La credibilidad norteamericana en riesgo

«Las posibles repercusiones de una rebaja incluyen un déficit aún mayor, en tanto que mayores tasas de interés aumentan los costos de endeudamiento para el gobierno, así­ como mayores costos del crédito para empresas y consumidores. Como el dinero que podrí­a haber sido gastado o invertido se deberá usar para pagar la deuda, la desaceleración de la economí­a se incrementarí­a aún más y el desempleo aumentarí­a»

No menos imortante, la rebaja sería un duro golpe a la credibilidad y el prestigio de América, que se vería empeorado por llegar tan poco tiempo después de que estallara en Estados Unidos la crisis financiera mundial. Como el corresponsal del periódico alemán Die Welt escribió hace unos días, "La crisis americana del siglo XXI podría traer la caída de la potencia dominante del siglo XX." Eso puede ser exagerado. Pero nadie puede encogerse de hombros. Los mercados y el resto del mundo están preocupados, y deben estarlo. Todos debemos estarlo. (THE NEW YORK TIMES) DIARIO DEL PUEBLO.- Durante la primera visita a África del primer ministro británico, David Cameron, el estadista no olvidó hacer un aparte en su apretada agenda para dar una clase de democracia occidental y libre comercio en Nigeria. Su advertencia a los africanos no pudo ser más clara: No copien el modelo de desarrollo de China, que es un capitalismo autoritario; sólo una sociedad libre puede traer estabilidad y desarrollo a África. Es decir, que el sistema occidental es la única opción para los países africanos. THE WALL STREET JOURNAL.- Una predicción ampliamente compartida en Washington y en Wall Street dice que de aquí a un mes, el Congreso de Estados Unidos habrá elevado el tope de la deuda federal, el gobierno de ese país estará pagando sus cuentas, el presidente habrá firmado una complicada ley para reducir el déficit que posterga decisiones sobre beneficios sociales e impuestos y el país habrá perdido la calificación AAA sobre su deuda pública. Una rebaja de la calificación de la deuda de EE.UU. a AA por parte de Standard & Poor’s— que pondría al país en compañía de Eslovenia, entre otros— no es algo bueno. Pero, ¿qué tanto importará realmente? EEUU. The New York Times La credibilidad norteamericana en riesgo Hasta esta semana, Wall Street ha restado importancia a cada nueva hora perdida en el debate sobre el techo de la deuda, confiando que Washington levantaría el límite a tiempo. Muchos políticos republicanos han insistido en que la economía y el país pueden hacer omiso de una suspensión de pagos. Hasta el miércoles, los miembros más conservadores de la Cámara parecían dar la bienvenida a un impago. Se negaron a apoyar un plan para elevar el techo –y la exigencia de excesivamente duros recortes en el gasto– presentado por el portavoz, John Boehner. El costo de esta irresponsabilidad ahora debe estar claro para todo el mundo. El promedio del Dow Jones industrial cayó casi 200 puntos el miércoles y ha caído 421 puntos desde el viernes, cuando el señor Boehner, a la izquierda el presidente Obama, esperó una llamada telefónica que nunca se produjo para un acuerdo que nunca se cerró. Con las advertencias de las agencias de calificación de bonos, los inversores han comenzado a demandar mayores intereses por los bonos del Tesoro que vencen en agosto. Los precios se han disparado en los credit default swaps, los cuales son utilizados por los inversores para protegerse de impagos y por los especuladores para apostar por la probabilidad de un impago. El miércoles, con el señor Boehner alertando a sus tropas para "que se alinearan" a fin impedir que las cosas empeoren, varios miembros de línea dura comenzaron a cambiar el sentido de su voto y aumentaron las probabilidades de que su plan fuera aprobado por la Cámara. Pero que Washington esté más cerca de un acuerdo tolerable no está claro. Sería tranquilizador para acabar con la volatilidad del mercado poner fin al juego de la tensión. Incluso si se evita el impago, el prolongado estancamiento ha dejado a Estados Unidos con el riesgo de perder su calificación crediticia AAA. Para los evaluadores de crédito, el problema es el riesgo político – el peligro de una política