Selección de prensa

La adicción a la sal. Cultura, evolución y negocio.

Los resultados del estudio se esperan para el segundo semestre de este año. Se trata de seleccionar una muestra representativa de la población adulta española e investigar, a través de diferentes análisis, encuestas y toma de medidas antropométricas la relación de la sal con la obesidad, la hipertensión y las enfermedades cardiovasculares. El objetivo es llegar a modificar la cantidad de sal que tomamos los españoles para evitar su repercusión nefasta en la salud.

Si el Ministerio de Sanidad ha convertido el an español en el pan con menos sal de Europa, parece que existe, al menos verbalmente, la determinación de hacer lo mismo con el resto de alimentos: "analizaremos los alimentos más consumidos por los españoles para conocer su contenido en sal y evaluar cuál puede ser la repercusión para la dieta de modificar los niveles de este ingrediente", ha afirmado el ministro Bernat Soria.Esto es todo un reto. Dejando aparte si el Ministerio se mueve por el interés de reducir el presupuesto sanitario (no olvidemos que las enfermedades cardiovasculares son la principal fuente de gasto) o no, lo importante es que es la primera vez que se intenta incidir en la alimentación para elevar el nivel de salud de la población. Ni faltan motivos ni es nada nuevo que"más de la mitad de los casos de la enfermedad isquémica cardiaca y de la enfermedad cerebrovascular se deben a una presión arterial elevada. Y uno de los principales factores que influyen en la hipertensión es la dieta.” Por lo tanto, bienvenido el plan. Y otra cosa es hasta dónde se esté dispuesto llegar a la hora de, localizadas las causas, tratarlas enérgicamente. ¿Se pondrá coto a la actividad de la industria alimentaria o se le harán recomendaciones cuando se demuestre que es parte del problema, y parte interesada?Una de las cuestiones a las que inevitablemente se tiene que enfrentar el ministro es al bajo seguimiento de las dietas hiposódicas tan recomendadas por los médicos en casos de hipertensión. Recientemente, la publicación en una revista norteamericana de psicología de un artículo firmado por un investigador de la Universidad de Iowa (Estados Unidos) empezó a echar luz sobre el tema. Cogemos, para contrastar los diferentes puntos de vista que, ante el problema de la adicción a la sal, pueden surgir, los ejemplos de un artículo de la página web FoodNavigator, recomendado por el periódico UStoday fechado del 13 de marzo. El otro se había publicado dos días antes en diariomedico.com, del grupo recoletos, dirigido a profesionales de la salud. En un caso, el papel de las multinacionales aparecía en primer plano. En el periódico médico español este era obviado.¿Puede la sal ser un psicoestimulante? Por Stephen Daniells, 13-Mar-2009 El antojo por los alimentos salados puede estar relacionada con un estímulo del ánimo fruto de potenciar el sabor salando la comida, tal como sugieren nuevos datos de la Universidad de Iowa.De acuerdo a un estudio publicado en Physiology & Behavior, las ratas expuestas a una deficiencia de cloruro sódico (sal común) rehuyen las actividades que normalmente les producen placer. Tal como afirmó su autor, Kim Johnson, estos resultados fueron interpretados como un signo de depression.El estudio puede de alguna manera explicar por qué la gente añade más sal de la necesaria en la comida, o busca alimentos ricos en sal, a pesar de las advertencias de numerosos científicos y profesionales sanitarios convencidos que el alto consume de sale s responsable de la hipertensión arterial, uno de los principales factores de riesgo en la enfermedad cardiovascular. “Nuestra preferencia por el sodio es a menudo tan irresistible que los pacientes con hipertensión o insuficiencia cardiaca tienen dificultades parra seguir las dietas hiposódicas debido al tema de la palatabilidad (la comida se torna sosa y no apetece) a pesar de los sabidos beneficios de seguirlas.” La sal es, por supuesto, un nutriente vital necesario para el normal funcionamiento del cuerpo, pero las campañas a favor de la reducción de sal, como CASH (Acción por un consenso sobre sal y salud), consideran que la