“Millás es uno de los escritores con más verdad por centímetro cuadrado de página”. Estas palabras de Antonio Iturbe definen la obra de un autor que imagina historias rocambolescas, absolutamente irreales, pero en las que hay contenida más realidad que en las frías descripciones.
Esta, la poderosa carga de realidad de sus historias imposibles, es una de las claves de la conexión de Millás con sus lectores.
Estamos ante una de las voces más peculiares y poderosas de nuestra literatura, que se despliega abarcando múltiples ámbitos.
En novelas como “La soledad era esto”, “Cuerpo y prótesis”, “El mundo” o “Lo que sé de los hombrecillos”, que le han valido algunos de los más prestigiosos premios literarios, desde el Nadal y el Planeta al Nacional de Narrativa.
En relatos cortos que Millás reivindica como gran literatura, en la tradición de los mejores cuentistas o de un Kafka que sabe contarlo todo en las pocas páginas que ocupa “La metamorfosis”.
En artículos y reportajes en diferentes periódicos respaldados por una legión de seguidores, que esperan las columnas de Millás, esas que saben ver en una fotografía lo que nadie ve o nos presentan el misterio que habita en las cosas más cotidianas y domésticas.
Hasta el punto de haber creado un nuevo género, el “articuento”, algo que es al mismo tiempo un artículo y un cuento, pequeñas historias que Millás define como “crónicas del surrealismo cotidiano dosificadas en perlas”.
Para Millás “la realidad es un delirio consensuado”. El mundo en que vivimos es delirante, pero lo hemos aceptado y acatado, de forma que a ese delirio lo llamamos normalidad. Millás nos sacude, con historias que le desconciertan a él como escritor y desconciertan al lector.
Ofreciéndonos una mirada diferente, donde todo sucede en los límites, en los márgenes, en los bordes. Esos que son habitualmente despreciados y en los que habitan personajes olvidados.
La obra de Millás tiene pasado -publicó su primera novela en 1975- pero sobre todo presente. Acaba de recibir el Premi de les Lletres de la Generalitat Valenciana. Sus dos libros con Arsuaga son éxitos de crítica y ventas. Mario Gas lleva al teatro su obra “Miércoles que parecen jueves”, Félix Viscarret ha adaptado al cine “Desde las sombras”, y el año que viene se estrenará la versión cinematográfica de “Que nadie duerma”.
.
“Desde la sombra” / “No mires a los ojos”
Como en todas sus obras, en esta entrevista Juan José Millás da varias vueltas de tuerca a la realidad, obligándonos a mirarla desde nuevas perspectivas, donde descubrimos cosas que nos ocultábamos
Entrevistamos a Juan José Millás pocos días después de recibir el Premi de les Lletres, concedido por la Generalitat Valenciana. Y cuando una de sus obras, “Desde la sombra”, ha sido adaptada a la gran pantalla, bajo el título de “No mires a los ojos”, con dirección de Félix Viscarret y un reparto que incluye a Paco León, Leonor Watling o Juan Diego Botto.
.
En “Desde la sombra” cruzas elementos simbólicos que atraen mucho al tiempo que son inquietantes, como el armario, la puerta a otro mundo. ¿Jugaste con ellos o te fuiste encontrando con esos símbolos?
Yo no planifico las novelas al modo de un arquitecto, que conoce los elementos que va a utilizar. Yo parto de una idea que me obsesiona, y sé que si eso ocurre es porque ahí hay algún significado importante para mí. A partir de esa idea voy construyendo el edificio. Eso implica dar muchos pasos hacia atrás porque me equivoco al avanzar. Pero ese es mi modo de trabajar. Yo nunca sé que va a pasar en la página o en el capítulo siguiente o cómo va a terminar la historia.
Yo no reivindico mi método como el mejor o el único, pero me da la impresión de que muchos autores de best sellers antes de comenzar el libro tienen un esquema donde saben qué va a pasar. Esto es muy ventajoso desde algún punto de vista, el de la productividad para entendernos, pero me parece primero aburrido, porque el camino como dice Machado se hace al andar, cuando ya lo conoces pierde interés.
Y segundo porque cuando me pongo a escribir resulta que una palabra por una cuestión de ejercicio asociativo, que es en lo que consiste escribir, asociar ideas muy alejadas entre sí, te dices esto no estaba en mi plan pero es mejor.
Si ya parto de la idea de un hombre que no ha descubierto su lugar en la vida, y que lo encuentra cuando se mete en un armario, inevitablemente las demás cuestiones de orden simbólico que has citado van a ir apareciendo.
