Jatamí­ presenta su candidatura en Irán:

Jatamí­ frente a Ahmadineyad

Los objetivos de la Casa Blanca respecto a Irán, pasan por romper con años de antagonismo entre los dos paí­ses, y restablecer las relaciones rotas hace 30 años tras la revolución iraní­. Su administración está buscando la forma de ganarse a Teherán, objetivo especialmente importante para la resolución de las dos guerras abiertas que mantienen los EEUU en la zona: Afganistán e Irak. Conseguir la cooperación de Irán en ambos conflictos aligerarí­a la carga, pero para ello el Pentágono impone la condición de detener el programa nuclear de Irán, un escollo difí­cil de sortear.

La administración Bush llevó al extremo el conflicto con Teherán incluyéndolo en el llamado “eje del mal” y exacerbando el sentimiento nacional iraní. El actual residente, el conservador Ahmadineyad, ha sabido rentabilizar la provocación norteamericana y transformar en una cuestión de dignidad nacional el programa nuclear.En esta semana, Obama designó al que será su enviado especial en la zona, Dennis Ross. Éste es partidario de que el acercamiento inicial a Irán se haga por “un canal trasero, directo pero secreto.” En un artículo publicado el pasado mes de diciembre y titulado: “Hablar duro con Teherán” manifestó que la política de Washington, más que pasar por la ONU, debía conseguir un amplio frente que incluya a europeos, japoneses, árabes y chinos. Y propugna un trato de “palo y zanahoria”, consistente en “golpear duro la economía de Irán” para hacer retroceder a los mullahs, al tiempo que se ofrecen beneficios políticos, económicos y de seguridad a Teherán –la zanahoria-, a condición de que cambie su comportamiento no sólo en lo que se refiere al programa nuclear, sino también sobre su apoyo a los grupos militantes de la región que EEUU considera terroristas.Qué duda cabe que los EEUU verían mucho más despejado el camino con un triunfo de Jatamí. Porque los iraníes se enfrentarán el próximo 12 de junio a la posibilidad de elegir entre el más liberal y el más conservador de los presidentes que han tenido desde la revolución de 1979. Jatamí es la única opción que puede hoy aglutinar a los reformistas en Irán y constituye el mayor desafío a un segundo mandato de Mahmud Ahmadineyad.Aunque Jatamí, ha dejado clara su fidelidad a la Constitución y al líder supremo –el ayatolá Ali Jamenei, que tiene la última palabra en todas las decisiones de Estado– las diferencias entre las dos opciones son sustanciales. Durante su mandato dio aire a la sociedad civil y estableció una relación más distendida con los EEUU y sus aliados, aceptando la suspensión temporal del enriquecimiento de uranio a cambio de incentivos que no llegaron a hacerse efectivos. Por el contrario con Ahmadineyad han vuelto las campañas de moralidad, la censura y el aislamiento internacional, reanudando el enriquecimiento de uranio, transformado en un asunto de independencia nacional.Los potenciales votantes del reformista Jatamí son iraníes con estudios y urbanos, mujeres y jóvenes –dos tercios de la población tienen entre 15 y 30 años-, pero Jatamí tendrá que superar la desilusión por haberse plegado a la presión de los poderes conservadores. Sus primeros cuatro años de gestión con el poder en contra, se tradujeron en el encarcelamiento de varios de sus ministros, el cierre de numerosos periódicos que le apoyaban y una brutal represión policial de las protestas estudiantiles por esos sucesos. Aunque dio pasos efectivos en los objetivos de fomentar la apertura de la sociedad civil y el acercamiento hacia EEUU y sus aliados.Ahmadineyad, que cuenta a su favor con el aparato de Estado –sistema judicial, ejército y policía y radiotelevisión-, es popular en las pequeñas ciudades de provincias y entre la legión de veteranos, viudas y huérfanos de los mártires que viven de las subvenciones; y muchos admiran que haya plantado cara a las potencias extranjeras. El pasado 3 de febrero, el gobierno iraní anunció el lanzamiento con éxito del primer satélite de fabricación propia, el Omid (Esperanza), un aparato dedicado a las telecomunicaciones y la investigación. La entrada en escena de Jatamí, cuya principal baza estará en movilizar la participación en las elecciones, se da en unas circunstancias en las que los EEUU de Obama, han tendido la mano hacia Irán con la oferta de establecer negociaciones directas, si Teherán se muestra dispuesto a detener su programa nuclear. Y aunque cualquier cambio en la relación entre los dos países dependerá del líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei –que apoya a Ahmadineyad-, una victoria reformista incidiría de forma decisiva.La Casa Blanca estará pendiente de potenciar el cambio de color que despejaría parte de sus escollos en la zona. Aunque por el momento las perspectivas no son muy halagüeñas.

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