La banca y la gallina de los huevos de oro

El abrupto advenimiento de la crisis hizo trizas sin duda los planes que seguro que unos y otros habí­an trazado concienzudamente para el dí­a después de tan enjundiosas compras. Pero es muy probable que Rafael Santamarí­a, Fernando Martí­n y Bruno Figueras, como muchos empresarios más, se lo hubieran pensado dos veces si la banca no llega a regar con abundante dinero sus ambiciones, a la espera de un prometedor negocio

EXPANSIÓN.- En medio de la eor recesión que sufre España desde el inicio de la democracia, los presupuestos entregados ayer por el Gobierno a las Cortes no están a la altura de las circunstancias, por más que la vicepresidenta Salgado subraye que “sientan las bases de la recuperación” y son “austeros” gracias a “una contención del gasto que no tiene precedentes en los últimos años”. Ni una cosa, ni la otra. Difícilmente puede contribuir a espolear la recuperación un saqueo fiscal de tal magnitud a las clases medias y bajas a través del IRPF, del IVA e incluso paradójicamente de las rentas del capital. EL PAÍS.- El presupuesto refleja con precisión dos fracasos graves de la política económica. El recorte del gasto en el presupuesto de 2010 es cosmético y hace más daño a la inversión que al gasto corriente. Aunque Salgado asegure que estos Presupuestos "sientan las bases de la recuperación económica", lo cierto es que apenas garantizan un discurrir mediocre de la economía durante 2010. Y hay más que dudas razonables sobre si no suponen una preocupante marcha atrás en las expectativas de cambiar el patrón de crecimiento. Opinión. Público El fruto de una inmoderada política crediticia Vicente Clavero La banca española, a fuerza de exprimirla, acabará matando la gallina de los huevos de oro que durante años han sido las inmobiliarias para ella. Una gallina que la propia banca cebó a base de créditos, con el exclusivo propósito de sacar tajada de lo que hasta hace poco parecía un inagotable negocio. Ese dinero, concedido en su día a manos llenas, es hoy el mayor lastre de un sector que aún deberá esperar mucho tiempo antes de levantar definitivamente cabeza. Martinsa Fadesa, Astroc, Llanera, Grupo Lábaro, Habitat, Aifos, Tremón, Nozar… jalonan un rápido proceso de descomposición que comenzó durante 2007 y que se ha llevado por delante centenares de inmobiliarias en toda España. La mayoría de las más importantes se han hundido bajo el peso de las cuantiosas deudas contraídas para financiar su crecimiento con la inestimable complicidad de la banca. Miles de millones de euros que los prestamistas sólo podrán recuperar en parte y siempre que la administración concursal no les sea demasiado adversa. A la oprobiosa nómina de las suspensiones de pagos va a sumarse pronto, si nadie lo impide, otro gigante, Reyal Urbis, que arrastra serias dificultades para satisfacer las exigencias de los bancos. Les debe 4.800 millones en números redondos, para cuya renegociación no está encontrando el necesario apoyo, a pesar de los esfuerzos realizados. Reyal Urbis, haciendo de tripas corazón, ha puesto en venta algunas joyas de su corona, si bien el resultado de esta desinversión es incierto, habida cuenta la ya larga atonía del mercado. Dos terceras partes de la deuda responden al crédito sindicado que sirvió a Reyal para adquirir Urbis previamente a su fusión, poco antes de que estallara estrepitosamente la burbuja inmobiliaria. Esta operación permitió a Banesto desprenderse de un activo que pronto iba a ser de alto riesgo y por el que se embolsó 1.200 millones de euros en plusvalías. Banesto, paradójicamente, figura hoy entre los principales acreedores de Reyal Urbis, junto con Banco Santander. La fatal tentación La compra de Urbis, que dio lugar a uno de los mayores grupos del sector, fue un bocado excesivo para las posibilidades de Reyal. Su presidente, Rafael Santamaría, sucumbió a la misma tentación que otros reyes del ladrillo y puede correr también su misma suerte. A Fernando Martín se le indigestó Fadesa y Bruno Figueras no fue capaz de digerir Ferrovial Inmobiliaria. En los tres casos quedó de manifiesto