Toda historia tiene una lógica interna, lo que tiene que hacer el escritor es atender a esa lógica que él mismo va generando. Es muy misterioso pero es así. Lo podemos comparar con el chiste, que tiene dos partes, la primera es cuando el oyente se pregunta a dónde va esto, la segunda es la solución. Ahora bien, la segunda parte del chiste está contenida en la primera, pero estaba oculta. Lo que nos hace gracia es pensar cómo no se nos había ocurrido esto a nosotros. La segunda parte de una historia está oculta siempre en la primera, uno va avanzando a base de desconcierto y esclarecimiento, provocas un desconcierto y luego hallas una solución. Escribir es una actividad en la que la aventura está muy presente.
Lo fantástico no envejece, porque atañe a cuestiones fundamentales del ser humano
Cuando volví a leer la novela tenía la sensación de que la escribiste después de la pandemia. Tiene conexión con una serie de formas de ver la realidad que se han adaptado en las nuevas tecnologías, como trabajar con varias realidades y varias pantallas al mismo tiempo, donde cada una de ellas tiene sus propias leyes y tienes que adaptarte a ellas. Ese es uno de los elementos estructurales de la historia, donde no sabes si él es el dueño de esos universos o es una víctima. ¿Crees que en eso radica parte de la fuerza para que guste mucho en el 2022?
La novela se publica en 2016. Que una novela hubiera envejecido en seis años no diría mucho de ella. Lo que pasa es que estamos acostumbrados a que las cosas envejezcan muy deprisa. Esta es una novela en gran medida de carácter fantástico. Y creo que lo fantástico no envejece, porque atañe a cuestiones fundamentales del ser humano. Sin embargo, textos que están muy pegados a la realidad envejecen. Los cuentos de la tradición oral que seguimos contando a nuestros hijos aluden a cuestiones que no cambian en milenios, todas esas cuestiones de carácter simbólico que has citado. A mí me gusta ese tipo de literatura.
Es verdad que después de la pandemia la gente se ha identificado con que este sujeto viviera enclaustrado en un armario, evocaba nuestro enclaustramiento. Pero si no hubiera habido pandemia sucedería lo mismo.
En una entrevista hablaste de fotografía donde te llamaba más la atención el marco de una ventana que lo que se observaba a través de ella. Cómo los detalles importantes están en los márgenes. La novela y la película juegan con lo que el capitalismo hace con la gente, expulsando a unos o declarando invisibles a otros.
Sin duda este hombre es una víctima de un modelo social que favorece a muy poca gente. Es una víctima él, y la familia del piso en el que se ha instalado para observarla como un mirón. Este modo de reacción económica en el que estamos instalados dura desde el principio de los tiempos, solo que ahora está adquiriendo un carácter exagerado, esto que llamamos el neoliberalismo, el capitalismo llevado a extremos brutales. Hasta el punto de que ser un trabajador por cuenta ajena hoy es casi ser un esclavo. Para ir a sociedades que hayan vivido momentos de justicia social, de reparto equitativo de la riqueza, hay que ir a lugares muy concretos.
El capitalismo ya no es que sea una forma de Estado, es una atmósfera, vivimos ahí desde hace cientos de años, van cambiando las formas pero la sustancia es la misma.
El capitalismo ya no es que sea una forma de Estado, es una atmósfera, vivimos ahí
La realidad supera cualquier cosa que te puedas inventar, que es algo que funciona muy bien en la novela y se ha trasladado de forma extraordinaria a la película.
Suelo decir que la realidad es un delirio consensuado. Si te pones a pensar en la realidad en la que vivimos es delirante. En Japón salió hace no mucho tiempo la noticia de una persona que vivía en un armario, pero es que ahora se están construyendo armarios para vivir. La moda empezó en Japón, pero en España hay un capitalista avezado que está construyendo una especie de habitáculos que son cuatro o cinco veces un ataúd, y que además cuestan un alquiler serio al mes. La gente está optando por ellos como forma de vida porque no tiene acceso a una vivienda digna. Si lo cuentas en una novela parece exagerado pero está ocurriendo.
En la novela es apasionante la evolución de la psique del personaje. ¿Cómo consigues meterte en su cabeza?
Ese proceso es en gran medida inconsciente, por eso escribir tiene tanto de misterioso Yo nunca se dónde voy, me identifico con los personajes, me pongo en su piel. Los seres humanos no somos tan distintos, de manera que si tú te analizas a fondo estás analizando también a tu vecino. El autoanálisis es como si se descubriera una medicina que tomara yo y te hiciera efecto a ti también. Esto es lo que hace la literatura, mi libro me ha venido muy bien a mí, he aprendido mucho de mí mismo y de los demás, pero al final es una medicina que funciona también para los lectores. Por eso digo muchas veces que la escritura debería ser un servicio público.
Hablas de que te gusta construir la novela metiéndote en el tema desde las primeras páginas, y lo contrapones con aquellas novelas que tardan mucho tiempo en entrar en el meollo.
