La dependencia energética que pagamos todos

La criada puede ensuciar

Por delante de cualquier consideración medioambiental la cuestión pone de manifiesto la extrema dependencia de nuestro paí­s respecto a los derivados de combustibles fósiles.

¿Acaso contaminamos ara el productivismo exacerbado de naciones como China, cuyos índices de contaminación son fruto de la producción energética e industrial que sustentan su crecimiento en riqueza y empleo? No. España ha basado su crecimiento en la construcción y los servicios. Detrás de sus elevados porcentajes de producción de CO2 se encuentra uno de los peores índices de eficiencia energética de Europa. Eso es, la cantidad de energía que hace falta para producir una unidad del PIB es de las más altas. Eso significa que una buena parte de la emisión de CO2 en España es fruto de los transportes por carretera y otra es fruto de la actividad de las compañías eléctricas que suministran electricidad a una economía que no es, en lo fundamental, productiva, sino de servicios. Por debajo de las elevadas emisiones de CO2 y, por tanto de la compra de CO2 a Polonia, no hay un cambio en el modelo económico y por tanto el peaje a pagar por una apuesta industrial. Es el reconocimiento de las grandes potencias a las que aportamos la mano de obra y los servicios, de que podemos ensuciar. Eso sí, pagando. El respeto medioambiental, si no cuestiona la dependencia política, económica y energética nos perpetúa en el papel de criada de otros. Sólo la puesta en marcha de un proyecto industrial y productivo, y la investigación para desarrollar fuentes energéticas propias (renovables, nuclear) nos puede sacar del pozo. MUCHA ENERGIA, POCA PRODUCCIÓN Las mayores emisiones se deben a la generación de electricidad y al transporte por carretera. En el transporte por carretera las emisiones están desbocadas, pues se han duplicado desde 1990 (crecieron un 97% entre 1990 y 2007). Sector energético. Es el mayor responsable del conjunto de las emisiones, y el auténtico nudo gordiano, pues en 2007 representó el 78,7% del total, con un aumento del 63,4% respecto a 1990. Los procesos industriales distintos a la combustión, como la producción de cemento, industria química y metalúrgica, representaron en 2007 el 8%, con un aumento del 33% respecto al año base de 1990, inferior a la media(…) La agricultura y la ganadería representan el 10,6% del total de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) equivalente, con un aumento del 14% respecto al año base, muy inferior al de los otros sectores emisores. (Informe CCOO sobre emisiones de CO2 en 2007) UN PROBLEMA POLITICO Durante los últimos 10 años, el consumo español de gas natural ha aumentado a un ritmo del 15% en términos medios anuales. Desde 1993, el consumo de gas en España ha crecido casi un 275% y ahora constituye más del 16% de la mezcla de energía utilizada (más que cualquier otra energía tradicional, salvo el petróleo, que representa el 53%). Hoy en día, el petróleo y el gas juntos representan el 70% de la mezcla de energía primaria consumida por España (frente al 62% en 1990), un nivel mucho más alto que el promedio europeo (64%) y un indicador de que España es incluso más dependiente de los principales hidrocarburos que los demás países avanzados (65% en EEUU, 64% en la OCDE y 61% en el mundo). (…) En términos generales, España depende en la actualidad de un grupo reducido de países para sus importaciones de energía, principalmente Rusia, Argelia, Nigeria, Libia, Arabia Saudí y México (…) Dado que el mercado de petróleo es fungible e internacional, España sigue siendo particularmente sensible a choques del precio en un mercado que –debido a su actual escasa producción ociosa (menos del 2% del consumo mundial)– padece una gran volatilidad de precios… llegamos rápidamente a la conclusión de que la economía española padece un alto grado de riesgo político. (Real Instituto Elcano: LA DEPENDENCIA ENERGÉTICA Y LOS INTERESES DE ESPAÑA. Análisis Paul Isbell, marzo 2006)

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