la dificultad de que al pez grande se lo coma el chico. De cabeza al desastre El abrupto advenimiento de la crisis hizo trizas sin duda los planes que seguro que unos y otros habían trazado concienzudamente para el día después de tan enjundiosas compras. Pero es muy probable que Rafael Santamaría, Fernando Martín y Bruno Figueras, como muchos empresarios más, se lo hubieran pensado dos veces si la banca no llega a regar con abundante dinero sus ambiciones, a la espera de un prometedor negocio. Deshojando la margarita Reyal Urbis está apurando al máximo todas las opciones antes de solicitar ante los tribunales de justicia la suspensión de pagos, sin perder de vista lo que le ocurrió hace nada a Nozar. El grupo controlado por la familia Nozaleda accedió a vender todo lo vendible para tapar agujeros, como la banca le pidió, y al final ha llegado al concurso de acreedores totalmente descremada y con escasas posibilidades de pagar la deuda que le queda. PÚBLICO. 30-9-2009 Editorial. Expansión Presupuestos sin credibilidad La ley de presupuestos constituye el instrumento más importante con el que cuenta cualquier gobierno para inspirar confianza a los agentes económicos y tratar de encauzar la actividad. Desde esa óptica, en medio de la peor recesión que sufre España desde el inicio de la democracia, los presupuestos entregados ayer por el Gobierno a las Cortes no están a la altura de las circunstancias, por más que la vicepresidenta Salgado subraye que “sientan las bases de la recuperación” y son “austeros” gracias a “una contención del gasto que no tiene precedentes en los últimos años”. Ni una cosa, ni la otra. Difícilmente puede contribuir a espolear la recuperación un saqueo fiscal de tal magnitud a las clases medias y bajas a través del IRPF, del IVA e incluso paradójicamente de las rentas del capital, sobre lo que existe una coincidencia generalizada entre los expertos en que retraerá el consumo, el ahorro, la inversión, y por tanto alejará la recuperación y con ello la deseada reactivación del empleo. Más grave aún es que estas subidas, como admitió Salgado, han venido para quedarse, pese a que Zapatero aseguró en el Congreso hace apenas tres semanas que además de “moderadas” serían “temporales”. En julio había asegurado categórico que no tocaría los impuestos. Una evidencia tras otra de la escasa credibilidad que merece el Gobierno y de la incertidumbre e inseguridad jurídica que se transmite a los agentes económicos, tanto domésticos como exteriores. El concepto de austeridad, primordial en estas circunstancias, también queda muy distorsionado. El Gobierno pretende trasmitir que el gasto total disminuye en 2010 un 3,9%, pero se trata de un espejismo sólo posible si la comparación se realiza con la estimación de gasto total para este año, que se ha desbordado en más de un 20% sobre el ficticio presupuesto diseñado en su día por Solbes, que ha sufrido el mayor incumplimiento de la democracia. La realidad es que sobre el presupuesto inicial de 2009 el gasto aumenta un impresentable 17,3%. El Gobierno, incluso, se ha saltado el techo de gasto pactado en las Cortes para elevarlo en 3.000 millones. Como no renuncia a seguir gastando, el Gobierno sigue quemando los muebles para calentar la casa: la deuda pública escalará hasta el 62%, sobrepasando el umbral del 60% establecido para acceder en su día al euro. Eso supone que el Gobierno seguirá hipotecando a las generaciones futuras a un ritmo de endeudamiento de 580 millones diarios. En un escenario de extrema restricción crediticia, la saturación de emisión de deuda pública es perniciosa pues en el mejor de los casos encarecerá la financiación del sector privado –el que realmente debe tirar de la actividad– y en el peor le privará de acceso crédito. El presupuesto vuelve a sustentarse sobre un escenario económico demasiado optimista, en contraste con las oscuras expectativas que avizoran los analistas, lo que no contribuye precisamente a generar confianza. Por ello, parecen insuficientes los pagos previstos para la cobertura del desempleo, pues minusvaloran las estimaciones de destrucción de empleo, al tiempo que sobreestima la recaudación, en particular en el IRPF y en el IVA, en este último caso incompatible con la esperada caída del consumo. ¿Más déficit público? EXPANSIÓN. 