Es una cuestión de economía narrativa. Mantengo que lo que se puede escribir en cinco líneas no se debe escribir en diez. Esto lo cuido muchísimo, y como soy autor también de textos periodísticos ahí he tenido un aprendizaje que no tiene precio. En el artículo periodístico si no coges al lector por el cuello en las primeras líneas se te va.
Esto sucede mucho en la novela norteamericana, que nace con el periodismo, Mark Twain dirigió un periódico. En las primeras páginas ya ha entrado en cuestión. Sin embargo te encuentras a novelistas europeos de los que has leído cinco páginas y dices esto no ha empezado. Hay novelas que empiezan en la página veinte.
Adoro sobre todas las cosas la economía narrativa. Soy maniático de esto porque soy muy lector del género corto. Hay una historia de la literatura por hacer que es la del género digamos de medio aliento. Pero es complicado porque incluso los preceptistas literarios consideran que una literatura nacional no ha alcanzado su madurez hasta que no tiene entre su catálogo una novela gorda en número de páginas. Desde esta idea Borges, Rulfo o Kafka no serían escritores interesantes, el Lazarillo de Tormes no sería una novela interesante.
Tengo un artículo, que acaba de salir como prólogo de una edición nueva de La metamorfosis, donde hablo de las novelas mamífero y las novelas insecto, de cómo los mamíferos han estado privilegiados frente a los insectos.
Suelo decir que la realidad es un delirio consensuado
Llevas años creando adictos a la novela corta, o casi a la novela haiku, con las columnas. Porque hay columnas que podrían ser el principio o el esquema de una novela.
Cuando empecé a escribir en los periódicos pensé que había un exceso de columnismo político, que además se repetía. Decidí hacer un tipo de columnismo más pegado a la vida cotidiana, incluso a la vida doméstica, buscando qué de misterioso hay en ello. Pensando que me echarían a los quince días, pero resulta que es un género que funcionó. Y ha tenido cierta fortuna su nombre, articuento, que sería un híbrido entre artículo y cuento, textos que empiezan como un artículo periodístico pero terminan como un cuento, o al revés, y por tanto me desconciertan a mí al escribirlos y desconciertan al lector al leerlos. Ese desconcierto es bueno, porque no hay nada más aburrido que leer un artículo previsible.
He leído que te gusta mucho la película. ¿Qué has sentido al ver en el cine a los personajes de “Desde la sombra”?
El cine es otro universo y otro sistema de significación, pero entre la literatura y cine hay unas relaciones muy intensas y muy antiguas. Hasta el punto de que se habla con frecuencia de cine literario y de literatura cinematográfica.
A mí el cine me gusta muchísimo. En mi generación, que nos hemos pasado la adolescencia metidos en un cine de sesión continua, todos hemos soñado en algún momento con hacer cine.
En este caso tuve la suerte de leer el guion, Me gustó porque habían podado la novela en aquello que se podía podar sin que su estructura sufriera. Y habían sido muy económicos desde el punto de vista narrativo, porque el guion de una película se parece más a un cuento que a una novela.
La película me parece estupenda. Es raro que el autor de una novela diga esto de una película basada en su obra. Pero el trabajo que ha hecho Félix Viscarret [director y guionista] y los actores es luminoso. Era muy difícil hacer una película que transcurre dentro de una casa, sin salir de ella. Podría resultar asfixiante, una película oscura, y sin embargo es muy abierta y luminosa.
Busco lo que hay de misterioso en la vida cotidiana
Acabo con las felicitaciones por el Premi de las Lletres, que acaba de concederte la Generalitat Valenciana. ¿Qué significa para ti?
Me ha gustado mucho porque es casi un premio irreal en la medida en que para mí Valencia es un espacio mítico. Yo salí de Valencia a los seis años y aquello constituyó una ruptura enorme, de manera que mi vida se divide entre antes y después de Valencia. Para mí Valencia era el espacio de la libertad, del mar. Y Valencia en mi memoria se constituyó como una especie de paraíso perdido. Y no ha perdido esa categoría
De manera que fue como si me llamaran de un lugar fantástico, que solo existe en mi imaginación y me dijeran hemos decidido darte el premio de las letras. Es una categoría nueva, un premio que viene de un lugar mítico en gran parte construido por mi imaginación.
Juan Carlos Arauz dice:
Viivo en un pais donde la realidad frecuentemente supera la mejor de las ficciones (v.g. Castillo diciendo que no se acuerda que se declaro dicador por cinco segundos jjjj) en fin, pero Millas me fascina y me ha cambiado como en su tiempo Cortazar y luego Garcia Marquez.
Marita Silva Rodriguez dice:
Te he leído durante años, ahora tras el ictus y tragedias no podría hacerlo. Siento predilección por el realismo .En La Metamorfosis todo es real: padre, madre, la sirvienta… y la cucaracha Samsa no deja de ser una persona. Sigo leyéndote.