“Que pena, con toda esta polémica no se está hablando de la victoria deportiva del mundial”. Expresiones así no dejan de repetirse en las últimas semanas, tras la fuerte reacción pública ante el antibeso de Luis Rubiales a Jenni Hermoso.
Es posible que esas posiciones sean bienintencionadas, pero buscan que se vuelva a fijar la atención en lo estrictamente futbolístico, como si todo lo que ha acontecido después le quitara lustro. Como si el “movimiento #SeAcabó”, de hondo calado social fuera a desmerecer el enorme triunfo que supone que la Selección Femenina haya ganado una Copa del Mundo.
No, no es así. La agresión de Rubiales a Hermoso fue lamentable. Pero la reacción de la mayoría social española, señalando y no tolerando lo que hasta ahora se había normalizado, es luminosa, profundamente transformadora.
Las jugadoras de la selección han ganado dos mundiales consecutivos, han logrado dos gigantescos triunfos de resonancia internacional. Uno, el deportivo: ni más ni menos que un mundial. Otro: un golpe contundente al machismo en España, de hondo calado y con repercusión global
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Historia para el deporte, historia para las mujeres.
La victoria de un mundial de fútbol siempre es un acontecimiento social de primera magnitud, siendo el deporte más visto nacional e internacionalmente. Pero esta vez, ha sido la selección femenina quien ha levantado el trofeo dorado de la Copa Mundial, las jóvenes que según Josep Borrell, alto representante de la UE, “están aprendiendo a jugar tan bien como los hombres”.
El fútbol femenino -indisolublemente unido a la lucha por la igualdad- ha conseguido un éxito en sí mismo al llegar a la final del mundial. No solo por la calidad futbolística y excelente nivel de juego, valorado por los y las especialistas, además el partido España – Inglaterra tuvo una audiencia de 5,6 millones de espectadores y una cuota de pantalla del 65,7%. Deportistas de reconocida trayectoria, las fuerzas de izquierdas y la mayoría social progresista, celebraban la victoria de la selección como una conquista deportiva para las mujeres y por la igualdad.
No hay ninguna mancha tapando el sol, lo que ha sucedido después fue la segunda victoria
Un triunfo que revaloriza y ensalza la lucha contra el machismo en la sociedad, y hace mucho más meritorio el triunfo de la estrella del mundial, conociendo bajo qué condiciones se ha dado. La lucha feminista, ha conseguido que socialmente se señale y se denuncien conductas de abuso de poder y sexual, que hasta hace no mucho estaban ocultas y normalizadas.
Fue en la redes sociales donde los espectadores del partido comenzaron a reaccionar contra el antibeso de los saludos finales. Fue la gente que lo estaba viendo desde los distintos puntos del país y el mundo quienes prendieron la mecha. Ahora, no es un “cara a cara” de Jenni contra Rubiales. Es todo un amplio colectivo y marea popular contra una estructura machista en el fútbol español, con una cabeza visible pero asentada en una perfecta red clientelar de miembros dirigentes de la Federación. Que ya ha provocado una ola de dimisiones: Rafa del Amo, presidente del Comité Nacional de Fútbol Femenino o Salvador Gumar y José Ángel Peláez, ambos miembros de la Junta Directiva de la RFEF, entre muchas otras.
“Es la punta del iceberg pública de lo que veíamos en privado”
Como afirmó Verónica Boquete, que capitaneó a España en su primer Mundial en 2015. Quien lideró un movimiento en la selección femenina para destituir al entonces seleccionador Ignacio Quereda, que finalmente lo hizo a regañadientes, al que todas las jugadoras acusaban de practicar una cultura de acoso. De lo que también existen pruebas gráficas e indiscutibles en el documental “Rompiendo el silencio”. En 2022, ya con la sustitución de Vilda, quince jugadoras de la selección, entre ellas veteranas como Mapi León, Patri Guijarro o Sandra Paños, trasladaron su renuncia con un comunicado donde afirmaban que debido a la situación generada, solicitaban no ser convocadas hasta que la situación se revirtiese.
Días después del mundial 80 jugadoras, incluyendo las 23 ganadoras que llegaron a Sidney y encabezado por la firma de Jenni Hermoso, lanzaban un tajante comunicado renunciando a jugar en la selección, exigiendo cambios reales, tanto deportivos como estructurales y esperando “respuestas contundentes de los poderes públicos para que no queden impunes acciones como las contenidas”.
Sea cual sea la resolución legal del caso, ya es una victoria feminista.
Un punto de inflexión, que supone un antes y un después, en que las jugadoras están dando la batalla hasta el final, declarándose en huelga para que se reconozcan los mismos derechos y condiciones. El movimiento #SeAcabó, que ha recorrido el mundo, no tiene vuelta a atrás. El machismo, sus estructuras y conductas seguirán existiendo, pero la correlación ha cambiado. Se enfrentan a un rechazo colectivo, el velo de la normalización se ha rasgado y ya no se puede volver a unir con las viejas costuras, ya nada volverá a ser igual. Es tan fuerte el clima de opinión social generado que desde Podemos al PP –sincera o forzadamente- han tenido que posicionarse en defensa de las jugadoras, señalando a Luis Rubiales. Sus defensores tanto en la extrema derecha, y medios de comunicación, con el ejemplo del viral clip de Manu Sánchez en el telediario, realizado meses antes, han quedado totalmente en evidencia y son blanco de incesantes críticas.
Se ha generado una marea popular contra una estructura machista en el fútbol español
Jenni somos todas y todas somos Jenni.
Los lazos que tejió el movimiento Me Too en todo el mundo ya son indestructibles. “Contigo Jenni” es el sentir general de sus compañeras de selección y oficio, a nivel internacional y de las concentraciones de las recientes semanas, en diferentes puntos del país.
Una ola de empatía y sororidad, que ha detonado al mismo tiempo un torrente de miles de testimonios de mujeres que han sufrido acoso o abusos sexuales en su ámbito de trabajo, que no han denunciado. Y que tienen en común mucho más allá de la experiencia personal. Hay siempre un hilo conductor entre los acontecimientos, la misma estructura: invalidar el discurso de la mujer, justificar el abuso, o agresión, y a su ejecutor y convertir a la agredida en responsable. “Incluso cuando las pruebas son irrefutables, no se cree a la mujer”, critica en el artículo Laura Bates, creadora del proyecto Everyday Sexism Project, en la BBC.
¡Ni acto espontáneo, ni hecho aislado!. Como Pandora en la leyenda, Jenni ha abierto la caja, dejando al descubierto uno de “los males del mundo”. Toda una red tejida de estructuras machistas que deciden el destino de miles de mujeres deportistas, con un plantel dirigido íntegramente por hombres, sin ninguna representación femenina.
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Una ola de sororidad… en España y en el mundo
Sarina Wiegman, la reconocidísima mundialmente seleccionadora neerlandesa del equipo rival en la final, dedicó su premio como Mejor Entrenadora a las jugadoras españolas: “este equipo debe ser escuchado y debe ser celebrado”.
La histórica futbolista estadounidense, Megan Rapinoe, ganadora del Balón de Oro en el año 2019, criticó duramente al presidente de la Federación.
Hemos visto a Tabea Kemme, exfutbolista alemana, comentarista en Sky Sport, con la camiseta de Jenni Hermoso.
También los hombres. Las denuncias de varios jugadores del Betis, como Héctor Bellerín o la dimisión de la selección de Borja Iglesias, jugador del Betis, en solidaridad con sus compañeras, o sus archirivales del Sevilla saliendo al campo con camisetas con el lema #SeAcabó
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