La Unidad de Farmacia del hospital granadino se ha propuesto elaborar fórmulas adaptadas al paciente, en este caso niños que no pasan el mal trago de deglutir pastillas y que toman la composición, proporción y cantidad de principios según su peso.
A las enfermeras se les facilita el trabajo y, de hecho, esta en marcha ya un royecto, en colaboración con las enfermeras de enlace, para que los niños enfermos puedan disponer de este tipo de medicación en su casa. Por si fuera poco, durante 2008, la aplicación de medidas como la elaboración propia de preparados farmacéuticos supuso un ahorro de un millón de euros.Además de poner freno al despilfarro de los recursos públicos connatural a la compra masiva de medicamentos a las farmacéuticas y casas de insumos hospitalarios, la medida encierra, si se quiere ver, un potencial de autonomía farmacéutica sobre los grandes monopolios que hegemonizan el mercado español. Primero porque a pesar de que los grandes centros hospitalarios, y toda la red asistencial, padece de la dependencia de los grandes laboratorios, es posible ir ocupando nichos que no les interesan. Y la pediatría es un terreno “no suficientemente rentable” para las multinacionales farmacéuticas: los niños reciben medicamentos creados para adultos pero en dosis más pequeñas. En más de la mitad de los casos a los niños se les dan medicamentos que no han sido ni probados en niños. Esto ha llevado a la UE a incentivar a los laboratorios para que desarrollen fármacos pediátricos a cambio de prolongar la protección de su patente seis meses más allá de los ocho años actuales. Cuando, siguiendo la estela de países emergentes, se puede pensar en una red de laboratorios públicos asociados a los complejos hospitalarios, que fabriquen genéricos, como se hizo en Argentina, hasta 60 veces más baratos, capaz de abastecer a todo el sistema de salud y de ahorrar una de las facturas farmacéuticas más abultadas de la UE.