cantidad de entre 10 y 12 gramos medios al día de sal consumida en la dieta del mundo occidental es excesivamente alta..La presión sobre la industria alimentaria para que reduzca el contenido de sal de sus productos ha crecido, y la recomendación de la Agencia Alimentaria Británica (FSA) de un consume de seis gramos de sal por día para la población general ses entendido como un objetivo más realista que el límite ideal recomendado por la OMS/FAO (cinco gramos). La portavoz de CASH, Wendy Jarrett, dijo sobre el estudio de Kim Johnson: "Nuestros cuerpos necesitan una cantidad muy pequeña de sal para funcionar, nada que ver con las cantidades que comemos la mayoría… este estudio puede ayudarnos a comprender por qué alguna gente comen demasiada sal a pesar de saber que es perjudicial… personalmente nunca me he deprimido por no comer demasiada sal: creo que sería mucho más depresivo tener un ataque al corazón o una embolia cerebral que podía haber evitado comiendo menos sal”. La euforia por el exceso de sal Johnson y sus colaboradores añadieron una nota de precaución de que los síntomas depresivos no significan una depression en toda regal, ya que este diagnóstico es más complicado, pero la idea de que la sal es un estimulante del ánimo podría explicar por qué las personas están normalmente tan tentadas de sobre-consumirla a pesar de que se sabe contribuye a elevar la presión arterial, a causar enfermedad cardíaca y otros problemas de salud. . “Las ratas con una deficiencia de sodio muchas veces muestran un perfil neuroquímico parecido al que puede verse después desensibilizarlas a las drogas de abuso y muestran un aumento del antojo por el sodio como empujado por un aumento del umbral…”, afirman los científicos de la Universidad de Iowa. “Estos hallazgos sugieren que los combios en el equilibrio del sodio pueden alterar la química y la anatomía de las vías de recompense en el cerebro, las mismas sobre las que actuan las drogas de abuso y que están involucradas en los mecanismos de adicción”. “Nuestra apetencia por el sodio es frecuentemente tan irresistible 8 “These findings suggest that changes in sodium status can alter the chemistry and anatomy of putative reward pathways in the brain, the same pathways impacted by drugs of abuse and potentially involved in maintaining addiction. Los movimientos de la industria Se han incrmentado las acciones de las agencias nacionales y de los fabricantes de alimentos para reducir el contenido de sal de sus productos. El Reino Unido lidera este camino. Mientras una forma de abordar el problema ha sido reducir la sal een las formulaciones existentes, otra manera ha sido lanzar las versiones “bajo en sal” de los alimentos más consumidos. También ha habido un aumento en la cantidad de nuevos productos “bajos en sal” en el Mercado. De acuerdo al Registro Global Mintel de Nuevos Productos (GNPD) hubieron 428 lanzamientos en EEUU en 2006, 542 en 2007, y 533 en 2008. En Europa, 451 nuevos productos “bajos en sal” fueron lanzados en 2006, 733 en 2007 y 536 el año pasado. Estas cifras se refieren a nuevos productos, no incluyen reformulaciones a menos que sean anunciadas de forma prominente en los envoltorios. La postura de CASH, tal como declaró Jarret a FoodNavigator, ha sido siempre que la industria alimentaria reduzca el contenido de sal de sus alimentos,no que produzcan alternativas tipo “bajo en sal”: “Durante largo tiempo la industria argumentaba que, por ejemplo, las judias cocidas bajas en sal estaban en el mercado, así que no había necesidad de retirar la sal de la versión estándar”, dijo la portavoz de CASH. “Por supuesto, si tu tratas de reducir el consumo de sal a nivel poblacional, entonces la mejor manera es ir reduciendo pequeñas cantidades de forma progresiva durante un largo período de tiempo… de esa forma la gente no nota ninguna diferencia en los productos que compran y ni siquiera conocen que su riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares ¡se está reduciendo!” El artículo de Kim Johnson está en Physiology & Behavior (Volume 94, Pages 709-721, DOI: 10.1016/j.physbeh.2008.04.008) “Salt craving: The psychobiology of pathogenic sodium