Ahmadinejad destituye a varios altos cargos

La batalla de Teherán continúa

La lucha de lí­neas continúa en Irán bajo otras formas. El presidente electo, Mahmud Ahmadinejad ha decidido destituir a un viceministro y cuatro altos cargos del estratégico Ministerio del Petróleo, en respuesta por sus crí­ticas a su gestión y el apoyo a su rival opositor, Mir Hossein Musaví­. Pero lo cierto es que las fisuras hechas visibles estas semanas en el régimen y en la clase dominante iraní­ muestran que aunque Ahmadinejad haya ganado las elecciones, tendrá necesariamente que llegar a importantes compromisos y hacer concesiones a reformistas y conservadores moderados so pena de gobernar con una notable inestabilidad.

Antes de jurar su cargo en el Parlamento, Ahmadinejad ha deurado de su gobierno a varios altos cargos del departamento de energía y petróleo. La línea ultraconservadora ha decidido agarrar fuertemente las riendas de un aparato ciertamente estratégico para Irán –el segundo exportador de petróleo de la OPEP- y quitarse de en medio a cuadros que han mostrado su simpatía con las exigencias de la oposición.Pero sería un error de superficialidad deducir de esto que Ahmadinejad comienza un mandato donde el poder de su línea política goza de mayor poder ante la derrota electoral de la oposición. La línea que se le opone –compuesta por una mezcolanza heterogénea y contradictoria de sectores “reformistas” y “conservadores moderados” dentro del régimen- ha perdido las elecciones pero ha cobrado una fuerza social muy considerable. Se ha mostrado, ha luchado y ha cobrado conciencia de sí misma (al menos entre los seguidores de Musaví). La correlación de fuerzas en la sociedad iraní se ha desplazado considerablemente desde el momento en que comenzaron las protestas hasta que las fuerzas de orden lograron sofocarlas.Y si es así en las calles de las principales ciudades, también lo es en el régimen, razón por la cual el presidente Ahmadinejad ha tenido que destituir a miembros de su propio gobierno que se habían acercado demasiado a la línea Musaví. Pero no es el único: Alí Lariyani, conservador moderado y presidente del Parlamento iraní –por tanto hombre de reputación intachable y de peso dentro del régimen de los ayatolás- no sólo apoyó indirectamente a Musaví, condenando la represión de las protestas y cuestionando la imparcialidad del Consejo de Guardianes, sino que el otro día se ausentó de la celebración de la victoria electoral de Ahmadinejad.La batalla entre las dos líneas dentro del régimen, lejos de cerrarse, continúa bajo otras formas. El vencedor técnico del `round electoral´ se enfrenta a una oposición –independientemente del fraude- derrotada en las urnas pero fortalecida en la calle, en las mezquitas y en los despachos.

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