Italia, elecciones del 25 de septiembre

Italia: A cara o cruz

El 25 de septiembre se celebran en Italia unas elecciones generales que tienen a Europa, y a todo el mundo, en vilo. Uno de los grandes países de Europa occidental y de la OTAN puede llegar a tener un primer ministro de extrema derecha y con simpatías hacia el Kremlin.

La posibilidad de que, por primera vez desde la segunda guerra mundial, uno de los grandes países de Europa occidental tenga a la cabeza del gobierno a un primer ministro de extrema derecha (que además no oculta sus simpatías y buenas relaciones con Putin) amenaza con provocar una crisis en Europa de consecuencias incalculables. Aunque fuese un gobierno inestable y de corta duración (en Italia ha habido 70 gobiernos distintos en los últimos 75 años), el simple precedente sería terrorífico para la UE.

Las elecciones del 25 de septiembre son consecuencia de la inesperada caída del “intocable” Mario Draghi, tras una clásica encerrona a la italiana, que nadie es aún muy capaz de explicar. Draghi, que contaba con el apoyo de EEUU, de la UE y de los principales grupos económicos y de poder de Italia, el respaldo de la izquierda y el centro y la aquiescencencia de la derecha, se vio envuelto en una pugna (con Ucrania y los fondos europeos al fondo) con uno de los sectores del Movimiento 5 Estrellas (ya dividido en dos). A la vista de esa grieta en los apoyos a Draghi, la derecha vio la oportunidad de derribarlo, en unos momentos en que las encuestas les favorecían, y entró en tromba en escena, llevándose por delante al hombre que parecía decisivo para llevar el timón de Italia en estos momentos críticos de Europa. Pero su europeísmo, su atlantismo, su compromiso con Ucrania y su decisión de mantener a la clase política lo más alejada posible de los 200.000 millones de euros que Italia va a recibir de los fondos de la UE, nunca gustaron a las llamadas “tres derechas italianas”, que en realidad son tres formas que van desde la derecha extrema de Berlusconi hasta la extrema derecha radical de los Hermanos de Italia.

La dimisión de Draghi, una vez perdida la mayoría en el Senado, no dejó otra opción que la convocatoria de unas nuevas elecciones generales, cuyos resultados son una auténtica incógnita y un quebradero de cabeza para toda Europa.

Lo que dicen las encuestas

Una de las encuestas sobre intención de voto

A día de hoy (cuando faltan solo 20 días para la apertura de las urnas), los sondeos dan efectivamente una mayoría de votos y escaños a “las tres derechas”, que ya han firmado un acuerdo de coalición y un programa común, según el cual ocupará automáticamente el puesto de primer ministro el candidato del partido más votado. En el momento actual, los sondeos dan un 23% de votos a Georgia Meloni y sus Hermanos de Italia (la más extremista de las tres fuerzas), un 13% a la Liga Norte de Matteo Salvini (cuyo paso por el ministerio del Interior, durante el gobierno de coalición de la Liga con el M5E, será difícil de olvidar) y un 8% a Força Italia, de un octogenario Berlusconi. En teoría, el partido de Berlusconi (que acaba de recibir el apoyo público de Manfred Weber, el presidente del PP europeo) sería el “garante” de que dicha coalición no cayera en las posiciones más extremistas que representan sus otros dos socios (abiertamente contrarios a la inmigración, antieuropeístas, racistas, xenófobos, opuestos al aborto y al feminismo, contrarios a los derechos LGTBI, enemigos de los sindicatos y partidarios de un cristianismo rancio), pero no está nada claro cómo un partido en descomposición y socio muy minoritario en la coalición podrá poner freno a unos líderes como la Meloni o Salvini, que se caracterizan por la falta de contención, y que esgrimen abiertamente sus simpatías por el húngaro Orban, por Trump (alguno de ellos ya formó parte de “The Movement”, el conglomerado de partidos de extrema derecha europeos con el que Steve  Bannon, asesor de Trump, intentó el asalto al Parlamento Europeo en las últimas elecciones). Y que no ocultan, tampoco, al igual que el propio Berlusconi, no sólo su amistad con Putin, sino incluso su antipatía hacia Ucrania y su ambigüedad ante la invasión rusa (dando sostén así a un hecho atípico hoy en toda Europa, y es que la mayoría del pueblo italiano “comprende” a Rusia en su actual aventura imperialista).

