Literatura

Juan Marsé: «Un novelista o es memoria o no es nada»

Nada más recibir, en noviembre de 2008, la noticia de la concesión del Premio Cervantes, Foros21 realizó una entrevista con Marsé, cuyo interés y actualidad son hoy aún mayores que entonces. Nacido en 1933 en Barcelona, Marsé ha erigido una novelí­stica propia, cuyo punto de arranque es la dura y frustrante posguerra en los barrios más pobres de Barcelona, pero cuyo horizonte es la construcción de un universo narrativo completo, levantado sobre un prodigioso trabajo de orfebrerí­a con el lenguaje, una imaginación tan fecunda como su memoria y una ironí­a cervantina llevada a veces al sarcasmo y dulcificada otras con la melancolí­a o la ternura. Esa prodigiosa obra narrativa, que es uno de los mayores tesoros de la literatura española contemporánea, es la que la ha hecho merecedor de figurar, desde hoy en adelante, en compañí­a de Onetti, Borges, Vargas Llosa o Sánchez Ferlosio.

Foros 21.- En rimer lugar felicitarle por la obtención del Premio Cervantes. Aunque, como bien ha dicho usted “los premios no tienen nada que ver con la literatura”, a veces, como en este caso, aciertan ¿Lo esperaba? Juan Marsé.- Lo recibo encantadísimo, con mucha alegría, lógicamente ¿Esperarlo? Estaba entre los finalistas, había tres o cuatro desde hace un par de años. Estoy por decir que casi me estaba acostumbrando a ser finalista; tenía una especie de propensión a pensar que iba a ocurrir otra vez lo mismo, así que me fui tranquilamente a una cita que tenía con el médico. F21.- Algunos medios y críticos literarios están diciendo que su obra encarna la memoria histórica de la posguerra ¿a usted le parece esta calificación adecuada? J. M.- Es una de tantas y no tengo nada en contra. Que sea una memoria de la posguerra, como de otra época, en realidad la literatura consiste en eso. Es decir, un novelista o es memoria o no es nada. Puede ser una memoria estrictamente personal, una memoria que más o menos no rebase los ámbitos familiares, o puede ser memoria de mucha mayor amplitud, que abarque un tiempo, una época, etc. En cualquier caso todas esas historias de mis novelas tienen que ver con mi infancia o mi adolescencia y siempre he pensado y dicho que la infancia y la adolescencia de un escritor son muy importantes en su vida. Entre otras cosas, marcan la personalidad del escritor en cuestión y marcan las líneas maestras de toda su obra. A mí me tocó esa época, mi infancia y adolescencia fue en esa posguerra de los años 40 y por lo tanto está ahí. Ha sido el destino el que ha decidido que haya sido así. Por ello no tengo nada en contra de esa definición de memoria histórica, no en el sentido histórico del historiador o del sociólogo, ni siquiera, y mucho menos, del político, simplemente la memoria de un chaval de un barrio determinado de Barcelona en unos años muy concretos. F21.- ¿Cómo ha cambiado la Barcelona, para bien o para mal, desde esa infancia y adolescencia de la posguerra? J. M.- Ha cambiado decididamente para bien, claro está. Por muchas razones, la primera y más importante es porque el país, España, ha recuperado las libertades democráticas y un sistema que nada tiene que ver con la dictadura franquista que sufrimos durante casi 40 años. Por otro lado, en las trasformaciones estrictamente físicas que sufre una ciudad con el tiempo, Barcelona las ha tenido también como cualquier otra y, desde luego, para bien. Es una ciudad que a mi siempre me ha gustado. Suelo decir que Barcelona es una ciudad muy confortable, se puede decir que es hermosa también, muchas cosas, pero también confortable. En ese sentido se ha abierto más al mar, es una ciudad muy diferente de aquella triste y gris ciudad de los años 40 y 50. F21.- ¿Hoy los protagonistas de “El embrujo de Shanghai” no serían charnegos en Barcelona sino, quizá, inmigrantes magrebíes o hispanos? J. M.- En buenas lógica sí, porque la inmigración sobre todo andaluza y murciana que llegó a Barcelona después de la guerra en realidad ya está asentada, aquí ya hay nietos de aquellos que vinieron. Lo que ahora viene son personas que se buscan la vida y que provienen la mayoría del norte de África, también mucha gente del este del Europa; es distinto, pero la problemática es un poco la misma. El problemas de integrarse en una sociedad para ellos de una lengua extraña. También hay muchísimas personas de América latina y, bien, tienen la ventaja del idioma, pero se enfrentan con los mismo problemas. F21.