La banca extranjera corta el grifo a España

«Y la razón es sencilla: tiene ya demasiada deuda pública española en cartera y no quieren aumentar su exposición todaví­a más. De momento, tampoco la han reducido significativamente, pero si hay nuevos episodios de pánico, no puede descartarse que lo hagan. Del total de deuda pública viva que tiene el Estado español, que alcanzará 694.000 millones este año, el 20% está en manos de instituciones financieras francesas y otro 21,6%, en las de las alemanas. Gran Bretaña aparece en tercera posición con el 10,4%.»

Distintas fuentes han confirmado que las rincipales entidades francesas han reducido notablemente sus compras de bonos españoles. Algunas fuentes hablan de una "instrucción" desde los cuarteles generales de París de no incrementar ni un euro la exposición a la deuda pública de nuestro país. Portavoces de BNP Paribas y Société Générale niegan que exista una instrucción en este sentido, aunque admiten que sus clientes y algunos gestores de fondos de deuda sí han reducido posiciones en España. Esto es coherente con los datos publicados este jueves por Reuters, que registran una salida histórica de dinero de los fondos de renta fija en Europa de 41.000 millones de euros en el primer trimestre. (EL CONFIDENCIAL) LA VANGUARDIA.- Pensaba en la lentitud de Zapatero al escucharle a las puertas de la Moncloa, tras su reunión de cuarenta minutos con Joe Biden, vicepresidente de EE.UU. El presidente estaba más torpe de lo habitual, más lento que nunca en articular sus frases. ¿De qué habían hablado antes estos hombres? El día después, apenas había pistas. La prensa americana, sin embargo, ofrecía algunas. The New York Times explicaba que Biden le había pedido medidas "resolutivas" para fortalecer la economía y dar confianza a los mercados. The Washington Post ofrecía el detalle, insólito aquí, de que la mitad del tiempo se había ido en discusiones económicas sobre los problemas que hundieron a Grecia y ahora "amenazaban" a España. El rictus de Zapatero y su bloqueo expresivo salían de ahí: el avance de medidas en Bruselas, el día antes, no bastaba. PÚBLICO.- El PSOE consiguió en marzo de 2008 el voto de 11.065.000 electores residentes en España. De esos 11 millones de votantes, en la actualidad sólo 6.220.000 (un 56,8%) declaran la intención de volver a votar al PSOE en 2012. Son lo que podemos llamar los electores fieles. El resto de los votantes socialistas de 2008 (el 43,2% restante) no tienen, por el momento, una intención decidida de volver a votar al PSOE. Estos votos en peligro son, en la actualidad, 4.730.000, distribuidos en tres grandes categorías: los electores que ya han decidido cambiar y votar a otro partido, los que han decidido abstenerse o votar en blanco y los que están indecisos Opinión. El Confidencial La banca extranjera corta el grifo a España: no quiere comprar más deuda pública E. Segovia Nadie lo admite en público, pero sí en privado: los grandes bancos extranjeros están cerrando el grifo a la financiación de nuestro país después del susto de la semana pasada en los mercados. Y la razón es sencilla: tiene ya demasiada deuda pública española en cartera y no quieren aumentar su exposición todavía más. De momento, tampoco la han reducido significativamente, pero si hay nuevos episodios de pánico, no puede descartarse que lo hagan. Del total de deuda pública viva que tiene el Estado español, que alcanzará 694.000 millones este año como adelantó ayer El Confidencial, el 20% está en manos de instituciones financieras francesas y otro 21,6%, en las de las alemanas. Gran Bretaña aparece en tercera posición con el 10,4%. Los principales tenedores de estos bonos son los bancos y cajas españoles, que el año pasado compraron ingentes cantidades de deuda pública con el famoso carry trade: financiarse en la barra libre de liquidez del BCE al 1% para invertir en bonos al 3,8%-4%, ganando la diferencia. "Es lo mismo que pasa con las