Alarma social: despilfarro público

¡La casa invita!

Y todo para que una simple pregunta de un concejal en un pleno del ayuntamiento desvele que, por si faltaba algo en este desvarí­o, el principal cliente de este restaurante de lujo era el propio Ayuntamiento. En cenas, comidas, y celebraciones, aparecen desmedidas facturas de 14.000 euros (por una comida para 160 en diciembre pasado), otros 13.000 € en marzo (invitación para 300 personas), 1.700 € en febrero…

Lo eor es que no es un caso aislado: en el año 1997, eran 421 las empresas públicas constituídas en las distintas autonomías y ayuntamientos; hoy el número alcanza ya las 800. Empresas públicas deficitarias y endeudadas hasta las cejas. Según el Banco de España, la deuda de estos organismos vinculados a las autonomías ha alcanzado los 11.449 millones, y el doble de esta cantidad en el caso de los ayuntamientos.La existencia de estas empresas se justifica en la necesidad de prestar servicios sociales que parecen incapaces de generar ingresos suficientes (transporte público, etc…). Pero la realidad es que se han convertido en el modo de vida de una casta burocrática que gana miles de euros con los sueldos y dietas de los cargos que acaparan uno tras otro, ocupando consejos de administración de organismos improductivos, y cuya gestión dilapida los millones que nos recaudan. Como en el restaurante Klein. Total, paga la casa…Urge una nueva medida de ahorro: que ningún cargo público ostente más de un puesto oficial, que las decisiones de estas empresas públicas recaigan en una junta de trabajadores y usuarios, con un presupuesto público, y que contratan un gerente que les rinde cuentas. Ya que paga la casa, que decidan los reales propietarios.

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