Hace un par de años, las camareras de hotel -las kellys- eran invisibles. Silenciadas por completo, sus reivindicaciones estaban escondidas para toda la población. Ahora, sus justas exigencias han logrado saltar a las portadas de los periódicos y a los informativos, logrando incluso que las reciban en Moncloa. Un triunfo de las kellys es fruto de la organización y los principios solidarios que han llevado todo este tiempo de lucha.
El pasado 5 de abril, representantes de las Kellys fueron recibidas por el presidente del gobierno en la Moncloa y trasmitieron allí su exigencia de cambiar la legislación laboral para acabar con la precariedad a la que están sometidas. La recepción fue forzada por la intervención de Maria José López -senadora de Nueva Canarias e hija de una kelly- que en vísperas de la apoteósica huelga feminista del 8M hizo una interpelación ante Rajoy defendiendo los motivos de la lucha de las camareras de piso. Ante el avance del movimiento feminista y la popularidad que ha alcanzado la lucha de las kellys, Rajoy se comprometió ante las cámaras a recibirlas en Moncloa, como así ha sido. Este encuentro ya es en sí mismo una victoria puesto que pone en evidencia el peso político conseguido tras todos estos años de lucha.
Las Kellys exigen, entre otras reivindicaciones, la modificación del artículo 42 del Estatuto de los Trabajadores para acabar con la externalización que gobierna en el sector y el blindaje de los Convenios de Hostelería. Para hacer frente así a la situación actual en la que, gracias a la reforma laboral de 2012, los convenios empresariales están por encima de los sectoriales, lo que permite a las subcontratas aprovechar la situación para imponer condiciones laborales draconianas, bastante peores que las establecidas por el convenio del sector hostelero. De hecho, más de la mitad de las trabajadoras, de las 200.000 camareras de hotel que hay en España, no están amparadas por ningún convenio.
Una camarera de hotel cobra aproximadamente 2’50 euros por una habitación limpia cuyo cliente puede llegar a pagar entre 10 y 100 veces más por noche. La mayoría tienen contratos mensuales o incluso semanales. Y reciben salarios bajísimos de entre 400 y 800 euros mensuales por jornadas de más de ocho horas, gracias de nuevo a una reforma laboral que ha llegado a causar descensos en la nómina de hasta un 40%.Una camarera de hotel cobra aproximadamente 2’50 euros por una habitación limpia cuyo cliente puede llegar a pagar 300 euros
Las Kelly se llaman así como juego de palabras referido a “las que limpian”, término despectivo con el que llevan siendo conocidas desde siempre. Su nacimiento tuvo lugar en las redes sociales en 2014. Por aquel entonces, distintas camareras de piso expresaban por esos canales entre ellas la situación de precariedad en la que estaban trabajando.
Pero enseguida pasaron de quejarse a organizarse. Ya en 2015 empezaron a formarse grupos territoriales en determinados territorios turísticos de España (Barcelona, Mallorca, Fuerteventura, Madrid…) y al año siguiente se constituyeron como asociación de ámbito nacional con su presentación oficial el 11 de octubre de 2016. Dos años después, su lucha constante y continua ha logrado el reconocimiento nacional entre amplias capas de la población.
El avance de las Kelly es un ejemplo de lucha. Pero sobretodo es un ejemplo de organización y de unidad. Organización porque decidieron coordinarse todas juntas en vez de ir cada territorio por su lado. Y unidad por el apoyo mutuo y solidaridad que muestran entre todas ellas, empujando el carro juntas para llevar todas sus reivindicaciones adelante. Estas son las claves que han permitido ponerse a la cabeza en la lucha contra la precariedad laboral que campa a sus anchas en España.