refinanciaciones inmobiliarias: los bancos no quieren poner más dinero porque bastante mal lo están pasado con la deuda que ya tienen y que no saben si podrán cobrar", explica un alto ejecutivo de una entidad española. Distintas fuentes han confirmado a El Confidencial que las principales entidades francesas han reducido notablemente sus compras de bonos españoles. Algunas fuentes hablan de una "instrucción" desde los cuarteles generales de París de no incrementar ni un euro la exposición a la deuda pública de nuestro país. Otras aseguran haber oído decir a ejecutivos de estas entidades que "cuanto antes haga default España, mejor para todos". Portavoces de BNP Paribas y Société Générale niegan que exista una instrucción en este sentido, aunque admiten que sus clientes y algunos gestores de fondos de deuda sí han reducido posiciones en España. Esto es coherente con los datos publicados este jueves por Reuters, que registran una salida histórica de dinero de los fondos de renta fija en Europa de 41.000 millones de euros en el primer trimestre. Los gestores de fondos se salen de España En este sentido, Standard & Poor’s publicó la semana pasada un informe en el que constata que la reacción mayoritaria entre los gestores a los acontecimientos de la semana pasada ha sido reducir sus posiciones en deuda de los países periféricos, sobre todo de Grecia, pero también de España, Irlanda y Portugal. Y la mayor gestora de renta fija del mundo, Pimco, anunció que ha eliminado la deuda de nuestro país de sus carteras. La prueba evidente de estas reticencias entre la banca extranjera está en la subasta de bonos a cinco años que lanzó el Tesoro hace dos semanas, cuando tuvo que pedir ayuda a varias grandes entidades españolas para cubrirla por completo ante la falta de demanda desde el exterior. ¿Zapatero convencerá a los mercados? La cuestión ahora es, si después del plan de ajuste anunciado por Zapatero, la banca internacional recobrará la confianza en España. De momento, ayer el bono español a 10 años vuelve a caer hoy en precio y su rentabilidad (que se mueve a la inversa) supera de nuevo el 4%. De esta forma, el diferencial con Alemania alcanza otra vez niveles de 1,13 puntos porcentuales. El CDS (seguro de riesgo de impago) ha escalado hasta 179 puntos básicos, después de caer el miércoles pasado hasta 138. Lo que está en juego no es ninguna tontería: España debe emitir este año deuda por importe de 226.000 millones (brutos), de los que sólo ha colocado hasta mayo un 34%, mientras que otros países han corrido para vender el grueso de sus emisiones en la ventana de principios de año. Y no se trata sólo del encarecimiento de esta deuda, sino de si será posible colocarla toda. Es decir, el Gobierno sigue dependiendo de los mercados. Y las próximas subastas van a ser decisivas. EL CONFIDENCIAL. 17-5-2010 Opinión. La Vanguardia Siete días de mayo Xavier Antich Zapatero nunca ha sido un tipo rápido, ni en el decir ni en el hacer. En cualquier western, le habría costado desenfundar. Y ahí la lentitud salía cara. Es cierto que entre los clásicos no escasean los lentorros meditativos, que plantan cara al fragor de los acontecimientos con la dureza de la convicción y la fuerza interior. Basta pensar en Stoddard, el abogado idealista de El hombre que mató a Liberty Valance, ridiculizado por cualquier matón capaz de hacerle una zancadilla o tirarle la sopa encima. Pero, en el momento de la verdad, esos lentos sabían que debían ser rápidos. Pensaba en la lentitud de Zapatero al escucharle a las puertas de la Moncloa, tras su reunión de cuarenta minutos con Joe Biden, vicepresidente de EE.UU. El presidente estaba más torpe de lo habitual, más lento que nunca en articular sus frases. El silencio se abría como un precipicio entre sujeto y verbo, entre verbo y complemento, masticando antes de cada adverbio. ¿Qué estaba pasando? Ni las frases más vacías hallaban su vía habitual. ¿Estaba distraído, cansado del vuelo a