Selección de prensa nacional

La clase obrera ya no irá al paraí­so

Pasaron los años, cayó el Muro de Wall Street, aquella sociedad idí­lica de Tom Wolfe en la que los turistas de las fábricas de coches o los estibadores se iban a las Bahamas, con su tercera esposa, ataviados con camisas hawaianas, pidiendo en la terraza del hotel de lujo agua Quibell porque Perrier o San Pellegrino les parecí­an vulgares. Aquella civilización cayó, aquel post-obrero está a punto de asaltar el supermercado. Definitivamente la classe operaria no va al paraí­so

EL PAÍS. El Parlamento italiano ha arobado una ley que convierte en delito la inmigración irregular, castiga con penas de cárcel determinados tratos con los inmigrantes, autoriza las patrullas ciudadanas para colaborar con la policía en su búsqueda y detención, y, amparándose en la directiva europea del retorno, amplía la retención de inmigrantes hasta sus plazos máximos. Lo más grave de cuanto está sucediendo es que, aunque Berlusconi fuera derrotado en las urnas, el sistema legal e institucional italiano ha sido gravemente alterado Cuanto está sucediendo en Italia es un problema europeo. No sólo porque Berlusconi se vale de instrumentos como la directiva del retorno, sino porque, en la creciente ola populista que vive Europa, fija pautas de comportamiento que otros pueden seguir. Sobre todo si la Unión se muestra tan condescendiente como hasta ahora. Opinión. El Mundo EL PARAÍSO Raúl del Pozo Decían los palquistas de la revolución conservadora que clase obrera era sólo una expresión de académicos marxistas y sindicatos de callejón. Pasaron los años, cayó el Muro de Wall Street, aquella sociedad idílica de Tom Wolfe en la que los turistas de las fábricas de coches o los estibadores se iban a las Bahamas, con su tercera esposa, ataviados con camisas hawaianas, pidiendo en la terraza del hotel de lujo agua Quibell porque Perrier o San Pellegrino les parecían vulgares. Aquella civilización cayó, aquel post-obrero está a punto de asaltar el supermercado. Definitivamente la classe operaria no va al paraíso. Los trabajadores siempre están en crisis, sobre todo cuando el capitalismo hace como las mujeres de la limpieza, que ponen la fregona delante de los váteres. Aprovechan para meter miedo; los asalariados, en vez de movilizarse, se acojonan: cada uno es enemigo del que estaba con él en la cadena. Los rojos antes hacían huelgas, ahora organizan viajes. El turismo es el último socorro rojo. No podrán pedir agua Quibell, pero pueden disfrutar de paraísos con descuentos «dos por uno». Nueva York es más barato que Almería. Todo a fondo perdido, reducción hasta del 35%. Sus hijos gratis por las caderas del Egeo. En el verano de la liquidación hay rebajas para desocupados hasta en los féretros, con coronita de flores gratis. Ni siquiera hay que vigilar a los definitivamente paratas; casi nadie los vela en casa, recurren al apartotel y fogón del tana. No todo es cruel en el verano. El trabajo bajo este puñal de sol resulta desagradable, pero si Zapatero echa a los náufragos la rueda, esperaremos como los mexicanos, con el sombrero en los ojos, a que Cándido Méndez se atreva a decir que la reducción de jornada sería una salida al hundimiento. Mientras, coja el avión, la camisa de flores, la crema y váyase al putón Caribe; ya pagará, y si no paga, que le hipotequen las trampas. Haraganes del mundo, uníos. No es la primera vez que hoteleros, barqueros y El Corte Inglés intentan darle la vuelta a la fábula de la cigarra y la hormiga considerando la vagancia como un sueño humano. Todos lloran jeremiadas en torno a los lunes al sol; pero hay quien piensa que habría que trabajar no por gusto sino porque, como pensó Baudelaire, es menos aburrido que divertirse. «Los derechos de la pereza son mil veces más nobles que los tísicos derechos del hombre», gritó Paul Lafargue, un caribeño casado con Laura, la hija menor de Marx. Su estancia en España fue decisiva en las ideas de Pablo Iglesias y, a la larga, en las de Cándido Méndez, áulico de Zapatero. El mulatón se burlaba de la pasión católica por el trabajo que invade a los parados españoles, víctimas de la propaganda de curas y liberales. Que trabajen los ricos. EL MUNDO. 