Asesinato de Marta del Castillo

Jugar a verdugo

Entre montañas de basura se ha pasado a desplegar el dispositivo de búsqueda del cadáver de la joven sevillana. Pero en realidad las montañas de basura rodean el juego en que se ha convertido la confesión de los inculpados. Hoy dicen digo, mañana dicen diego y apuran el tiempo sin que tengan nada que ganar ni que perder diciendo la verdad.

De mandar rastrear el Río Guadalquivir, el juez instructor del caso decretó la búsqueda del cuero de Marta en una montaña gigantesca de 45.000 toneladas de basura, en el vertedero de Montemarta, de acuerdo a la última versión de su verdugo, según la que habría tirado el cuerpo en un contenedor. Los investigadores, ante los sucesivos cambios de versión, afirman que esta vez sí tienen la impresión de estar más cerca de la verdad, aunque no hay que negar que la indignación sobre el asunto ha ido creciendo con cada uno de esos cambios de versión. Si en el caso de Mari Luz la justicia quedó, a pesar de que se mezcló el tema con la saturación y la falta de medios de los jueces, en entredicho porque en definitiva el juez Tirado no tenía que responder las consecuencias de su negligencia. Pues en el caso de Marta del Castillo se pone de manifiesto una debilidad más profunda. La justicia, y a través de ella en este caso, todos nosotros estamos en manos de unos criminales que, aunque jóvenes y adolescentes, han sido capaces de asesinar a una chica como ellos, de encubrirse y de jugar a dar las versiones de los hechos que les conviene en cada momento, a sabiendas de que la ley tiene un sistema de atenuantes, empezando por el hecho de que no se encuentre el cadáver, y continuando por el mismo hecho de ser menores, que les hace menos asesinos. Está bien que no haya pena de muerte en España, ni cadena perpetua. Existen grupos de abogados progresistas que se encargan de velar porque las autoridades en ningún momento promuevan este tipo de penas, prohibidas en las principales convenciones de derechos humanos internacionales. Eso es una cosa. Pero otra bien diferente es que la propia justicia abra la puerta a que los verdugos se vayan cachondeando, jugando a "versiones de los hechos". Hoy tiré el cuerpo al río, mañana en un contenedor. Ayer le pegué con un cenicero, hoy la maté con una navaja. Ayer me ayudó mi primo, y ahora fui yo solo… Son asesinos. Y en tanto el código penal parta de los atenuantes y no de los hechos, y no busque la manera de que ocultar la verdad tenga una pena hasta mayor que la que pueda tener el delito, siempre se les impulsará inevitablemente a reirse de todos. El defensor del menor de Andalucía debería tomar cartas en este asunto.Asesinato de Marta del Castillo

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