Oscar Niemeyer

La arquitectura de la utopí­a

Brasilia se queda huérfana. 105 años comprometido con la arquitectura y su paí­s; Niemeyer fue un visionario que soñó con otro Brasil

Considerado uno de los máximos exponentes de la arquitectura moderna en Latinoamérica y en el mundo. Su miedo a volar le impidió recoger el Pritzer, los oscar de la arquitectura, en Chicago en 1988, el Príncipe de Asturias en Oviedo o el Imperiale, que viajó solo de Tokio a Río.

Oscar Niemeyer no es sólo un gran arquitecto sino un símbolo del siglo XX y de América latina. Gigante de la arquitectura moderna, poeta de la curva, ha explorado las posibilidades plásticas del hormigón y construido una nueva geometría inspirada en la belleza de su país.

Una de las principales contribuciones de Niemeyer para la arquitectura moderna es el gran uso de curvas – por influencia del período barroco, muy importante en la historia del arte brasileño. Frente a la monotonía y la rigidez de la arquitectura funcionalista y los dogmas racionalistas Niemeyer se sintió atraído por las curvas que permitía un nuevo material: el hormigón armado, que por su incomparable ductilidad y resistencia, permite generar esos volúmenes audaces, libres y sinuosos.

“No es el ángulo recto lo que me atrae, ni la línea recta, peligrosa e inflexible creada antes de los faraones” (…) “Me atrae la curva libre y sensual, la curva que me encuentro en las montañas de mi país, en el curso sinuoso de sus ríos, en las olas del mar, en el cuerpo femenino” “De curvas está hecho el universo. El universo curvo de Einstein” Poema de la Curva «La curva representa la igualdad, la sensualidad y libertad»

En 1988, Oscar Niemeyer publicó ‘O Poema da Curva” en oposición al “Poema del ángulo recto” de su maestro Le Corbusier. Educado en los principios del Movimiento Moderno y heredero del racionalismo de Le Corbusier, Mies van der Rohe o Gropius, Niemeyer pertenece a esa segunda generación que se debate entre estos principios racionalistas y su superación en busca de un lenguaje propio.

La máxima del funcionalismo en arquitectura es que la forma está subordinada a la función. La preocupación fundamental es la funcionalidad. Niemeyer unió los dos elementos, funcionalidad y belleza, porque la belleza también cumple una función. “Niemeyer demostró que cuando la forma crea belleza esta llega a ser funcional y por tanto fundamental en la arquitectura” dijo el arquitecto Norman Foster.

De la ideología al hormigón

Pero quedarse únicamente con la revolución de sus formas, es no comprender su arquitectura. Según su personal concepción de la arquitectura la curva representa el humanismo y la igualdad, la sensualidad y libertad. Por el contrario los ángulos rectos representan el capitalismo por encima de todo, con sus líneas rectas, duras e inflexibles.

“Niemeyer odia por igual a la explotación del capitalismo y el imperialismo que al ángulo recto como medio y fin constructivo… Contra el imperialismo, no es mucho lo que puede hacer… Pero contra el ángulo recto dañino y opresor del espacio triunfa su arquitectura libre, sensual y leve como las nubes”. Eduardo Galeano

Revolucionario y militante, se afilió al Partido Comunista con 38 años. En 1948 cedió su estudio que se convirtió en sede del Partido Comunista de Brasil. Amigo de Fidel Castro y Hugo Chávez; en las últimas elecciones presidenciales pidió el voto para Dilma Rouseff por el Partido de los Trabajadores.

Por su filiación política le negaron varias veces el visado para Estados Unidos. Y aunque en 1939 desembarcó para levantar el pabellón brasileño en la Feria de Nueva York, no consiguió dar clase en Yale ni en Harvard. El golpe de estado de 1964, por parte de sectores de la oligarquía local junto a la CIA, promovió un régimen militar que persiguió al partido comunista, al que pertenecía. Obligado a exiliarse se instaló en París donde diseñó las oficinas del Partido Comunista Francés. Tras el exilio de Brasil Niemeyer inició su consagración internacional. Aunque ya antes había ganado fama mundial con la Sede de las Naciones Unidas, sus encargos en Francia, Italia y Argelia le hicieron famoso mundialmente.

Arquitecto de sueños

Ningún otro arquitecto puede presumir de haber construido una ciudad: Brasilia y mucho menos la capital de uno de los mayores países del mundo. Niemeyer es Brasil, un país que está demostrando que la utopía es posible.

Brasilia, una ciudad futurista, es un sueño hecho realidad. Proyecto arquitectónico sin parangón, en cuatro años junto con el urbanista Lucio Costa por encargo del presidente Juscelino Kubitschek durante los años 60 levantaron el Palacio de la Alvarada, el Teatro Nacional, el Congreso Nacional, el Palacio Itamaraty, la Catedral Metropolitana y la archifotografiada plaza de los Tres Poderes. Su diseño aún genera controversias pero Brasilia, la “capital de la esperanza” – como la definiera André Malraux – es un verdadero monumento al desarrollo latinoamericano. «Brasilia es un monumento al desarrollo latinoamericano»

Sus edificios son monumentales. Pero la nueva monumentalidad de la arquitectura de Niemeyer transmite ligereza frente a la pesadez neoclásica de los edificios gubernamentales modernos. Andreu Malraux dijo que las columnas del Palacio de Alvorada eran la mayor innovación desde la Grecia clásica y otros refiriéndose a Brasilia han afirmado que Oscar Niemeyer creó un nuevo orden arquitectónico. “La monumentalidad nunca me asustó mientras estuviera debidamente justificada”- explicaba el arquitecto. “Después de todo lo que queda en la arquitectura son las obras monumentales, las que marcan la historia y la evolución técnica, aquellas que, de forma socialmente justificada o no, todavía nos conmueven (…) Siempre he rechazado la mediocre y equivocada idea de una arquitectura “más sencilla y cercana a la gente”.(…) En mi opinión esta idea de simplicidad arquitectónica es pura demagogia, una inaceptable discriminación.”

Black modernist

Oscar Ribeiro de Almeida de Niemeyer Soares se sentía un “mestizo típicamente brasileño” por el origen diverso de sus apellidos. El africano David Adjaye, uno de los arquitectos contemporáneos más influyentes le califica de «black modernist» (negro moderno): lejos del europeo colonizador que ‘va a enseñarte’, Oscar Niemeyer se acerca a Europa diciendo: «vengo de la jungla y esta es mi manera de vivir las cosas».

Niemeyer vuelve al Brasil, y comprometido con su país en 1989 inauguró el Memorial de América Latina, que edificó en São Paulo, bajo el emblema del Parlamento Latino y de la Mão, la escultura monumental de una gran mano que sangra herida con la forma del cono sur americano. “Está hecho para congregar a los pueblos de América Latina y crear un intercambio entre ellos. Una serie de experiencias, de arte, de cultura, de defensa política. América latina ha sido muy bombardeada, ha sido muy invadida, ha sido muy despreciada. Y hoy son países importantes. Pueden unirse y reaccionar contra el imperialismo. (…) Aquello me conmovía tanto que hice un diseño de una mano con sangre cayendo por el puño que representaba a America Latina”.

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