Aunque al inicio de la crisis, las economías Suramericanas sufrieron algunos movimientos telúricos causados por el epicentro en Wall Street, actualmente se encuentran recuperadas. ¿Cuál es el secreto de estos países que comparablemente en tamaño y PIB son inferiores a muchos otros que hoy siguen padeciendo las terribles consecuencias de la crisis?
En diciembre del 2010 América Latina y el Caribe exerimentaban una rápida recuperación del empleo hasta alcanzar niveles de antes de la crisis, según datos de la Organización Internacional de Trabajo (OIT). Las estimaciones de la OIT indicaban que la tasa de desempleo urbano en América Latina y el Caribe llegaba al 7,4% al finalizar el 2010, por debajo del 8,1% de 2009, que fue el año de mayor impacto de la crisis, y prácticamente al mismo nivel que el 7,3 % de 2008, antes de la crisis. El impacto de la crisis en la región había generado pérdida de puestos de trabajo, sin embargo, un año y medio después, la recuperación de empleo manifestaba la capacidad que han tenido los países para hacer frente a la crisis y la velocidad de recuperación de sus economías. A día de hoy, en el primer semestre de 2011, la mayor parte de las economías de la región crecen a un importante ritmo, dejando definitivamente atrás los estragos que la crisis continúa generando en otras zonas del planeta. La región destaca por su estabilidad y el avance de algunos países que superan en muchos aspectos a otras economías. El Fondo Monetario Internacional ha llegado incluso a señalar que este crecimiento puede doblar la tasa de los países industrializados. Recientemente el Fondo Monetario Internacional (FMI) estimó la expectativa de crecimiento económico para América Latina en un 4,6 % para el 2011 y de 4,1% para el 2012. El crecimiento permanece “robusto” en el conjunto de la región, según el informe del FMI, con Suramérica como motor de desarrollo gracias a “los altos precios de las materias primas y fáciles condiciones de financiación externa”. Sin embargo, el mismo informe expresa las claras diferencias que hay entre algunos países de la región, particularmente Centroamérica que sigue “constreñida por sus fuertes lazos con economías de lento crecimiento, como EEUU”. Por otra parte, el informe semestral “Perspectivas Económicas Mundiales”, de la Oficina para América Latina y el Caribe de la Organización para el Desarrollo Económico, OCDE, vaticina que los países latinoamericanos mantendrán la fortaleza durante el 2012, y coincide con el FMI en que la economía crecerá un 4,3 %. No es oro todo lo que reluce Sin embargo, como señala el informe del FMI, arriba citado, los países con “fuertes lazos” con EEUU son los que más están sufriendo las consecuencias de la crisis. Afirmación que cabe destacar en tanto que este organismo no se destaca por sus posturas antihegemonistas. Entre estos países anclados a Washington, el más destacado es el caso de México, que por su tamaño y PIB le correspondería estar creciendo a un ritmo similar al que experimentan países como Brasil o Argentina. La diferencia entre estos sólo reside en las cotas de autonomía alcanzadas por los miembros de Mercosur, frente a los países dependientes de Washington. Por otra parte, tenemos los casos de Perú y, en parte, Colombia. El crecimiento económico de estos dos países es debido fundamentalmente a la actividad extractiva de las compañías mineras y energéticas extranjeras. Perú encabeza las listas del crecimiento de la región y se prevé que mantenga un ritmo de crecimiento importante hasta 2013 (cuando se espera que crezca un 5,5%), sin embargo por la naturaleza de la actividad que está en la base de su crecimiento y la incapacidad del gobierno peruano de crear empresas propias y reinversión, estamos hablando de un expolio que deja migajas transitorias. Hasta el FMI advierte de que, aunque las perspectivas son buenas para los países exportadores de materias primas, como Perú y Colombia, existen señales de “sobrecalentamiento potencial”. En concreto, la entidad alerta de que en Colombia el crecimiento del crédito está aumentando entre un 10 % y un 20 % al año. Según el Fondo, el ritmo de expansión del crédito en los últimos cinco años en estas economías “se parece a los experimentados antes de anteriores auges y descalabros crediticios”. Al mismo tiempo varias entidades advierten sobre la sobrepoblación de capitales “golondrinos” o pasajeros. Es decir, capitales que acuden rápidamente y en masa, para después desaparecer dejando tras de sí un desierto. Nuevamente es la dependencia a Washington lo que hace que en estos casos se encuentre tras el rápido crecimiento, la semilla de la ruina. Reducción de la deuda y de la pobreza La deuda pública Argentina alcanzó en 2010 los 164.330 millones de dólares, lo que implicó una reducción en términos del PBI (Producto Interno Bruto) desde los 48,8% registrados en diciembre de 2009, a los 45,8% empezando el 2011. En Bolivia, entre 2003 y 2010, la deuda total se ha reducido desde el 96% al 40% del PIB. La deuda pública de Brasil es del 41% y cerrando el 2010 la deuda pública venezolana llegó al 36,5% de su (PIB). Los países con proyectos de independencia en Iberoamérica se han esforzado en pagar o reestructurar la deuda. La deuda externa de esa parte del continente ronda los 750 mil millones de dólares y desde el 2000 hasta el 2010 hubo menos endeudamiento de parte de Latinoamérica en comparación a décadas anteriores. Sin embrago, en