Protestas por Palestina en La Vuelta ciclista a España.

Justas e irreprochables

Dentro de unos años, sólo algunos recordarán qué ciclista ganó la carrera. Y sin embargo todos recordaremos que La Vuelta 2025 la ganó Palestina. Y lo haremos con orgullo, porque también ganó España, su pueblo, y la Humanidad

Durante la reciente Vuelta ciclista a España, se han extendido las protestas contra el genocidio del gobierno de Israel en Gaza. La participación de un equipo -Israel Premier-Tech- privado, pero esponsorizado por el Estado israelí, ha sido el acicate para exigir que el equipo fuera retirado de la competición.

Las protestas han hecho que Palestina -y la denuncia del atroz genocidio que Israel está perpetrandi en Gaza- sean la protagonistas de la competición, alcanzando una proyección mundial, y haciendo una contribución comparativamente valiosa al movimiento global de lucha contra la matanza.

Algo que -digan lo que digan las voces más reaccionarias- nos prestigia como país y como pueblo. Gana Palestina, gana España y gana la Humanidad.

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Más que justificadas

El equipo ciclista Israel Premier Tech contaba en su camiseta con el nombre de Israel, como un anunciante. Aunque solo un corredor es de ese país, el dueño del equipo sí lo es, y recibe financiación del estado israelita. Es más, Sylvan Adams es amigo personal de Netanyahu y ha apoyado de manera explícita y entusiasta la carnicería que se está perpetrando en Gaza. La participación de este equipo forma parte de una estrategia global, llamada «Hasbara» que busca blanquear -mediante el deporte o la participación en eventos culturales, como Eurovisión- la imagen del Estado de Israel.

Por tanto, las movilizaciones, que no han sido contra La Vuelta, sino contra la participación de este equipo, son completamente justas.

La comparación estaba servida. Existen precedentes de exclusión de una competición deportiva a participantes por pertenecer a un país sometido a sanciones internacionales (como lo está Rusia por ejemplo, tras invadir Ucrania). Pero Israel no está sancionado y el grupo deportivo no es la selección nacional, aunque compita con el nombre del país. La organización de La vuelta a España, no puede expulsar un equipo, cuyos derechos deportivos determina una Federación Internacional (UCI) única autorizada a tomar esa decisión.

El problema es ¿por qué la Unión Ciclista Internacional aplica una vara de medir con Rusia y Putin y con la criminal invasión de Ucrania… y otra totalmente diferente ante un genocidio que dura dos años y donde se han asesinado a más de 64.000 palestinos, el 70% de ellos mujeres y niños?

La respuesta es EEUU. Mientras que el veto a Rusia contó -en su momento- con el aval norteamericano, la denuncia y boicot a Israel por sus crímenes contra la humanidad tienen un poderoso censor: Washington y más en concreto la administración Trump, además de no pocos cómplices en gobiernos como el de Alemania, Francia o Reino Unido.

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Lo justo y lo injusto

Las protestas contra el genocidio que sufren los palestinos son indudablemente justas y legítimas. Como lo es que intenten hacerse patentes mostrando banderas palestinas o pancartas contra el genocidio, y aprovechando los planos de televisión para difundirlas.

En su inmensa, inmensísima mayoría, los innumerables actos de protesta han sido pacíficos. Pero en algunas ocasiones -las menos- no.

En algunas pocas ocasiones las acciones se han tornado en un boicot a la carrera, tirando vallas, obligando a alterar algunos recorridos, e inluso ocasionando la caída de dos corredores, uno de los cuales tuvo que retirarse de la carrera por las heridas.

Los manifestantes llegaron a obstaculizar los movimientos de su autobús e incluso a cortar la carretera al paso de sus corredores en una etapa. La presión llegó al director técnico (español) que abandonó la carrera antes de su finalización. «Llevo ya 35 años de director. Toda la vida trabajando duro y que la gente te llame desde la ventanilla asesino o hijo de p… ¿Qué quieres que te diga? No es agradable y te sientes muy dolido« declaró al Diario de Navarra. La gota que colmó el vaso fueron las pintadas a la puerta de su casa

Junto a la justeza del movimiento general, debemos extraer lecciones de los errores para futuras acciones de protesta contra Israel, en el deporte o en otro campo. Porque llevar las movilizaciones por este camino es un error. Reduce su base de apoyo social y por tanto favorece al genocida denunciado.

Es de manual que para reducir y aislar socialmente una movilización lo que promueven sus detractores es su radicalización. Si en las protestas se introducen elementos que provocan enfrentamientos con otros ciudadanos, si se realizan actos violentos que arrastran a intervenir a la policía, o si se carga toda la responsabilidad a quienes no son los responsables… entonces las movilizaciones se reducen, menguan en su cantidad, mucha gente se aparta de participar, y otras manos toman la dirección del movimiento.

Clamar pacíficamente contra la participación del equipo patrocinado por Israel recibe el apoyo mayoritario de los ciudadanos. Tanto más cuando se trata de una estrategia de Tel Aviv para lavar su imagen asociándola al deporte y no a la muerte y la destrucción que causa su gobierno.

Boicotear la carrera, o poner en peligro a los ciclistas que circulan a 60 o 70 km/hora sin protección alguna ante una caída, recibe un rechazo masivo.

¿Cuál es el objetivo de quien promueve este segundo camino? Independientemente de la buena voluntad con la que uno participe en la protesta y se vea más o menos arrastrado, el resultado es malo para el movimiento antigenocidio. Si triunfa esta forma de protestar démoslo por aislado y sin legitimidad moral.

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Lo que no aparece

Y de fondo está la lucha de línea general para el movimiento. Entre denunciar sólo el genocidio de Netanyahu, y rechazar tanto el terrorismo de Hamás como los bombardeos de Israel, hay una sutil pero vital diferencia.

Las protestas por Palestina durante La Vuelta han sido innumerables. Y eminentemente y mayoritariamente pacíficas

El movimiento por la Paz y contra la masacre en Gaza había aumentado su volumen y organización en los últimos meses en España fruto de que se ha ido extendiendo la consigna «Ni Terrorismo ni genocidio».

En las movilizaciones en torno a la Vuelta Ciclista ha desaparecido el «Ni terrorismo». No denunciar a Hamás, organización que ha asesinado a cientos de inocentes, y mantiene secuestrados a decenas, es lo peor que se le puede hacer al movimiento para liberar Palestina. No es de justicia denunciar unos crímenes y otros no. Justificar el terror es lo que hace Netanyahu. Se ampara en la agresión sufrida por Hamas para invocar su derecho a defenderse y protegese: El fin justifica los medios. Este principio reaccionario lo suscriben tanto Hamás como Netanyahu.

Los ciclistas para concluir con éxito una vuelta a España deben entrenar muy duro, acumular fuerza y experiencia, trabajar en equipo, ser muy honestos con su compromiso, pasar frio y calor extremo en las carreras, comer sin detener la marcha… y vencer su extenuación para llegar al final. Y nadie se atreve ni puede reprochar nada ni al último clasificado, por el mérito que tienen. Por eso tanta y tanta gente salimos a verles pasar, a ver de cerca su esfuerzo, a reconocerles el afán por seguir adelante pase lo que pase.

No pensemos que en un movimiento social es muy diferente para conseguir el objetivo. Debe ser igual de honesto e irreprochable.

2 comentarios sobre “Justas e irreprochables”

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