Bruselas, de golpe se había tornado meditativo? A primera vista, parecía que el presidente se había puesto beckettiano, improvisado actor de esos textos de Beckett que contienen más indicaciones de los silencios que palabras para pronunciar. Costaba comprender hasta la oración más simple. ¿De qué habían hablado antes estos hombres? El día después, apenas había pistas, más allá de la visita de ambos a la Brigada Paracaidista o del cruce de sonrisas y elogios, un pelo pasados de rosca. Nadie llamó la atención sobre este colapso en la locuacidad del inquilino de la Moncloa, ni sobre los temas que los mandatarios habían abordado. Era el sábado 8 de mayo. Estábamos de pleno en la semana más turbulenta de la historia europea reciente. La prensa americana, sin embargo, ofrecía algunas pistas. The New York Times explicaba que Biden le había pedido medidas "resolutivas" para fortalecer la economía y dar confianza a los mercados. The Washington Post ofrecía el detalle, insólito aquí, de que la mitad del tiempo se había ido en discusiones económicas sobre los problemas que hundieron a Grecia y ahora "amenazaban" a España. Y además, añadía: "Era el paso más público hasta la fecha de un esfuerzo concertado de la Administración Obama para empujar a los líderes europeos a responder más agresivamente a la crisis". El rictus de Zapatero y su bloqueo expresivo salían de ahí: el avance de medidas en Bruselas, el día antes, no bastaba. El domingo, Obama hablaba con Merkel y hasta el martes, como es sabido, no llamó a Zapatero. Se ha interpretado la llamada como una presión al presidente español. Pero no es inverosímil pensar que, en realidad, trataba de saber si ya había preparado los deberes. Para entonces, Zapatero había disfrutado de tiempo suficiente para digerir el sapo de Biden y, previsiblemente, pudo avanzarle a Obama las drásticas medidas que iba a anunciar el día después. Puede leerse la estupefacción en el rostro de Zapatero, tras almorzar con Biden, como aquella otra, de gran trascendencia histórica, que ocupó el amplio rostro de Felipe González tras hablar con Ronald Reagan en junio de 1983. También entonces el presidente español se quedó, y disculpen, con cara de besugo. Había subido al avión como un decidido partidario de sacar a España de la OTAN, pero menos de un año después ya había dirigido el definitivo giro atlantista de su gabinete que condujo al referéndum de 1985. Hay minutos tan densos que cambian trayectorias de décadas. Desde Homero hasta Tolstoi, cualquier lector conoce esos "momentos de desamparo total en que la ausencia de elección dicta la decisión", como explicó Rachel Bespaloff: "El devenir del universo está suspendido en este impalpable silencio que sólo dura un instante". Eso sucedió a las puertas de la Moncloa, cuatro días después del hundimiento del Ibex, tres de la reunión con Rajoy ("buscando el efecto espantapájaros", como señaló Jordi Barbeta) y uno tras los siete minutos trágicos que hundieron en el pánico a Wall Street. Ahora, la paranoia de las teorías conspirativas disculpará la gestión de la crisis de nuestros gobernantes, en nombre de no se sabe qué "gobierno en la sombra" de los poderes financieros y empresariales: algo así como la versión actualizada del filme que da título a este artículo, respuesta de la conspiranoia fílmica al asesinato de John F. Kennedy. Pero ahí, el sábado 8 de mayo, se escenificó para nosotros el principio del irreversible final del llamado Estado de bienestar. ¡Que se preparen los más débiles, pensionistas y dependientes! Para quien estuviera atento, ya José Luis Pardo mostró hace tres años la arqueología exacta de este momento en Esto no es música (Galaxia Gutenberg), sin duda el libro filosófico más importante de la década, y no sólo en España. Justo cuando George Harrison daba por terminada su versión de I, me, mine y, con ella, la existencia de los Beatles: ahí se inició, paradójicamente a manos de los ultraliberales libertarios, viejos progres convertidos en canallas, el paulatino desmontaje de todas las estructuras de protección del Estado de bienestar. Pronto este modelo, sugería Pardo, será rechazado como un error de la misma índole que el fascismo o el totalitarismo soviético. Que Dios nos pille confesados. La que va a caer ya no es apta para cardiacos. LA VANGUARDIA. 