30-9-2009 Editorial. El País Más que dudas Los Presupuestos Generales del Estado para 2010 presentados ayer en el Congreso por la vicepresidenta Elena Salgado presentan, además de la anunciada subida de impuestos que procurará una recaudación adicional de más de 11.500 millones, un esqueleto del gasto volcado definitivamente hacia la protección social, dirigida a prestar apoyo a los colectivos afectados por la crisis. Nada menos que el 51,6% del gasto consignado se destinará a estas políticas, con especial atención a las prestaciones por desempleo (30.600 millones, el 58% más que en 2009). El aumento del gasto social se hace compatible con un recorte del gasto público del 3,9%, razón por la cual la vicepresidenta definió los Presupuestos como "austeros". El balance final prevé un déficit del 5,4% del PIB. Esa proyección de déficit no es muy verosímil. En parte porque el presupuesto de ingresos es muy voluntarista (prevé un aumento del 21%). Es probable que este año el déficit supere el 10% del PIB (hay quien teme que se deslice hasta el 12%), y para creer en una reducción de más de cinco puntos habría que suponer que, además de una subida razonable de los ingresos, se corregirán algunos de los desequilibrios económicos que aumentan el gasto, con el desempleo en cabeza. No hay razones para suponer que tales mejoras se producirán. Es cierto que en la contención del déficit se juega el Gobierno buena parte de la credibilidad ante los mercados y que el peso del servicio de la deuda no debe convertirse en un lastre más de la recuperación económica prevista a partir de 2011. Pero también es cierto que la deuda de España es de las más bajas de entre los países desarrollados y que ahí había cierto margen de recorrido. No obstante, donde el presupuesto muestra todas las incoherencias de la actual política económica es en la incapacidad de conjugar el gasto social, irreprochable y defendible desde cualquier punto de vista, con las políticas activas para combatir la recesión de la economía. El gasto público se reduce, pero, por desgracia, lo hace bajando la inversión pública (la inversión real cae casi el 10%), y la inversión en Investigación y Desarrollo, la famosa I+D+i, desciende más del 3%. Era casi un axioma del Gobierno que el recorte necesario del gasto no iba a afectar a la inversión productiva ni a la investigación en tecnología, porque son los ejes sobre los que iba a pivotar el cambio de patrón económico. La débil defensa del Gobierno se apoya en que habrá más inversión pública financiada con deuda; pero incluso así, uno de los pilares de la recuperación apenas logra alcanzar los recursos dispuestos en 2009. Así pues, el presupuesto apenas contiene medidas indiscutibles; una, la supresión de los 400 euros de devolución fiscal, aunque su eliminación contradice la recomendación del G-20 de mantener las medidas de estímulo hasta que se recupere el empleo. Pero sí refleja con precisión dos fracasos graves de la política económica. El primero es la incapacidad administrativa para reducir el fraude fiscal. Según la estimación más prudente, la economía sumergida en España equivale al 20% del PIB y no sería descabellado aspirar a que cada año se obtengan unos 15.000 millones por la persecución de dicho fraude. El segundo fracaso es que el Gobierno no ha sido capaz de aprovechar la oportunidad de la recesión para reformar la estructura del gasto público en profundidad. El recorte del gasto en el presupuesto de 2010 es cosmético y hace más daño a la inversión que al gasto corriente. Aunque Salgado asegure que estos Presupuestos "sientan las bases de la recuperación económica", lo cierto es que apenas garantizan un discurrir mediocre de la economía durante 2010. Y hay más que dudas razonables sobre si no suponen una preocupante marcha atrás en las expectativas de cambiar el patrón de crecimiento. EL PAÍS. 30-9-2009

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