intake” Autores; M.J. Morris, E.S. Na, A.K. Johnson La sal, un antidepresivo natural y adictivo Diariomédico.com (11/03/2009) La mayoría de la gente consume demasiada sal, pero un investigador de la Universidad de Iowa (Estados Unidos) podría haber dado con la clave para que esto ocurra: la sal mejora nuestro estado de ánimo. Kim Johnson es psicólogo y el autor principal de un estudio que ha descubierto que los ratones con niveles deficientes de cloruro de sodio (la sal común, de mesa) dejan de practicar las actividades que en cualquier otra circunstancia disfrutan. "Las cosas que en condiciones normales les resultan agradables a los ratones no suscitan el mismo grado de entusiasmo sin sal, lo que nos lleva a creer que el déficit de sal y el deseo asociado a ella puede provocar uno de los principales síntomas de la depresión", explica Johnson. Los investigadores saben que no pueden afirmar con rotundidad este extremo porque estos casos dependen de un diagnóstico más elaborado, pero la pérdida de placer al realizar actividades normalmente agradables es una de las características más importantes de la depresión psicológica. La idea de que la sal es capaz de mejorar nuestro estado de ánimo podría ayudar a explicar por qué estamos tan tentados a tomarla en exceso, pese a que sabemos de sobra que aumenta la presión arterial y que contribuye a enfermedades cardiovasculares. Otras investigaciones han demostrado que la media mundial de ingesta de sal por persona es de unos 10 gramos diarios, pero la Agencia Estadounidense del Medicamento recomienda unos 4 gramos y se estima que el cuerpo humano nunca necesita más de 8. Johnson, junto a Michael J. Morris y Elisa S. Na, estudiantes de postgrado en la Universidad de Iowa, ha publicado sus conclusiones en The Journal Physiology & Behaviour, pero además de informar de los datos más recientes, ha querido investigar otras razones que subyacen tras este extraño “hambre de sal”. Los niveles elevados de sal se encuentran hoy en casi cualquier alimento; sin embargo, hubo un tiempo en que no era tan fácil de encontrar. Su consumo y precio se disparó alrededor del año 2000 a. C., cuando se descubrió que podía ser utilizada como conservante de alimentos. Los soldados romanos se pagaban entre ellos con sal y la palabra salario deriva del latín sal. Cuestión evolutiva La evolución podría haber desempeñado un papel importante en el ansia de sal que domina al ser humano. La evolución humana viene de criaturas que vivían en océanos de agua salada. Una vez en tierra, el organismo siguió necesitando el cloruro de sodio y las sales minerales porque desempeñan un papel clave a la hora de permitir que los líquidos entren y salgan de las células y también ayuda a las células nerviosas a transferir información en el cerebro y a través del cuerpo. El comportamiento humano también ha desempeñado un papel clave que le asegura que siempre tendrá sal a mano. Los animales también están equipados con un sistema de gusto diseñado para detectarla y que sus cerebros recuerden las ubicación de las fuentes de sal gracias a un mecanismo de placer que se activa en el cerebro cuando se consume. Así pues, el cuerpo necesita sal, sabe cómo encontrarla y cómo conservarla. Pero hoy los científicos están encontrando pruebas de que, al igual que ocurre con otras sustancias adictivas, la sal puede convertirse casi en una droga. Un signo de adicción es el consumo de una sustancia, incluso cuando se sabe que ésta es perjudicial. A muchas personas se les dice que deben reducir el consumo de sodio por su propio bien, pero tienen problemas para hacerlo, les gusta su sabor y los alimentos sin sal les parecen incomibles. Otro aspecto de la adicción es el desarrollo de una intensa ansiedad cuando se les quita la “droga” a los adictos. Los experimentos de Johnson indican cambios similares en la actividad cerebral dependiendo de si los ratones son expuestos a la sal o si se les priva de ella. Según Johnson, "todo esto sugiere que la necesidad y los antojos de sal podrían estar vinculadas a las mismas vías cerebrales, las relacionadas con la adicción a las drogas y el abuso de las mismas".

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