17-5-2010 Opinión. Público ¿Dónde están los votos del PSOE? José Luis de Zárraga Durante el último semestre, en el que se han agudizado los efectos de la crisis económica sobre el empleo y la situación de las finanzas públicas, se han producido grandes movimientos en las intenciones de voto, que han afectado a todos los partidos, y en primer lugar al PSOE. Sus intenciones de voto han disminuido en todas las encuestas y hay que preguntarse dónde están hoy los más de 11 millones de votos socialistas de 2008. Para responder a esta cuestión con rigor son necesarias muestras suficientemente grandes, de las que no se dispone en las encuestas ordinarias. Los Publiscopios semanales, sin embargo, han acumulado durante este semestre una muestra de más de 25.000 entrevistados entre ellos, cerca de 9.000 votantes al PSOE, que nos permite medir con bastante exactitud las dimensiones de los flujos de voto que se están produciendo y conocer con detalle las características de los electores implicados en ellos. Hay que advertir de entrada que este análisis de las tendencias actuales no es una estimación de voto, para la cual habría que calcular el comportamiento probable de los electores en el futuro según las tendencias actuales. Aquí no se hace esa estimación, sino que se analiza la situación actual. Nuestro análisis averigua qué ha pasado con los votantes socialistas de 2008, qué votos conserva el PSOE, qué votos ha perdido y adónde han ido a parar, y qué votos tiene en peligro, inclinados a la abstención o indecisos. El principal interés de un análisis como este no es anticipar el futuro, sino proporcionar el conocimiento necesario para intervenir eficazmente en su determinación. El PSOE consiguió en marzo de 2008 el voto de 11.065.000 electores residentes en España (aparte de otros 225.000 votos de electores residentes en el extranjero, que aquí no vamos a tener en cuenta). Algunos de aquellos votantes de 2008 han fallecido ya, por lo que podemos estimar que, en cifras redondas, hay unos 10.950.000 votantes socialistas en el territorio nacional. De esos casi 11 millones de votantes, en la actualidad sólo 6.220.000 (un 56,8%) declaran la intención de volver a votar al PSOE en 2012. Son lo que podemos llamar los electores fieles. El resto de los votantes socialistas de 2008 (el 43,2% restante) no tienen, por el momento, una intención decidida de volver a votar al PSOE. Estos votos en peligro son, en la actualidad, 4.730.000, distribuidos en tres grandes categorías: los electores que ya han decidido cambiar y votar a otro partido, los que han decidido abstenerse o votar en blanco y los que están indecisos. Estas decisiones de cambio y de abstención no son, desde luego, definitivas, porque podrían cambiarse de aquí a las elecciones. Y sin duda algunas o muchas de ellas cambiarán. Pero actualmente representan la tendencia asumida por los electores. Giro radical Los votantes socialistas de 2008 que han decidido votar en 2012 a otro partido son más de millón y medio: 1.580.000, cerca del 15% del total. Entre ellos, casi 700.000 un 6,3% del voto socialista han decidido dar un giro radical y votar al PP. Casi otros 300.000 un 2,7% de los votantes de 2008 votarían ahora a UPyD. En conjunto, por tanto, hay casi un millón de antiguos votantes del PSOE, el 9% del total, decididos a emitir un voto cuya significación es claramente antigobierno socialista. Hay además casi otros 600.000 votos socialistas que ahora votarían a Izquierda Unida (330.000), a los partidos nacionalistas (205.000) o a otras opciones minori-tarias (55.000), como las listas verdes y los partidos