disfuncional que lleve a una confusión fiscal continua. El riesgo es especialmente alto si cualquier acuerdo sólo eleva el límite de la deuda hasta el próximo año, como se pide en el plan de Boehner. Las posibles repercusiones de una rebaja incluyen un déficit aún mayor, en tanto que mayores tasas de interés aumentan los costos de endeudamiento para el gobierno, así como mayores costos del crédito para empresas y consumidores. Como el dinero que podría haber sido gastado o invertido se deberá usar para pagar la deuda, la desaceleración de la economía se incrementaría aún más y el desempleo aumentaría. El impacto limitado sería amplificado porque unos costes de interés más altos podrían golpear al mismo tiempo que disminuyen los gastos de estímulo: los subsidios de desempleo federales y el recorte de los impuestos sobre las nóminas de los asalariados expiran a finales de este año. Los profundos recortes de gastos que pueden acompañar un acuerdo ampliarían las señales de alarma. Los mercados financieros también podrían ser sacudidos por una rebaja de la calificación, en parte, debido a que una caída en la calificación crediticia de la nación podría dar lugar a pagos en los mercados de derivados que las entidades no necesariamente pueden ser capaces de cumplir. No menos importante, la rebaja sería un duro golpe a la credibilidad y el prestigio de América, que se vería empeorado por llegar tan poco tiempo después de que estallara en Estados Unidos la crisis financiera mundial. Como el corresponsal del periódico alemán Die Welt escribió hace unos días, "La crisis americana del siglo XXI podría traer la caída de la potencia dominante del siglo XX." Eso puede ser exagerado. Pero nadie puede encogerse de hombros. Los mercados y el resto del mundo están preocupados, y deben estarlo. Todos debemos estarlo. THE NEW YORK TIMES. 27-7-2011 China. Diario del Pueblo Otro camino a la prosperidad Liang Xiaoning El sermón de Cameron en África es otro ejemplo de cómo los países occidentales intentan denigrar los logros de China. Durante la primera visita a África del primer ministro británico, David Cameron, que se vio abreviada ante el escándalo por espionaje telefónico en casa, el estadista no olvidó hacer un aparte en su apretada agenda para dar una clase de democracia occidental y libre comercio en Nigeria. Su advertencia a los africanos no pudo ser más clara: No copien el modelo de desarrollo de China, que es un capitalismo autoritario; sólo una sociedad libre puede traer estabilidad y desarrollo a África. Es decir, que el sistema occidental es la única opción para los países africanos. Es común que los líderes occidentales prediquen sobre los “males” de China en sus visitas a África. El sermón de Cameron fue el segundo en un mes, tras la previa arenga en una conferencia similar a cargo de la secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, hace dos semanas. Ambos se mostraban impacientes por desacreditar el modelo de desarrollo de China. En mi opinión, el enfoque occidental, que reside en “menospreciar a otros para elevarse”, no sólo es perjudicial para sus esfuerzos diplomáticos con África, sino que también expone su envidia por las florecientes relaciones entre China y África. ¿Es acaso el enfoque occidental el único válido para medir los méritos o fallas de un modelo de desarrollo? La respuesta es no. Diversas condiciones nacionales y la diversidad cultural determinan que no exista un único sistema social o modelo único de desarrollo. Las condiciones reales de una nación deben ser el punto de partida para implantar cualquier modelo de desarrollo y sus resultados serán la única medida de su viabilidad. Occidente, ahíto de orgullo y perjuicio, gusta de propugnar su modelo como norma, en detrimento de cualquier otro esquema de desarrollo. Este enfoque encarna su pensamiento hegemónico y autoritario, que es realmente contrario a la esencia de la democracia. ¿Es el modelo occidental realmente tan perfecto? Más allá de los resultados lamentables causados por la puesta en práctica del ajuste occidental al sistema político y la economía de África en los años 80 y 90, o el desastre humanitario a que ha conducido el bombardeo encabezado por la OTAN