El gobierno ultrasionista de Netanyahu -el más a la ultraderecha de la historia de Israel, integrado por fuerzas que defienden sin tapujos el exterminio de todos los palestinos- ya ha comenzado a aplicar sobre los 2,1 millones de gazatíes -la mitad de ellos menores de edad- un despiadado y criminal castigo colectivo.
Apenas 36 horas después del estallido de la nueva guerra, los misiles de los aviones y la artillería de Israel han destruido 1210 hogares (parcial y completamente) y varios barrios residenciales, 13 edificios de viviendas particulares y de gran altura, 3 mezquitas -una de ellas alcanzada en pleno rezo- y han dañado 3 escuelas de la ONU y otros 14 refugios de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA), donde se refugiaban niños y otros civiles inocentes. Han atacado hospitales y han bombardeado ambulancias que transportaban heridos.
Los bombardeos de la aviación y la artillería israelí han golpeado incesantemente la Franja. La localidad de Beit Hanoun, en el norte de Gaza, ha quedado prácticamente destruida.
Israel ha bombardeado el campo de refugiados de Jabalia, el mayor de los ocho campamentos de refugiados de la franja de Gaza. Sus proyectiles han impactado contra las casas y contra un mercado
Ya hay 74.000 personas desplazadas internamente, y la lluvia de muerte del Tsahal ya ha asesinado a 436 palestinos de Gaza incluyendo 91 niños y 8 familias enteras. Y hay 2.200 heridos.
No es simplemente una represalia. Son crímenes de guerra, violaciones conscientes y deliberadas de los Tratados de Ginebra, de la legislación internacional sobre población civil en conflictos bélicos. Es terrorismo de Estado.
Alentado por el fanatismo del gobierno Netanyahu, el Ejército de Israel va a continuar la masacre. El principal portavoz del Ejército israelí, Daniel Hagari, ha prometido que continuará “ atacando de esta forma, con esta fuerza, continuamente”. El Tsahal ha ordenado «un asedio total a la Franja de Gaza. No habrá electricidad, ni comida, ni combustible, todo está cerrado».