6-7-2009 Editorial. El País BAJAS PASIONES El Parlamento italiano ha aprobado una ley que convierte en delito la inmigración irregular, castiga con penas de cárcel determinados tratos con los inmigrantes, autoriza las patrullas ciudadanas para colaborar con la policía en su búsqueda y detención, y, amparándose en la directiva europea del retorno, amplía la retención de inmigrantes hasta sus plazos máximos. Gracias a la reacción decidida de los médicos italianos, la obligación de denunciar a los inmigrantes irregulares que acudan a los hospitales para ser atendidos ha quedado fuera de la norma. La nueva ley responde a una promesa de Silvio Berlusconi, quien ya ha promovido otras medidas incompatibles con el Estado de derecho para tratar con las minorías, como el censo de ciudadanos de origen gitano con ocasión de los ataques que sufrieron en Nápoles y otras ciudades. Desde la Unión Europea se avaló esta medida, adoptada en el marco de la denominada "emergencia gitana". El escándalo sobre el uso de medios del Estado en las fiestas privadas de Berlusconi, llenas siempre de atractivas señoritas (las llamadas velinas), unido a leyes como la que acaba de aprobar el Parlamento, permite trazar el cuadro completo de la forma en la que Italia está siendo gobernada: el estímulo de las bajas pasiones de los ciudadanos a través de medidas de un descarnado populismo está sirviendo como señuelo para afianzar un poder guiado por la arbitrariedad y el capricho de una única persona. Lo más grave de cuanto está sucediendo es que, aunque Berlusconi fuera derrotado en las urnas, el sistema legal e institucional italiano ha sido gravemente alterado. La instauración de patrullas ciudadanas contra la inmigración ilegal supone que, bajo Berlusconi, el Estado italiano ha abdicado de una de sus funciones más irrenunciables. Como principio es inquietante, pero su aplicación práctica ofrece motivos adicionales para la alarma: la policía italiana detuvo recientemente a grupos de ultraderecha que pensaban encuadrase en las patrullas ciudadanas y dar curso así a su xenofobia dentro de un marco legal. Cuanto está sucediendo en Italia es un problema europeo. No sólo porque Berlusconi se vale de instrumentos como la directiva del retorno, sino porque, en la creciente ola populista que vive Europa, fija pautas de comportamiento que otros pueden seguir. Sobre todo si la Unión se muestra tan condescendiente como hasta ahora. EL PAÍS. 6-7-2009 Opinión. La Vanguardia JOSÉ TOMÁS Y BARCELONA José Antich EL diestro José Tomás volvió ayer a Barcelona y el lleno hasta la bandera que registró la Monumental y los astronómicos precios que se llegaron a pagar por una entrada no han impedido la acalorada discusión entre taurinos y antitaurinos que, como ya sucedió en el 2007, cuando reapareció cinco años después de cortarse la coleta, partidos políticos como Esquerra o Iniciativa han tratado de alimentar. Así hay que entender, por ejemplo, la iniciativa popular que ha llegado al Parlament recientemente y que reclama la abolición de las corridas de toros en Catalunya y que va a poner en un brete a los dos principales partidos catalanes, Convergència i Unió y PSC, que tienen partidarios y detractores en sus filas. El torero de Galapagar, que siempre ha profesado una gran admiración por Barcelona, se encerró en la plaza con seis toros, algo que no había hecho en su dilatada carrera y que motivó la expectación de ayer; pero sobre la corrida propiamente dicha les remito a las páginas correspondientes de la sección de Cultura. En este comentario, que no pretende ser un artículo a favor o en contra de las corridas de toros, deseo llamar la atención sobre el desorbitado interés que de un tiempo a esta parte se ha instalado en Catalunya por prohibir las cosas a golpe de decreto. Buscamos regularlo todo, como contraposición al sentimiento liberal que siempre ha imperado en el catalán, mucho más instalado en el dejar hacer al individuo: el que quiera ir a los toros que acuda a la plaza y al que no le gusten que se quede en casa, que vaya a dar un paseo por la ciudad o que acuda a cualquier otro espectáculo de los muchos que hay en la capital. LA VANGUARDIA. 6-7-2009

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