- Hasta ahora a usted no le han satisfecho completamente las adaptaciones cinematográficas de sus libros ¿A qué cree que se debe? J. M.- Es muy difícil, habría que repasar película por película y novela por novela. En realidad no me he quejado nunca, digamos, de que esas adaptaciones no hayan sido fieles al texto original. Pero desde mi punto de vista lo primero es que la película sea buena y le dé algo al espectador, algo que puede ser distinto a lo que dice la novela pero que tenga algún valor. Luego, que sea fiel o no al texto literario, para mí, eso es irrelevante. He visto buenas películas que no se parecen mucho a la novela de la que parten pero que, de alguna manera, eran fieles a su espíritu. Por ejemplo, las adaptaciones que Buñuel hizo de novelas de Galdós: Nazarín y Tristana. Es el mundo de Buñuel, no es exactamente el mundo del autor; está respetado en la película pero es Buñuel. A mí me gustaría eso. Pero no se ha dado en ningún caso; diría que, incluso, han sido demasiado fieles sin darse cuenta de que lo que es válido para una novela, para un texto, no lo es en imagen, no trasmite lo mismo, ni siquiera los diálogos. F21.- ¿Dónde estaría actualmente el “Pijoaparte”? J. M.- Creo que no le habrá ido muy bien, se habrá casado y separado varias veces, no lo sé… F21.- Usted fue excluido, junto con otros escritores de la talla de Juan Goytisolo o Eduardo Mendoza, de la representación catalana a la Feria de Francfort, por no escribir en catalán o únicamente en catalán ¿Cómo afronta su identidad desde el punto de vista literario? J. M.- No tengo ninguna de esas obsesiones identitarias que se mueven por ahí y que son realmente una lata. No, yo soy catalán y español, y del mundo, hablo además tres lenguas. Escribo en castellano por razones que he explicado millones de veces y que me da ya hasta pereza repetir, y es que en la época en que iba al colegio no se enseñaba el catalán, etc. No vale la pena insistir en ello, no me preocupa ni me ha preocupado en absoluto que me sitúen en la lengua de aquí o de allá. Escribo en la lengua que me da la gana, soy libre de escoger y eso es lo que hago. F21.- Algunos dicen que en su obra late una denuncia a una izquierda impostora, que aparentemente se presenta como muy revolucionaria y progresista, pero que es más conservadora y burguesa que nada. J. M.- Eso es un planteamiento un poco precipitado y apresurado por parte de no sé de quién, no es así. En todo caso eso proviene de un determinado aspecto de mi novela “Últimas tardes con Teresa” en la que hay un pequeño rapapolvo a la universidad del año 57 en Barcelona, a algún tipo de universitarios politizados. Era una historia que convenía a la historia que estaba escribiendo en aquel momento y que además sí reflejaba una universidad muy cerrada, muy burguesa, no es como hoy. Por otra parte, consta el despertar de una rebeldía estudiantil con respecto al régimen, pero aplicar ese criterio a mi obra me parece a todo punto una exageración. No escribo novelas planteando la cuestión de la derecha o de la izquierda, me tienen sin cuidado desde el punto de vista de la literatura. Desde el punto de vista personal tengo mis ideas políticas, por supuesto, pero no tengo por qué verterlas en mis textos y novelas. No escribo novelas para expresar mis ideas políticas, sociológicas o religiosas, de ninguna manera, escribo por otras razones. F21.- Es casi una ley del mercado que ahora con el premio Cervantes mucha gente se va a acercar a leer y releer su obra. Sé que le pongo en un compromiso, pero ¿cuál recomendaría o por cual recomendaría empezar? J. M.- La verdad es que sin conocer a la persona en cuestión soy incapaz de recomendar, lo único que puedo decir son mis preferencias personales, algo que no significa gran cosa o no sé si ayude en algo. Aconsejaría empezar por “Últimas tardes con Teresa” y seguir. F21.- ¿Es verdad que se va a gastar el premio en vino en mujeres? J. M.- Qué más quisiera yo…

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