en Libia hoy, bastará echar un vistazo a los escándalos que estallan en los países occidentales para verificar sus máculas. Las crisis financieras, de la deuda soberana y los escándalos de espionaje telefónico exponen al sol los males y defectos del sistema occidental, y reflejan la avaricia y los aviesos intereses de los gigantes financieros y medios informativos, que proclaman sustentar sus acciones en la libertad y la democracia. Occidente no esté capacitado para enseñar lecciones a los países en vías de desarrollo. La riqueza enorme que acumularon los estados occidentales después de la Revolución Industrial se basó en la explotación de sus colonias. Sus verdaderas intenciones al promover su sistema político y modelo de desarrollo no es permitir que los habitantes de los países en vías de desarrollo vivan vidas más plenas. Su objetivo real es hacer de esas naciones sus eternos vasallos. ¿Pueden otras naciones aprender lecciones de la experiencia de desarrollo de China? Podemos contestar con confianza que “sí”. China se ha convertido en uno de los países de más acelerado crecimiento, con una mejora fenomenal en la calidad de vida de la población, como resultado de 30 años de desarrollo. Y la historia de su desarrollo apenas comienza. Hay una historia espléndida que deberá revelarse en los próximos años. Esto es por supuesto, en gran parte, resultado del camino de desarrollo elegido por China y del sistema socialista con características chinas. Incluso el propio Cameron tuvo que admitir que el despegue de China “señala otro camino a la prosperidad”. No importa qué actitud adopte Occidente hacia China, el desarrollo del país tiene, y continuará teniendo, un efecto positivo para el mundo. Al atacar las relaciones entre China y África, Occidente revela su falta de confianza en sí mismo. Menosprecian deliberadamente a China delante de los africanos como forma de salvaguardar su control y monopolio sobre África en los campos intelectual, político, económico, cultural, a la vez que sofocan la autoconciencia y sentido autóctono del desarrollo de los africanos. En este sentido, Cameron, que invitó a los africanos “a salir de la sombra del colonialismo” ha continuado promoviendo el “capitalismo autoritario” occidental. China alberga esperanzas de que los africanos encuentren su propia trayectoria de desarrollo, acorde a sus propias condiciones prácticas, y de buen grado comparte sus experiencias con los países africanos. China nunca impondrá su modelo a África. El futuro de ese continente descansa en las manos de los africanos, que es exactamente lo que Occidente no quiere que suceda. DIARIO DEL PUEBLO. 29-7-2011 EEUU. The Wall Street Journal ¿Cuán grave sería una rebaja de la deuda de EE.UU.? David Wessel Una predicción ampliamente compartida en Washington y en Wall Street dice que de aquí a un mes, el Congreso de Estados Unidos habrá elevado el tope de la deuda federal, el gobierno de ese país estará pagando sus cuentas, el presidente habrá firmado una complicada ley para reducir el déficit que posterga decisiones sobre beneficios sociales e impuestos y el país habrá perdido la calificación AAA sobre su deuda pública. Una rebaja de la calificación de la deuda de EE.UU. a AA por parte de Standard & Poor’s— que pondría al país en compañía de Eslovenia, entre otros— no es algo bueno. Pero, ¿qué tanto importará realmente? ¿Disparará una rebaja de la calificación la muy pronosticada caída en los mercados y el alza en las tasas de interés del mercado de bonos? (Si es así, sería económicamente devastador.) ¿O será la pérdida de la calificación AAA casi un evento sin trascendencia de corto plazo, que se transformará en una fecha destacada en los libros de historia sobre el declive de EE.UU.? (En otras palabras, una rebaja refleja los perturbadores problemas económicos y políticos subyacentes más que empeorarlos). Los mercados, hemos sido advertidos durante semanas, están a punto de entrar en crisis. Una cesación de pagos seguramente provocaría una caída de las acciones. Pero si fuera evitada, ¿se hundirían los mercados debido a que S&P resaltó lo obvio: que los políticos estadounidenses no pueden ponerse de acuerdo con respecto a una solución de