radicales. Los votantes socialistas que, hoy por hoy, dicen que se abstendrán o votarán en blanco en las próximas generales son 1.325.000. Y, por último, los que se declaran indecisos incluyendo un contingente menor que no quiere declarar sus intenciones son 1.825.000. Entre abstencionistas e indecisos, bastante por encima de tres millones de votantes socialistas están actualmente contemplando al gobierno al que votaron desde la barrera. O más bien, mirando para otro lado. A incrementar el magro resultado del voto socialista vienen, sin embargo, los votos de algunos electores que no votaron al PSOE en 2008. En total, según las intenciones declaradas actualmente, los socialistas contarían con algo más de 900.000 votos nuevos, la mitad de ellos unos 450.000, de personas que se abstuvieron o votaron en blanco en las anteriores elecciones; y otros 290.000, de nuevos electores, personas que no tenían derecho a voto en 2008. Los restantes votos le llegan, en cantidades muy escasas, de otros partidos: unos 50.000 votantes del PP lo harían ahora por el PSOE, y lo mismo, unos 40.000 votantes de IU y 80.000 nacionalistas y de partidos minoritarios. Si se comparan estos flujos positivos con los flujos negativos hacia esos mismos partidos, se observará que el saldo de los intercambios de voto es muy desfavorable para el PSOE: en todos los casos pierde voto y, en total, el saldo negativo de los intercambios es de 1,4 millones de sufragios. Quiénes son estos electores, qué características tienen los votantes que permanecen fieles, los tránsfugas, los indecisos, los abstencionistas, los nuevos votantes. Son muy distintos y el análisis de los datos de los Publiscopios nos permite saber cómo son. Por sus características, los seis y pico millones de votantes fieles pertenecen claramente al núcleo duro de la clientela electoral socialista tradicional: el 90% se identifica con el partido, un 85% se declara decididamente de izquierdas, más del 70% de ellos ha votado, en su vida, solamente a partidos de izquierdas, y el 75% rechaza la posibilidad de votar al PP en cualquier caso. Su imagen de Zapatero, aún en estas circunstancias tan desfavorables, es muy positiva: el 80% aprueba su gestión y casi el 70% valora su actuación política con puntuaciones entre 6 y 10. Son el bastión irreductible del voto del PSOE. Los nuevos electores que votarían al PSOE tienen características políticas muy parecidas a los votantes fieles (identificados con el socialismo, de izquierdas y con un fuerte rechazo al voto a la derecha); les diferencia de ellos únicamente la edad. En cuanto a los tránsfugas al PP, predominan entre ellos los votantes socialistas que se ubican en posiciones distintas de la izquierda, sobre todo los que dicen ser de centro o no ser "ni de izquierdas ni de derechas". Es patente su rechazo a Zapatero: el 95% de ellos declara tener poca o ninguna confianza en él, el 80% desaprueba su actuación, y el 65% lo suspende, puntuándolo entre 0 y 4. La tasa de tránsfugas al PP, que en el conjunto del voto socialista de 2008 es del 6,3%, aumenta significativamente entre los varones (7,3%) y especialmente entre los del grupo de 30 a 44 años (8,8%). Hay también una tasa más alta de tránsfugas al PP entre los autónomos (11%), los empleados comerciales (9,7%) y los peones (9,5%). Entre las nueve comunidades con más de 400.000 votantes socialistas, las mayores tasas de transfuguismo del PSOE al PP se localizan en Castilla-La Mancha (9,6%), Canarias (9,1%) y Andalucía (8,5%). La desconfianza Entre los votantes socialistas que tienen ahora intención de votar a UPyD también hay una proporción elevada de electores que se declaran centristas o equidistantes entre izquierda y derecha, pero la mayoría (un 60%) se dice de izquierdas. Entre ellos, el 85% desconfía de Zapatero, pero también, en mayor proporción aún (93%), de Rajoy. La tasa media de transfuguismo del PSOE a UPyD está en el 2,7%; tasas más altas se encuentran entre