El triunfo previsible de las “tres derechas” es seguro que va a despertar una sonrisa en el Kremlim.

El triunfo de esta opción en las elecciones del 25 de septiembre, en el país que es la 3ª economía de la UE y una verdadera potencia industrial, comercial y agrícola, sería una brutal “patada en la puerta” para el proyecto europeo, que haría temblar hasta sus cimientos. Y elevaría el riesgo de contagio en otros países de Europa, donde la extrema derecha ya está llamando a las puertas del poder.

¿Qué hay enfrente?

¿Hay fuerzas en Italia capaces de detener o derrotar el asalto de las “tres derechas” al gobierno?  A diferencia de la derecha que no tardó nada en firmar un acuerdo y formar una coalición, en el centro izquierda y la izquierda italiana no han sido capaces ni de firmar un programa común ni de reunirse en una coalición, lo que merma enormemente sus posibilidades electorales. Además con las dos principales fuerzas divididas (el Partido Democrático de Enrico Letta tiene que repartir ahora votos con la fuerza que encabeza Matteo Renzi, Italia viva, que ha creado un nuevo “polo centrista”, distante de la izquierda y la derecha; y lo mismo ocurre en el M5E, con dos candidaturas, una de ellas bajo la batuta del exprimer ministro Conte y la otra del líder histórico Luigi di Magio), la dispersión del voto puede favorecer y mucho las pretensiones de sus adversarios. El sistema electoral italiano, conocido como Rosatellum, es un sistema mixto en el que dos tercios de los escaños son asignados con un método proporcional, es decir, en función del porcentaje de votos que se logra, y un tercio depende de un voto mayoritario con circunscripciones uninominales, al estilo del sistema inglés. Con este procedimiento se premian las alianzas, ya que quien consiga un voto más se llevará el escaño de esa circunscripción y esto es más fácil que ocurra si se acude en coalición que si se va en solitario. De manera que, al renunciar a crear una “gran coalición” contra “las tres derechas”, las fuerzas democráticas y progresistas italianas se han pegado un tiro en el pie.

A cara o cruz

¿Qué puede ocurrir, entonces, el 25 de septiembre?

Giorgia Meloni, de 45 años, líder de Il Fratelli d´Italia, formada en el partido neofascista MSI, y que hizo campaña por Vox en Andalucía, parece tener el camino expedito hacia el palacio Chigi (máxime después de que el PP europeo, contrariando su discurso histórico y la línea impuesta en su día por Ángela Merkel, haya decidido respaldar la coalición de “las tres derechas” y blanquear así a la extrema derecha). Pero, a pesar de su predominio, dicha coalición cuenta, según los sondeos actuales, con un 45% de expectativas de voto, un respaldo importante, pero que no garantiza una mayoría absoluta holgada. Si una figura como Draghi no consiguió una estabilidad duradera, tampoco es previsible que la Italia hiperpolarizada de hoy lo consiga, máxime si un gobierno teñido por el negro de la extrema derecha  tiene que moverse en una UE y con unos EEUU en sus antípodas. Algo que, a su vez, podría cambiar si en las elecciones de medio mandato de noviembre en EEUU dan una victoria clara a los Republicanos y hunden a Biden.

En todo caso, el triunfo previsible de las “tres derechas” es seguro que va a despertar una sonrisa en el Kremlim. Putin intentará jugar con las divisiones en la UE para lograr sus objetivos.

Todo se juega a cara o cruz en Italia el 25 de septiembre.  

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