largo plazo para las finanzas del país? Al cierre de esta edición, el Congreso estadounidense se disponía a votar sobre un plan de reducción del déficit propuesto por líderes republicanos y al que se opone la Casa Blanca. Muy poco ocurrirá automáticamente si la deuda de largo plazo del Tesoro de EE.UU. recibe una calificación de AA de S&P. Unas pocas instituciones con reglas estrictas que establecen que solamente pueden tener papeles AAA tendrían que venderlos o cambiar sus estatutos. Y nadie sabe con precisión qué ocurrirá en el gran mercado de cesiones temporales, conocido como repo, en el que las instituciones otorgan préstamos garantizados con deuda pública estadounidense. Pero los fondos de inversión que actúan en el mercado de dinero —que poseen US$684.000 millones en deuda del gobierno estadounidense— no tendrían que salir a vender títulos públicos o dejar de comprarlos, dice la asociación que los representa. Las empresas de seguros de vida todavía podrían mantener estos papeles, sostiene por su parte el gremio que los reúne. Los bancos estadounidenses, bajo las actuales reglas, no tendrían que modificar el monto de sus provisiones compuestas en parte por papeles públicos. La Reserva Federal todavía aceptaría bonos del Tesoro como garantía luego de una rebaja de la calificación. China, en la medida que siga comprando dólares con yuanes para evitar que su moneda se aprecie, todavía tendrá dinero para invertir en papeles denominados en la moneda estadounidense. No todo es color de rosa. Si el gobierno de EE.UU. pierde el sello de aprobación de S&P, uno esperaría que los inversionistas pidan retornos más altos en compensación. Si lo hacen, eso resultará caro. Un incremento sostenido de medio punto porcentual en las tasas de interés equivaldría a US$435.000 millones que se sumarían al déficit federal durante un período 10 años y US$65 al pago mensual en una hipoteca de US$200.000. Las comparaciones simples de rendimientos promedios pagados por países que tienen calificación AAA y AA no son convincentes, ya que hay demasiados factores en juego. Australia (AAA) está pagando 4,9% en sus títulos de deuda a 10 años. El muy endeudado Japón (AA) está pagando 1,1% y la rebaja que recibió en su calificación tuvo poco impacto perceptible en sus costos de endeudamiento. Los expertos no se ponen de acuerdo respecto al efecto de una rebaja. Michael Feroli, un economista de J.P. Morgan Chase, dice que no ve consecuencias enormes. Pero el jefe global de estrategia de renta fija en el mismo banco, Terry Belton, predijo que una rebaja en la calificación agregaría entre 0,05 y 0,10 puntos porcentuales al rendimiento de los títulos en lo inmediato y entre 0,6 y 0,7 a lo largo del tiempo. No hay forma de estar seguro. A pesar de todo lo que ha ocurrido y de lo que no ha ocurrido, a pesar de la expectativa de que S&P rebajará la calificación de EE.UU. a AA, los rendimientos de los bonos han subido sólo levemente y la brecha entre los de EE.UU. y los de, digamos, Canadá o Alemania, no se ha ampliado. Una razón: los inversionistas individuales, los gobiernos y las instituciones compran papeles del Tesoro estadounidense no solamente porque son vistos como el activo más seguro, sino porque su mercado es el más grande y el más líquido del mundo. La gente sabe que puede venderlos instantáneamente y tener casi la certeza del precio que obtendrá por ellos. No hay, todavía, buenas alternativas a los bonos estadounidenses. Aun así, es difícil aceptar un mundo en el que el único valor que era considerado "libre de riesgo" recibe una calificación menor a la de Austria, Dinamarca, Finlandia, Holanda y Hong Kong (todos tienen AAA). Los coletazos de una rebaja son impredecibles. "No está nada claro cómo funcionaría el sistema financiero estadounidense y global con el tiempo con una calificación de AA", dijo Mohamed El-Erian, del gigante inversionista en bonos Pimco. "¿Volverá simplemente el sistema a la normalidad y por lo tanto las implicaciones serán limitadas? O ¿la pérdida de un activo totalmente "libre de riesgo" causará una serie de perturbaciones estructurales?", preguntó. THE WALL STREET JOURNAL. 28-7-2011

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