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Jugando a la ruleta rusa con las sanciones y el crudo

La imposición de sanciones contra un país que suministra el 12% del petróleo del mundo parece augurar inequívocamente un incremento de los precios del crudo. Pero esto ignora el otro papel que desempeña Rusia: el de consumidor de crudo.

Durante los cinco últimos años, Rusia ha supuesto el 11% del crecimiento mundial del consumo de crudo. Y es más probable que las sanciones afecten a esto que al lado del suministro.

Consideremos primero el suministro. La aplicación de sanciones más duras podría perjudicar a las exportaciones de petróleo si, por ejemplo, van dirigidas a su sector financiero. Sin embargo, a no ser que hubiera una invasión a gran escala de Ucrania, es improbable que Occidente contemple dejar de trabajar con los bancos rusos. Se tardó años en aplicar esta estrategia con Irán, y su economía es mucho más pequeña y aislada.

Por otro lado, parece insostenible que Rusia impusiera su propio embargo de petróleo. Excluidos los ingresos petroleros, sus déficit por cuenta corriente y fiscal podrían superar el 10% del Producto Interior Bruto en 2013, según datos del Banco Mundial.

Ahora, analicemos a Rusia desde el punto de vista de la demanda. La Agencia Internacional de la Energía prevé que la demanda rusa de crudo aumente un 3%, o en 104.000 barriles al día, este año. Esto es ligeramente inferior a la previsión a medio plazo publicada en mayo por la AIE, pese a que desde entonces el Fondo Monetario Internacional haya recortado sus previsiones de crecimiento del PIB de Rusia al 2% desde el 3,4%.

El Banco Mundial ahora prevé que el PIB podría crecer tan solo un 1,1% este año o, si las sanciones afectan de verdad, contraerse un 1,8%.

La demanda de crudo descendería sin dudas. Un crecimiento económico del 1,1% se traduciría en un crecimiento de la demanda de crudo de tan solo 36.000 barriles al día, aproximadamente un tercio de las previsiones de la AIE. En un escenario de recesión, la demanda de crudo se contraería en 59.000 barriles al día, una diferencia de 163.000 con respecto a las previsiones de la AIE. Estos cálculos no tienen en cuenta otros factores que podrían afectar a la demanda de crudo, pero una cosa es segura: desde al menos 1993, la demanda rusa de crudo siempre ha caído cuando se contraído el PIB.

Esto importa cuando el crecimiento de la oferta fuera de la Organización de Países Exportadores de Petróleo se estima en 1,7 millones de barriles al día para este año, pero el crecimiento de la demanda mundial es sólo de 1,35 millones. Cuando la oferta fuera de la OPEP crece a un ritmo más rápido que la demanda mundial de crudo, esto ejerce presión sobre los precios.

Descontando una posible menor demanda rusa, en un escenario de crecimiento del PIB del 1,1%, el exceso de oferta de crudo de fuera de la OPEP aumenta a más de 420.000 barriles al día. Una recesión en Rusia podría elevarla a más de medio millón de barriles al día. Esto superaría los niveles de 2002 y se acercaría a los 600.000 barriles alcanzados en 2008 cuando la demanda mundial, y los precios del crudo, empezaron a caer por la crisis financiera.

Esto ejercería una fuerte presión sobre la OPEP para que recortara la producción para apoyar a los precios. Pero esta situación se complica por Irak, que ha visto su producción aumentar hasta niveles máximos desde 1979, y por Irán, donde la relajación de las sanciones podría aumentar las exportaciones. Arabia Saudí podría impacientarse por tener que frenar su propia producción para satisfacer a los rivales regionales, y tiene incentivos para debilitar el precio del crudo que sostiene a la economía rusa, un adversario de Riad en la guerra civil siria.

Teniendo en cuenta todos estos factores geopolíticos, apostar por una subida inequívoca de los precios del crudo parece algo demasiado simplista.

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