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La batalla de los presupuestos

La fantasía centrista de un gran acuerdo sobre el presupuesto nunca tuvo ninguna oportunidad. Incluso aunque supuestamente algún tipo de trato fuera alcanzado, los principales actores pronto habrían incumplido el acuerdo – probablemente la próxima vez que un republicano ocupe la Casa Blanca.Porque la realidad es que nuestros dos grandes partidos políticos están comprometidos en una lucha feroz sobre la futura configuración de la sociedad estadounidense. Los demócratas quieren preservar el legado del New Deal y la Gran Sociedad –Seguridad Social, Medicare y Medicaid– y añadir a ello lo que todo país avanzado tiene: una garantía más o menos universal de atención sanitaria básica. Los republicanos quieren tirar todo eso fuera, dejando espacio para una rebaja drástica de los impuestos a los ricos. Sí, es esencialmente una guerra de clases.La lucha en torno al precipicio fiscal fue sólo una batalla en esa guerra. Terminó, sin duda, en una victoria táctica para los demócratas. La pregunta es si se trata de una victoria pírrica que ha sentado las bases para una derrota mayor.¿Por qué digo que fue una victoria táctica? Principalmente por lo que no pasó: No hubo recortes en los beneficios.Esta no era una conclusión inevitable. En 2011, el gobierno de Obama se dijo dispuesto a elevar la edad de atención para el Medicare, una idea política terrible y cruel. Esta vez, estaba dispuesto a recortar las prestaciones de la Seguridad Social mediante el cambio de la fórmula de ajuste por coste de la vida, una idea menos terrible que sin embargo habría impuesto un montón de dificultades – y probablemente habría sido políticamente desastroso también. Al final, sin embargo, esto no sucedió. Y los progresistas, siempre preocupados de que el presidente Obama parece demasiado dispuesto a ceder acerca de cuestiones fundamentales, exhalaron un suspiro de alivio.También hubo algunos aspectos positivos reales desde un punto de vista progresista. La expansión de las prestaciones por desempleo alargadas un año más, es un gran beneficio para muchas familias y un notable aumento de nuestras perspectivas económicas (porque se trata de dinero que se gasta, y por lo tanto ayudar a preservar empleos). Otros beneficios para las familias de bajos ingresos se han prorrogado por cinco años – aunque, por desgracia, la rebaja de impuestos en las nóminas se han dejado caducar, lo que afectará tanto a las familias trabajadoras como a la creación de empleo.La mayor queja sobre la legislación progresista es que el señor Obama extrae menos ingresos de los más ricos de lo esperado – cerca de 600.000 millones durante la próxima década en comparación con los 800 mil millones esperados. En perspectiva, sin embargo, esta no es la gran cuestión. Pongámoslo de esta manera: Una estimación razonable es que el Producto Interior Bruto en los próximos 10 años será de alrededor de 200 billones de dólares. Así que si la recaudación de impuestos hubiera estado a la altura de las expectativas, sólo habría ascendido al 0,4% del PIB; como se vio después, esta cifra se redujo a 0,3%. De cualquier manera, no hay mucha diferencia en la disputa sobre los impuestos en comparación con el gasto por venir.Ah, y no sólo los republicanos votan por un aumento de impuestos por primera vez en décadas, el resultado global de los cambios en los impuestos ahora tendrán como efecto –incluidos los nuevos impuestos asociados a Obamacare, así como la nueva legislación– que habrá una reducción significativa en la desigualdad de ingresos, con el 1 por ciento mas rico, y más aún el 0,1% teniendo que pagar mucho más que las familias de ingresos medios.Entonces, ¿por qué muchos progresistas –entre los que me incluyo– se sienten muy preocupados? Debido a que estamos preocupados por los enfrentamientos en el futuro.De acuerdo a las reglas normales de la política, los republicanos deberían tener muy poco poder de negociación en este punto. Con la Casa Blanca y el Senado en manos de los demócratas, el Partido Republicano no puede aprobar ninguna ley, y como la mayor prioridad de la política progresista de los últimos años, la reforma de la salud, ya es ley, los republicanos no parecen tener muchas fichas de negociación.Pero el Partido Republicano conserva una facultad destructiva, en particular, al negarse a elevar el techo de la deuda – lo que podría causar una crisis financiera. Y los republicanos han dejado en claro que planean utilizar su poder destructivo para extraer concesiones políticas importantes.Ahora, el presidente ha dicho que no va a negociar sobre esa base, y con razón. Amenazar con lastimar a decenas de millones de víctimas inocentes a menos que se haga a su manera –que es la estrategia del Partido Republicano que bulle por debajo– no debe ser aceptado como una táctica política legítima.Pero, ¿el señor Obama arremete contra el chantaje de esta posición en el momento de la verdad? Él vaciló durante el enfrentamiento sobre el límite de la deuda en 2011. Y los últimos días de las negociaciones sobre el precipicio fiscal también estuvieron marcados por una clara reticencia de su parte para llegar al plazo de vencimiento. Dado que las consecuencias de superar el plazo establecido para el límite de la deuda sería potencialmente mucho peor, esta administración no augura nada bueno para resolver el problema.Así que, como he dicho, en un sentido táctico la batalla sobre el abismo fiscal terminó en una modesta victoria para la Casa Blanca. Pero esa victoria podría muy fácilmente convertirse en derrota en tan sólo unas semanas.

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