Cincuenta millones de euros es lo que ya lleva invertido EEUU en internet como medio para reconducir el destino político de multitud de países en todo el mundo. Esta política que ha sido implementada especialmente por Hillary Clinton, pero que está enmarcada en la tradicional red de intervención norteamericana, es ya la más sutil forma de actuación de los servicios secretos de la superpotencia. Bajo la bandera de la libertad se esconde la cara más negra de EEUU.
Aunque no debemos olvidar que cualquier olítica que EEUU desarrolle en este sentido solo es posible porque sigue poseyendo el mayor y más poderoso ejército del planeta, el perfeccionamiento de las técnicas de control y dominio avanzan al mismo paso que el desarrollo científico-técnico, especialmente en una ámbito de vanguardia como es internet. Desde la creación de redes de telefonía móvil independientes en Afganistán hasta enterrar teléfonos móviles en la frontera entre Corea del Norte y China o diseminar una especie de kit del disidente que ya empieza a ser conocido como “Internet en una maleta”: incluye ordenador portátil, teléfono móvil y todo lo necesario para improvisar una red de comunicación que permita hacer saltar información comprometida de móvil en móvil, eludiendo tanto el control como el apagón gubernamental de la red. No es que “si el río suena agua lleva”, cuando multitud de gobiernos y movimientos han denunciado la intervención decisiva norteamericana en procesos como “las revoluciones de colores”, en Ucrania, Irán o las ex-repúblicas soviéticas, o en las actuales “revoluciones árabes”. Es que estaban diseñadas y concebidas en Washington. Pese a que internet siga sin ser el principal aparato de intervención, ya que los aparatos clásicos como el ejército, las élites políticas o los think-tanks siguen siendo preponderantes, la apariencia “cívica” que proporciona internet y, sobretodo, su rapidez, hacen de la red un medio de máximo interés para la superpotencia. En El Cairo, la “ciberrevuelta” llegó a ser escandalosamente impulsada por un ejecutivo de Google. En Egipto el apoyo inicial de Estados Unidos a Hosni Mubarak coincidió con el apoyo también de EE.UU. a la “libertad de expresión en red”, que es el arma más formidable que los opositores a Mubarak habían tenido nunca. Todo esto dotado de absoluta coherencia a través de los “becarios” formados y financiados por EEUU para la “resistencia civil” a través de internet. Al mismo tiempo el Pentágono tiene en estudio un borrador que, de aprobarse como en ley, permitiría a Estados Unidos tratar cualquier ciberataque de origen extranjero como un acto de guerra, capaz de comportar respuesta militar. Entretanto, el FBI acelera la transformación de su manual de investigación doméstica y exterior con los ciberataques en lo más alto de sus prioridades.