Morales contra la prohibición de la hoja de Coca

La Coca sí­mbolo de identidad y cultura

Desde 1961, la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) señaló a la hoja de coca como un narcótico por ser la materia prima de la cocaí­na. Contrarrestando esta posición, el presidente de Bolivia Evo Morales mascó la planta frente a la comisión el pasado once de marzo en Viena, alegando que la medida «constituye un atentado contra los derechos de los pueblos indí­genas», pues sus propiedades han sido usadas durante muchos años dentro de la medicina tradicional.

Mientras que en Viena se discutí­a sobre el uso de la hoja de coca, en Bolivia los cultivadores cocaleros se manifestaron en contra de la ostura de la JIFE. En una plaza pública expusieron productos derivados de la planta, como refrescos, vinos, jarabes y medicinas para mostrar sus bondades. La hoja de coca contiene más de diez sustancias alcaloides, entre ellas la cocaí­na constituye menos del 1%. Los indí­genas la usan para aliviar el hambre y la sed, para vencer el sueño y los efectos de la altura y como saborizante en la transformación de diversos alimentos y podria ser utilizada como té para diabéticos, energéticos para deportistas o fuente de calcio. . El presidente boliviano agregó que estas hojas son cultivadas desde hace «3.000 años y son el sí­mbolo de la identidad y la cultura» de los pueblos andinos. Morales pidió oficialmente su retirada de la lista de sustancias prohibidas y que se incluya en cambio la pasta de cocaí­na. Desafiando a los ministros de Justicia e Interior de los paí­ses miembros de la comisión de estupefacientes, Morales, que cultiva personalmente y «consume desde hace 10 años» hojas de coca, advirtió: «Si esto es una droga, entonces deberí­an encarcelarme». Morales lucha contra la estigmatización de este cultivo, a partir del cual se fabrica la cocaí­na, pero que también es una planta «sagrada» en Bolivia, de cultura y consumo tradicional y terapéutico. «En tanto que productor y presidente, tengo responsabilidades, debo defender una identidad, la hoja de coca es algo sagrado», insistió, precisando que unos 10 millones de personas mascan este producto en los paí­ses andinos.Morales busca lograr uno de sus principales objetivos de gobierno: defender la hoja de coca con la polí­tica «cero cocaí­na, pero no cero coca». La primera medida que tomó el lí­der cocalero fue incrementar la frontera de coca legal a 20.000 hectáreas. Modificó la ley 1008 de 1988 que habí­a dispuesto que la cantidad de coca cultivada en el paí­s no debí­a sobrepasar las 12.000 hectáreas, destinadas al uso tradicional. El presidente explica que esto protege el trabajo de más de 300 mil familias productoras de coca. El canciller boliviano, David Choquehuanca, casi al término de su visita oficial a su colega colombiano el miércoles, solicitó el apoyo de esa nación para continuar gestiones encaminadas a eliminar la hoja de coca de la lista de estupefacientes que la Convención de Viena incluye desde 1961.»Hemos pedido al Gobierno de Colombia que nos acompañe a fin de obtener apoyo dentro de la OEA (Organización de Estados Americanos) para que no se penalice el consumo de hoja de coca», dijo el canciller boliviano en declaraciones a la prensa e hizo notar que la masticación (acullico) es parte del legado y tradición indí­gena, que se practica, además de en las tres naciones, en el norte argentino y chileno.Para evidenciar sus desacuerdos con EE UU y sus aparatos de intervención como la DEA, Hacia enero de 2006, el dí­a de la fiesta en el palacio presidencial con motivo de su juramento como presidente, Evo se dio el lujo de hacer colocar, en medio del salón principal, una enorme tarta decorada con hojas de coca. El embajador de Estados Unidos debió salir corriendo del palacio para evitar que lo fotografiaran al lado de la tarta. Ese mismo embajador tan poderoso que era conocido como el Virrey. Las fiestas en la embajada para celebrar el 4 de julio eran muy concurridas; allí­ iban los polí­ticos para rendirle pleitesí­a al Virrey. El mismo embajador que algunos dí­as antes de las elecciones de 2002, sintió que tení­a la autoridad suficiente para entrometerse en los asuntos internos del paí­s, y llamó a la población a no votar por Evo Morales, el candidato que según él querí­a que Bolivia volviera «a ser un exportador de cocaí­na importante».

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