Antes de que el miércoles 29 de junio diese comienzo de manera oficial la Cumbre que la Alianza Atlántica celebra en Madrid, Washington ya había comenzado a imponer sus objetivos, agenda e intereses. Tras una reunión entre el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg con los presidentes de Turquía, Finlandia y Suecia, Ankara decidía levantar el veto a la incorporación de estos dos países nórdicos a la Alianza. Mientras tanto, el emperador norteamericano era recibido con toda la pompa borbónica y diplomática por sus anfitriones españoles, y Biden trasladaba al presidente Sánchez su decisión de ampliar en un 50% los destructores en la base de Rota
La agenda de la Cumbre de la OTAN en Madrid está repleta de objetivos, a cuál más importante. De entre todos, destaca la aprobación de un nuevo Concepto Estratégico que habrá de definir los enemigos, objetivos y prioridades de la Alianza. Un documento marco elaborado en función de los imperativos estratégicos de la superpotencia norteamericana, y que con toda seguridad, fijará el blanco principal en la emergencia global de China, por encima incluso de un agresivo imperialismo ruso que está arrasando Ucrania. Washington no tiene tiempo que perder en Madrid, y por eso la Cumbre ya había empezado a andar antes incluso de comenzar.
Turquía levanta el veto… por un precio
Uno de los objetivos de la Cumbre es certificar el visto bueno de todos los miembros de la Alianza al ingreso de Suecia y Finlandia, una ampliación cuyo trámite durará meses, y que incrementará la proyección de poder militar de la OTAN -es decir, de EEUU- no sólo en el Báltico y en frontera noroccidental de Rusia, sino en el Círculo Polar Ártico, una vasta región del planeta que hasta hace no mucho no tenía demasiada importancia estratégica, pero que el deshielo provocado por el calentamiento global está redimensionando, tanto en el plano de la extracción de materias primas, como en el de la apertura de nuevas rutas comerciales… como en el militar.
Pero la incorporación de Helsinki y Estocolmo tenía un importante obstáculo: el veto turco. El ingreso de nuevos miembros ha de ser aprobado por todos y cada uno de los socios de la Alianza, y la Turquía de Recep Tayyip Erdogan -que en los últimos años ha incrementado su autonomia con respecto a Washington, y ha cultivado un notable acercamiento a Moscú- se oponía al ingreso de Suecia y Finlandia, debido al tradicional apoyo de estos dos países nórdicos a la causa kurda.
El veto turco se ha levantado, aunque de manera provisional y condicional, al firmarse un memorándum entre el país otomano y los dos aspirantes. El documento firmado “aborda las preocupaciones de Turquía, incluidas las relativas a la exportación de armas y la lucha contra el terrorismo”, y en el mismo, tanto Suecia como Finlandia pasan a denominar al PKK [Partido de los Trabajadores de Kurdistán] como una «organización terrorista proscrita”. Pero Erdogan ha remarcado que el levantamiento de la oposición turca es “solamente a la invitación” que hará la OTAN a Suecia y Finlandia, y que Ankara se reserva el derecho a vetar la entrada definitiva de Finlandia y Suecia en caso de que no cumplan los requerimientos hechos por Ankara e incluidos en el memorando.
El levantamiento del veto turco allana la incorporación de Suecia y Finlandia, que incrementará la proyección de poder militar de la OTAN -es decir, de EEUU- no sólo en el Báltico y en frontera noroccidental de Rusia, sino en el Círculo Polar Ártico
El emperador en el Palacio Real
Mientras Stoltenberg hacía sus deberes con Turquía, el presidente norteamericano -procedente de la Cumbre del G7 en Baviera, y a bordo del Air Force One con toda su guardia de corps de seguridad- aterrizaba en la base de Torrejón. Dias antes, la primera dama Jill Biden ya estaba en Madrid donde la Reina Letizia la agasajaba con toda una agenda de visitas y actividades. Luego, el Palacio Real y sus rococós y afrancesadas salas eran el escenario del recibimiento, con los máximos honores, del Rey Felipe IV al presidente de los Estados Unidos.
En su discurso ante el emperador -y ante 14 presidentes, 21 primeros ministros, la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, y el secretario general de la OTAN- Felipe VI llamaba a los mandatarios de la OTAN a mantener la unidad ante un mundo “más incierto, más complejo y más peligroso”, donde su funden las antiguas amenazas con las nuevas y el “optimismo estratégico” ha dado paso al “realismo estratégico”.
