Las firmas y hedge funds integrados en Liberty inyectaban 650 millones en el capital de Prisa a finales de 2010. Y no lo hacían por solidaridad con las estrecheces de los Polanco. Nicolas Berggruen y Martin E. Franklin, entonces cabezas visibles de la sociedad estadounidense y hoy consejeros de la editora de El País, acaban de percibir acciones de la compañía valoradas en 9,4 millones de euros en peaje por aquella aportación. La entrega sitúa su participación conjunta en la empresa por encima del 6% a apenas meses vista de que Santander, La Caixa y Telefónica entren en el accionariado de la sociedad.
Según información remitida a la CNMV, Berggruen recibió el 25 de septiembre pasado 5,85 millones de acciones –valoradas a un euro por título– en concepto de pago de dividendo. Esta remesa, similar a la abonada en el pasado ejercicio, eleva su participación en Prisa hasta el 3,87%. Por su parte, Franklin percibió 3,55 millones, incrementándose su cuota hasta el 2,36%. Ambos eran los promotores de Liberty, un vehículo financiero –special purpose acquisition company (SPAC)– que aglutinaba decenas de firmas que pusieron su dinero en manos de ambos ejecutivos para acometer una operación rentable. El plazo se agotaba cuando apareció Prisa, a la sazón acuciada por los bancos.
A cambio de los salvadores 650 millones, Prisa hizo concesiones. De hecho, los accionistas de Liberty que decidieron participar en la transacción recibieron por cada uno de sus títulos 1,5 acciones ordinarias de Prisa y tres acciones sin derecho de voto convertibles –clase B–, además de 0,50 dólares de los fondos propios del SPAC. Y esas acciones clase B llevaban un premio extra: un dividendo anual acumulativo de 0,175 euros por título. Los problemas financieros de la compañía han obligado a que en los dos últimos años ese compromiso se haya abonado en especie, esto es, en más participación en la sociedad.
Además, el tándem Berggruen-Franklin también acapara poder en Prisa de forma indirecta. No en vano ambos ejecutivos se avinieron a crear junto a los Polanco a principios de 2012 la sociedad Otnas, alumbrada para ampliar capital mediante la ejecución de 75 millones de warrants pertenecientes a la familia fundadora. Con la operación, los estadounidenses se prestaban a echar una mano a los Polanco para inyectar 150 millones de liquidez a la firma y satisfacer las condiciones de la banca para cerrar una refinanciación más. Por aquel entonces, el agujero rondaba los 3.500 millones.
Radiografía de la nueva Prisa
Según los cálculos efectuados en aquellas fechas, las entidades financieras acreedoras del grupo de medios alcanzarían un porcentaje en torno al 20% en 2014, año en que se harán efectivos los acuerdos por los cuales los bancos convertirán deuda por capital por importe de 334 millones. A continuación, los Polanco se quedarían con un 16% de la compañía en el mejor de los escenarios. Después, Telefónica –que convertirá el año próximo 100 millones en bonos– estará entre el 6% y el 7%. Se preveía que Berggruen y Franklin pudieran estar en un 4-5% y Otnas en torno a otro 7%. Eso sí, se trata de cuotas estimativas que pueden verse afectadas por los diferentes frentes que distorsionan la fotografía del accionariado, como la conversión de warrants y los acuerdos pendientes de la operación de Liberty.