Chile lucha contra la impunidad

Jefe de la DINA suma 300 años en condenas.

La Caravana de la Muerte es el nombre que recibió un escuadrón del Ejército de Chile que recorrió el paí­s en octubre de 1973, tras el golpe militar de Augusto Pinochet, asesinando a más de 120 opositores al régimen.

El general retirado Manuel Contreras, quien fue jefe de la olicí­a secreta durante la última dictadura en Chile, sumó hoy una nueva condena por violaciones de derechos humanos y acumula penas por más de 300 años de reclusión.La segunda sala penal de la Corte Suprema de Chile condenó a Contreras a siete años de prisión efectiva por el secuestro calificado del ejecutivo minero y militante comunista David Silberman, ocurrido en 1974. Idéntica pena recayó sobre Marcelo Moren, en tanto fueron absueltos Carlos Labarca y Marcos Derpich. Los tres fueron agentes de la Dirección de Inteligencia Nacional (Dina), la hoy disuelta policí­a secreta de la dictadura, que comandaba Contreras. Contreras permanece recluido en el penal militar Punta Peuco, donde cumple condenas acumuladas por más de 300 años por violaciones de derechos humanos.Mientras tanto, tres oficiales del ejército de Chile actualmente en retiro fueron arrestados ayer, acusados de ser cómplices y encubridores de 14 asesinatos cometidos durante la llamada Caravana de la Muerte, un operativo efectuado en 1973 contra opositores a la dictadura de Augusto Pinochet. El general Gonzalo Santelices, el mayor Patricio Ferrer y el teniente Pablo Martí­nez fueron notificados y detenidos en cuarteles de la policí­a militar en la precordillera de Santiago.Para el juez Ví­ctor Montiglio, los tres oficiales integraron la Caravana de la Muerte en el operativo militar efectuado el 18 de octubre en la ciudad de Antofagasta, 1360 kilómetros al norte de Santiago. La Caravana de la Muerte, que estuvo bajo el mando del general Sergio Arellano, ejecutó sin juicio a más de 70 presos polí­ticos en distintas ciudades de Chile. En febrero, el general Santelices renunció a su cargo de jefe de la guarnición metropolitana del ejército, en medio de una áspera polémica, porque el militar siempre dijo que no cumplió órdenes ilegales y que en 1973 era un oficial sin poder de decisión.Mientras era subteniente en 1974, Santelices habí­a trasladado a detenidos desde una cárcel de Antofagasta hasta la Pampa, donde los presos fueron ejecutados. Fue la presidenta Michelle Bachelet, en su calidad de ministra de Defensa en 2003, quien aprobó el ascenso de Santelices a general.Santelices logró permanecer en el ejército hasta febrero de 2008, cuando se conoció su participación como cómplice en dicho caso. Inclusive llegó a ser comandante de la guarnición del ejército de la región metropolitana, una de las unidades con mayor poder de fuego en el paí­s.El abogado querellante Hiram Villagra afirmó que en el proceso «se logró establecer» la presencia de Santelices en Antofagasta. Durante la dictadura, unos 3000 chilenos fueron desaparecidos o ejecutados por organismos represivos del Estado.La Caravana de la Muerte es el nombre que recibió un escuadrón del Ejército de Chile que recorrió el paí­s en octubre de 1973, tras el golpe militar de Augusto Pinochet, asesinando a más de 120 opositores al régimen. Sus objetivos inmediatos fueron los miembros del Partido Socialista de Chile, aún cuando también ejecutaron a militantes del MIR, del Partido Comunista de Chile y a ciudadanos sin ninguna vinculación polí­tica.El grupo viajaba de prisión en prisión en un Helicóptero, ejecutando a prisioneros polí­ticos con armas pequeñas y armas cortantes. Las ví­ctimas eran luego enterradas en tumbas sin marcar. Sin embargo, en el norte de Chile, los asesinatos se hicieron más cruentos, pues se dio paso a fusilamientos masivos y ocultamiento de cuerpos en el desierto.Una de las matanzas más sangrientas de la Caravana de la Muerte fue la que tuvo lugar en Calama. Allí­, 26 prisioneros fueron elegidos al azar, de una larga lista de detenidos, y llevados a las inmediaciones de la ciudad. Tras flagelarlos, la comitiva militar procedió a fusilarlos y a enterrarlos en una fosa clandestina con el objeto de hacerlos desaparecer.

Deja una respuesta