Mientras Alemania clama por la austeridad en la eurozona, su Gobierno no está siendo tan duro. El incremento salarial del 6,3% para los funcionarios con una antigüedad superior a dos años probablemente será seguida por otros acuerdos igual de generosos en el sector privado. ¿Y por qué no? Su bajo déficit puede permitírselo. Y los economistas han estado reivindicando la figura de un motor que estimule el euro. Pero el riesgo es que las divisiones en la eurozona vayan a peor.
Los contrastes entre Alemania y la periferia de la eurozona no podrían ser más crudos.