los varones jóvenes (3,5%) y, sobre todo, entre los votantes de estudios superiores (4,4%). Hay grandes diferencias territoriales en este fenómeno, que se da en mayor proporción en Madrid (5,6%) y en Castilla-La Mancha (4,6%). Los votantes tránsfugas del PSOE a IU se parecen, por sus características, al núcleo duro de los socialistas fieles: altas proporciones de ubicación en la izquierda (89%), votantes sólo de partidos de izquierdas, fuerte rechazo del voto al PP (83%) y simpatías repartidas entre los dos partidos (56% se identifica más con IU, pero, a pesar de su cambio de voto, un 26% sigue identificándose con el PSOE). Hay entre ellos una proporción muy alta de no creyentes y ateos (se declara así casi la mitad de ellos). La tasa de tránsfugas a IU, que en el conjunto de votantes socialistas es de un 3,0%, es más alta entre los menores de 40 años (4,5%), los estudiantes (6,4%) y los trabajadores con empleo, sobre todo los técnicos (5,6%). Entre las comunidades más pobladas es en Madrid donde más alta es la proporción de votantes socialistas que tienen intención de votar a IU (4,6%). Los votantes socialistas que dicen ahora que se abstendrán (o votarán en blanco) en las próximas elecciones son junto con los aún indecisos un contingente decisivo, no sólo por sus dimensiones sino también por la mayor labilidad de su disposición actual: quienes piensan hoy abstenerse pueden mañana decidir volver a votar o cambiar de partido. Es interesante observar que estos abstencionistas son en su mayoría electores que simpatizan con el PSOE (42%) o que no se identifican con ningún partido (48%), y hay entre ellos muy pocos que simpaticen con el PP (sólo un 2%); más aún, hay entre ellos una alta proporción de electores que rechazan la posibilidad de un voto al PP (39%) y muy pocos que rechacen un posible voto socialista (4%). Se trata, además, de electores que mayoritariamente se ubican en la izquierda (63%) o, secundariamente, en el centro (19%). Su abstencionismo actual está claramente asociado a la falta de confianza en Zapatero (88%), pero desconfían más aún de Rajoy (95%). Las tasas más altas de votantes al PSOE que ahora son abstencionistas se encuentran entre los electores más jóvenes (menos de 30 años) y los de edad intermedia (40-49 años), y entre los electores con estudios superiores, y se localizan en mayor proporción en Catalunya. En cuanto a los votantes socialistas indecisos actualmente el mayor contingente, más de 1,8 millones se parecen bastante, en sus características políticas, a los abstencionistas, de los que se diferencian sobre todo por una edad media algo más alta y un nivel de formación algo más bajo. Un apoyo recuperable En las próximas elecciones, si la participación fuera similar a la anterior, el Partido Socialista necesitaría más de diez millones y medio de votos de residentes para tener posibilidades de continuar gobernando. Actualmente tiene asegurados sólo 7.125.000; para captar tres millones y medio más tendría que convencer a casi todos los abstencionistas e indecisos que hay entre sus votantes lo que es difícil, pero posible, porque sus características les inclinan a votar socialista, casi como única alternativa a la abstención, y además recuperar a una tercera parte de los votantes que tienen ahora intención de votar a otros partidos. Aunque Zapatero aún tiene dos años para ello, las circunstancias parecen muy desfavorables para lograrlo. Tal como están las cosas en la actualidad, que el Partido Socialista llegue a 2012 con los votos necesarios para continuar gobernando parece difícil. Pero sería un error pensar, a la vista de las cifras actuales, que es imposible, porque casi todo el voto que necesita está en posiciones de las que puede ser recuperado. Que lo recupere o no dependerá menos de las condiciones económicas que de la política que haga el Gobierno socialista durante estos dos años. PÚBLICO. 17-5-2010

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