interno para contrarrestar la caída de las exportaciones y la inversión externa, camina ya en la dirección de introducir significativos cambios en el modelo de desarrollo económico seguido hasta el momento.Como refleja el ideograma chino que expresa el concepto de crisis –y que resulta de la combinación de otros dos, peligro y oportunidad– la economía china, si bien no es inmune a la crisis, sí está en mejores condiciones para enfrentarla que la mayoría de países del mundo. De un lado por las enormes reservas de capital y ahorro acumuladas a lo largo de 30 años de crecimiento ininterumpido a un ritmo medio cercano al 10%. Acumulación que le permite afrontar el inicio de la crisis con las mayores reservas de divisas atesoradas por ningún otro país del mundo. A diferencia, por ejemplo, de España, el país con mayor déficit per cápita del planeta, China es el país con el mayor superávit comercial del mundo. Y ahora ese superávit puede ser utilizado para reconvertir el modelo de crecimiento e inyectar en la economía los estímulos necesarios para activar la demanda y el consumo sin necesidad de recurrir a una financiación exterior cada vez más escasa y difícil.De otro, por el alto grado de unificación de la dirección política del país y del Estado, lo que le permite, una vez establecidos los objetivos de esta nueva fase, movilizar al conjunto de la nación y hacer que marche al mismo paso. Por último, porque pese al alto nivel de interdependencia al que el desarrollo de la globalización ha sometido a todas las economías del mundo, el grado de independencia política del que disfruta China le permite actuar de acuerdo con sus intereses nacionales, sin que ninguna fuerza externa tenga capacidad para intervenir o influir de forma considerable en la fijación de su nueva política.Avanzar en la creación de una economía en la que la mayoría del pueblo pueda llevar “una vida modestamente acomodada” es el reto que enfrenta China. Activar el consumo interno –lo que implica una serie de mejoras necesarias en las condiciones de vida y trabajo: seguridad social, pensiones, mejoras salariales, expansión del mercado interno, elevación de la capacidad adquisitiva de la mayoría,..– y trabajar en la dirección de construir una especie de Estado del Bienestar con características chinas es el desafío del momento actual con el que se han comprometido los dirigentes chinos como el medio de enfrentar la crisis internacional. De conseguirlo, habrán dado un nuevo salto cualitativo en su desarrollo.

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