La diplomacia española y la Casa Real se ponían en modo «alfombra roja» para recibir, con todo el boato posible, al presidente de la primera potencia mundial. La ceremonia de la genuflexión.
La diplomacia española y la Casa Real se ponían en modo «alfombra roja» para recibir, con todo el boato posible, al presidente de la primera potencia mundial. La ceremonia de la genuflexión.
Más destructores para Rota, más presupuesto militar
Horas antes del banquete, Biden era recibido en el Palacio de la Moncloa. “España es un aliado indispensable”, decía Joe Biden en la Moncloa. “Puede contar con España como sólido aliado”, le contestaba sonriente el presidente del Gobierno español, antes de comenzar una reunión bilateral, de una hora de duración, muy buscada por la diplomacia española durante todo el mandato de Sánchez.
Pedro Sánchez, que hasta ahora sólo había sido «atendido» por Biden durante un breve paseo en la anterior cumbre de la OTAN en Bruselas, y que ni siquiera había sido recibido por Biden en la Casa Blanca cuando Sánchez viajó a EEUU hace ahora un año, tenía ahora todo el interés del presidente norteamericano.
Para llegar hasta ahí, Moncloa ya había pagado buena parte del precio. En los últimos meses, la política exterior española ha mandado numerosas señales hacia Washington: recibiendo aviones cargados de refugiados afganos, camino de EEUU; enviando naves al Mar Negro antes incluso del estallido del conflicto en Ucrania; y sobre todo ejecutando un giro de 180º en su posición sobre el Sáhara Occidental, alineándose con la postura norteamericana -que apoya el «plan de autonomía» de Marruecos sobre los territorios ocupados saharauis, desechando la legalidad internacional y el derecho de autodeterminación de esta ex-colonia española- como precio para recomponer relaciones con el régimen alauita, a costa de tensionar al máximo las relaciones con Argelia.
Pero Biden -acompañado en la Moncloa por el secretario de Estado, Antony Blinken, el jefe del Pentágono, Lloyd Austin, y el consejero de Seguridad Nacional, Jake Sullivan- también llevaba bajo el brazo otra nueva cuota de subordinación y encuadramiento para España. Sánchez y Biden han pactado la ampliación de la presencia militar de Estados Unidos en España, algo que interesaba especialmente a EEUU. En la reunion, Biden comunicó formalmente el propósito del Pentágono de aumentar de cuatro a seis los destructores de la clase Arleigh Burke desplegados en la base naval de Rota (Cádiz). La previsión es incrementar también de 1.200 a 1.800 el número de marineros. Los destructores desplegados en Rota forman parte del escudo antimisiles de la OTAN, pero también realizan misiones unilaterales del Pentágono, han patrullado con frecuencia en el mar Negro e intervenido en operaciones de castigo en la guerra de Siria.
Sánchez y Biden han pactado la ampliación de la presencia militar de Estados Unidos en España, algo que interesaba especialmente a EEUU. El Pentágono aumentará de cuatro a seis los destructores desplegados en la base naval de Rota (Cádiz).
Como no es ninguna sorpresa, Pedro Sánchez aceptó la propuesta, dando inicio a un trámite que llevará a reformar el convenio de cooperación de defensa con Estados Unidos -que data de 1988 y se prorroga automáticamente de año en año- para aumentar el acuartelamiento militar estadounidense en Rota. El presidente español, en rueda de prensa, expresó su deseo de que esta ampliación se formalice “más pronto que tarde” porque esto “ayudará a la relación bilateral”.
Semanas antes, el Ministerio de Defensa de Margarita Robles había comunicado a la OTAN su plan para duplicar el gasto general antes de 2030, pasando del actual 1,03% del PIB a un 2%, más de 20.000 millones de euros al año que, en un contexto de dificultades económicas y crecientes necesidades sociales, habrán de ser detraídas inevitablemente de otras partidas como sanidad, educación, I+D+i, dependencia, etc…
Es un compromiso que ya ha empezado a andar. Ya se va a ejecutar un aumento de 3.000 millones de euros del gasto militar, lo que lo situaría ya en el 1,2%. Un aumento del gasto bélico -dispensado mediante un crédito extraordinario que tendría lugar entre 2022 y 2023- que servirá no sólo para llevar a nuestro país a los escenarios de tensión que le asigne el Pentágono y la OTAN, sino para la compra de material militar, como los 20 cazas Eurofighter por 2.000 millones cuya compra acaba de aprobar Defensa.