Europa, países como Islandia, Italia, Gran Bretaña, Grecia o España tienen deudas globales (pública más privada) que pueden ser entre cuatro y 10 veces mayor de su Producto Interno Bruto (PIB). En España, la deuda pública (sólo la pública) alcanza el 63% del PIB (el doble que la deuda pública venezolana) y según las previsiones, debido a su cada vez más acelerado incremento, la deuda española alcanzaría niveles realmente terroríficos: hasta el 136% del PIB en 2016, según estimaciones de Barclays Capital. La deuda pública de EEUU es del 94% o la de Japón es del 200%. En el capítulo de la deuda privada (los préstamos del capital extranjero a los que tienen que recurrir bancos y grandes empresas para financiar el crecimiento del PIB y el suyo propio), los países europeos salen aún peor parados. En la actualidad, España es el país proporcionalmente más endeudado del mundo, con mayor deuda per cápita del planeta y el segundo, en términos absolutos (sólo por detrás de EEUU), que más financiación exterior necesita para su crecimiento económico. La deuda privada de otras economías europeas es la siguiente: Alemania 195%, Francia 190%, Italia 190%, Inglaterra 500% y la Eurozona en general, 225%. Por otra parte, en comparación a los países europeos señalados, los países latinoamericanos, a pesar de lo pequeño de sus economías (salvo el tamaño de la economía de Brasil), en la última década han acumulado reservas para poder ser más independientes. Estas reservas son un gran fondo de cobertura para solventar la crisis internacional que las entidades financieras pretenden trasladar al conjunto de la población y que en la última década se han traducido en una mejora en las condiciones de vida de los sectores más vulnerables. La Comisión Económica para América latina y el Caribe (Cepal), ha destacado la disminución de la pobreza y desigualdad en Argentina, Brasil, Bolivia y Venezuela. Alicia Bárcena, secretaria de la Cepal, mencionaba que “Los gobiernos progresistas nos dejan un legado muy positivo donde no hay marcha atrás en las políticas sociales (…) El gasto social no se pierde sino que es el motor de la economía”. Por ejemplo, en los últimos 10 años la pobreza en Venezuela cayó en total un 37%. Hoy en Venezuela hay un 27% total de pobreza en la población, uno de los índices más bajos de la región, gracias a un crecimiento anual del PIB superior al 5% y a las políticas públicas de ayudas a los sectores más vulnerables de la población. Mientras en España, antes de la crisis, todas las cifras señalan un 20% de pobreza en la población; tras la crisis, con los recortes sociales y laborales, no sabemos hasta dónde pretenden hundirnos en la miseria. El manejo de la crisis Los países de la UE no sólo han multiplicado y refinanciado su deuda como medio para salir de la crisis, también destinaron miles de millones de euros a las arcas de los grandes bancos y corporaciones (privadas). Sólo hasta octubre del 2008 unos 313.000 millones de euros se destinaron a recapitalizar bancos, según los cálculos elaborados por la Comisión Europea (CE). Por otra parte, según cálculos más recientes del Fondo Monetario Internacional (FMI), en Europa el coste de las medidas tomadas por los gobiernos europeos asciende aproximadamente a 12 billones de dólares. Este dinero (dirigido a las entidades privadas, no públicas), sin embargo, lo vamos a tener que pagar los ciudadanos. En comparación, ningún gobierno progresistas de Iberoamérica ha destinado ni un céntimo a la recapitalización de ningún banco privado (es decir, bancos que no son propiedad del Estado). Algunas de las medidas tomadas por los países progresistas de la región desde su recuperada autonomía, y que explican algunas razones del por qué hoy sus economías están en vías de desarrollo, han sido: reducción del endeudamiento, aumento de las reservas internacionales, aumento de la oferta de crédito, disminución de las tasas de referencia, rebajas y beneficios en materia de impuestos personales y empresariales, medidas restrictivas del comercio internacional acompañadas de aumentos en los aranceles de importación. Medidas contrarias a las tomadas en España y muchos otros que siguen los dictámenes de Washington. La crisis económica de 2009 interrumpió seis años consecutivos de crecimiento económico en América Latina. Un informe del Banco Mundial publicado en abril pasado reportó que 60 millones de latinoamericanos dejaron la pobreza entre 2002 y 2008. Y en 2009, según ese documento, entre nueve y 10 millones de habitantes de la región volvieron a la pobreza. Lo que puso sobre la mesa la urgente necesidad de desarrollar por parte de los gobiernos progresistas de la región una nueva política social: la necesidad de un seguro de desempleo, de pensiones no contributivas para ancianos pobres o de una profunda reforma laboral. Es decir, de medidas que consigan una redistribución de la riqueza que, efectivamente, se está incrementando en el continente pero que continúa concentrándose en pocas manos. La aplicación de estas medidas y la recuperación económica de esta zona del continente ha llevado a que hoy en día se haya recuperado el terreno perdido con la crisis y se augure un crecimiento sostenido en los próximos años. Para nadie es un misterio que la mejora económica de Brasil, Argentina, Venezuela, Bolivia, Ecuador, el Mercosur… representan la firme voluntad de llevar una política independiente de Washington y basada en la unidad regional.