Gallego y Rey

Julio Rey

El cielo no existe, los caminos, los árboles, las casas, tamoco; el gris lo invade todo; estoy en tierra de nadie, en la nada. La niebla me rodea, me aísla, parece como si me ayudara a no tener que pensar en las penitencias a las que vuelvo después de tres días de escapada. Al mismo tiempo que la flecha de luz de los faros del coche, con su punta afilada, me va abriendo camino rasgando la niebla en jirones, los lobos con alzacuello y piel de cordero místico aúllan desde sus púlpitos callejeros a una concentración de ovejas con pieles de visón y laca de derechas, de toda la vida, en el pelo; mas abajo, atravesando el suelo, en el anden del metro, un salvaje de cerebro rapado patea la cara morena del exilio; la violencia, con gorra de película yanqui, se pavonea luciendo su cola de bates de béisbol; y la rutina atesta los andenes, encadenada a los pies de los que todos los días duermen su cansancio apoyando la cabeza en las paredes de los vagones decorados con trayectos de frustración. El tren que hace el trayecto de la línea de coca se ha parado y no puede salir del túnel; las agujas de las jeringuillas ensartan guiñapos como si fueran mariposas. Pero todo se desdibuja en mi mente y se convierte en siluetas sugeridas por la niebla. Los aburridos soliloquios de los políticos con su propio ombligo, son ecos lejanos, que acompañan a los de los periodistas mercenarios, que también convierten a sus ombligos, de grandes bolsillos insaciables, en estrellas de tertulia radiofónica y que, en la estepa difuminada en gris de carboncillo, a ciento veinte kilómetros por hora y dos puntos rojos delante como única referencia, pierden la señal, dejando solo en mi cerebro el siseo lejano de las lenguas viperinas.Escudriño tenso el vacío color de rata y me imagino la proa de un barco fantasma que de repente surge, melancólica, encallada en el asfalto hambrienta de la luz de algún faro que desde la palabra impresa guié su vuelta a casa.A los amigos de De Verdad , que siguen escrutando el horizonte.

Deja una respuesta