Crece la indignación y la movilización contra la crisis

La corriente principal

La indignación y la movilización contra la crisis son la corriente principal en todo el mundo. Desde Estados Unidos, con concentraciones ante las casas de los ejecutivos de la aseguradora AIG, que se repartieron entre 165 y 218 millones de dólares, después de tener ayudas públicas de 170.000 millones del gobierno norteamericano, a las dos Huelgas Generales en Francia o la rebelión ciudadana en Grecia que tiene tomadas las calles contra el gobierno.

Sólo la contención sindical de las dos grandes centrales sindicales, CCOO y UGT, está imidiendo que una gran movilización general se abra camino en toda España. A pesar de que las movilizaciones parciales convocadas por las organizaciones sindicales de base y los sindicatos minoritarios empiezan a recorrer las calles de todo el país. Desde Barcelona a Madrid, pasando por Zaragoza, Valencia, Albacete o Sevilla.En España los efectos de la crisis han llegado con un cierto retraso respecto al resto de países desarrollados y por eso estamos al principio de la crisis y no al final, como pretende hacernos creer la clase política gobernante con Zapatero a la cabeza. Nuestro “Lehman Brothers” (el cuarto banco de inversión de EEUU que se declaró en quiebra en septiembre de 2008, y que aceleró y agudizó la crisis en Estados Unidos y a nivel mundial), la quiebra de Caja Castilla-La Mancha, acaba de empezar. El gobierno ha puesto 9.000 millones a disposición de una caja que apenas representa el 0.8% del sistema financiero, pero ya se habla del rescate de cajas y pequeños bancos por valor de 60.000 millones de euros, como mínimo, incluso de llegar a los 200.000 millones de euros en este segundo plan de rescate bancario.Las consecuencias de la crisis, por lo tanto, tampoco han tocado techo. El desempleo sigue siendo el primer efecto creciendo en una espiral aún imparable. Más de 3,6 millones de parados en marzo, llegarán a más de 4 millones a fin de año y pueden superar el 20% de la población activa, o sea 5 millones, en 2010. A lo que hay que sumar las decenas de miles de pequeñas y medianas empresas ahorcadas por el cierre de créditos de la banca o los 1,5 millones de desempleados (y creciendo) y familias que ya no cobran ninguna prestación por desempleo o tienen a todos sus miembros en paro.Pero si como decíamos más arriba, también aquí la corriente principal es de indignación y rebelión contra la crisis, ¿por qué no aplicar ya un programa anticrisis de verdad? Hasta en las grandes potencias la corriente de indignación popular está obligando a reaccionar a los gobiernos. Obama ha impuesto un tope salarial a los ejecutivo de las empresas rescatadas por el gobierno. En Francia el gobierno de Sarkozy amenaza con un decreto ley si la patronal no propone medidas para limitar el sueldo de sus ejecutivos.Rajoy se postula como alternativa a Zapatero, pero en lo esencial ha defendido el mismo programa, lo primero que cobren los banqueros.Existen condiciones para imponer otro tipo de programa contra la crisis que no sea el de “los planes de rescate”. Es decir, el de entregar a la banca y los monopolios los recursos del país y de precarizar las condiciones de vida y trabajo de la inmensa mayoría de los españoles. Un programa, base de una nueva alternativa, basado en la redistribución de la riqueza al servicio de la mayoría de la población, y la reactivación de la economía productiva que cree riqueza y empleo.Un programa nacional y popular que ha de pasar por aplicar medidas tales como: una escala salarial, que garantizando un salario mínimo digno, limite el salario de los ejecutivos de la banca y los monopolios (nadie más de 10.000 euros al mes); una escala de impuestos progresiva para que pague más quien más rentas tenga y los grupos monopolistas que más beneficios acumulan; el recorte de entre un 10% y un 15% en los gastos del Estado, atajando el despilfarro, los gastos innecesarios, superfluos y suntuosos y extendiendo la simplificación de las administraciones públicas a todos los niveles del Estado, central, autonómico y municipal; trasformar las Cajas de Ahorros en una gran Caja Confederal, que junto con el ICO, constituyan un potente instrumento financiero público al servicio de la economía productiva, las PYMES y las familias…, etc.Sacar a la luz la potente corriente subterránea que recorre el subsuelo de todo el país es la tarea del momento. Para que los costes de la crisis sean asumidos por quienes, bancos y monopolios, han multiplicado sus beneficios en los años de bonanza; y no seamos los de siempre quienes paguemos la crisis que ellos han provocado.

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