Israel ataca posiciones iraníes en Siria

Apenas un día después de que Trump decidiera romper el pacto nuclear con Irán, lanzando a Oriente Medio a una mayor desestabilización y poniendo en peligro la paz mundial, los acontecimientos se precipitan en la región más explosiva del planeta. En represalia por la provocación de la Fuerza Al Quds Netanyahu ha lanzado un ataque a gran escala contra objetivos iraníes en Siria. El nuevo ataque pone a la zona al borde del estallido de una conflagración a gran escala.

No han pasado ni 24 horas desde que Trump haya sacado a EEUU del acuerdo nuclear con Irán, y la tensión en Oriente Medio ha escalado a cotas altamente peligrosas.

Las milicias de la Guardia Revolucionaria de Teherán presentes en Siria, comandadas por el general Suleimaní, lanzaron hasta 20 cohetes sobre posiciones israelíes en los Altos del Golán, un territorio sirio ocupado por Tel Aviv desde la Guerra de los Seis Dias (1967) y anexionado más tarde contraviniendo las resoluciones de la ONU. Los proyectiles de la Fuerza Al Quds fueron interceptados por el escudo defensivo antimisiles Cúpula de Hierro y el resto impactó en zonas sitiadas fuera del control israelí sin causar bajas. Pero la provocación de esta fuerza expedicionaria iraní -vinculada a los sectores del régimen de los ayatolás más opuestos al mandato moderado de Rohaní y más proclives a empujar a Irán por la vía del rearme nuclear y de la escalada militar- era todo lo que necesitaba el gobierno de Netanyahu.

Israel ha desatado una masiva operación de represalia contra posiciones iraníes, bases de Hezbolá (la milicia libanesa aliada de Teherán y Damasco) y bases del ejército sirio. Es la ofensiva israelí más amplia de los últimos tiempos y cuya magnitud no tiene precedentes desde el inicio de la guerra en Siria.

La aviación israelí ha atacado hasta 50 posiciones en Siria: centros e instalaciones de los servicios de inteligencia iraníes y de sus aliados, y bases logísticas, como la del recinto de Al Kiswah, al sur de la capital siria. También fue atacado un acuartelamiento situado al norte de Damasco y depósitos de munición de la fuerza Al Quds (Jerusalén, en árabe) sitos en el aeropuerto de Damasco, así como puestos de observación en la zona desmilitarizada de Quneitra, al pie de los Altos del Golán. También ha sido arrasada una base situada al oeste de Homs, en el centro del país, bajo control de la milicia libanesa chií de Hezbolá, y otra en Maadamiyat al Sham, al oeste de Damasco y con presencia de fuerzas iraníes.

Sin embargo, al igual que hace pocas semanas con el ataque norteamericano a Siria, Tel Aviv -y detrás de ellos, Washington- se cuidan muy bien de no rozar a las fuerzas rusas. Poco antes de que Trump hiciera su anuncio de ruptura del JCPOA (el acuerdo nuclear, por sus siglas en inglés), el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, había viajado a Moscú para tratar con el presidente Vladímir Putin sobre el despliegue iraní en Siria. La fuerza aérea rusa desplegada en Siria en apoyo del régimen de Damasco fue alertada por Israel de la operación de represalia, a fin de evitar un enfrentamiento que desencadenara un contraataque de Moscú.

Luego del ataque aéreo israelí, el Ejército sirio lanza ataques de represalia contra posiciones del régimen de Tel Aviv en los ocupados altos del Golán. Desde el estallido del conflicto en Siria en 2011, han sido frecuentes los ataques aéreos y con fuego de artillería de las fuerzas israelíes contra las posiciones del Ejército sirio. El régimen de Tel Aviv ha llevado a cabo al menos 150 bombardeos en Siria desde que comenzara la guerra contra el país árabe. Sin embargo, nunca han alcanzado esta magnitud, y nunca habían enfrentado de forma tan directa a Israel contra Irán. La escalada de tensión entre Tel Aviv y Teherán es extremadamente grave y pone a toda la región al borde de una conflagración de mayor escala.

Y sobre todo, este incidente consigue que avance uno de los primeros objetivos de la Casa Blanca al romper el JCPOA: incidir en la lucha de poder interna dentro del régimen de Teherán. La línea moderada y pactista con Occidente -encabezada por Hassan Rohaní y su ministro de exteriores Yavad Zarif- artífices de la firma en 2015 del JCPOA, se encuentra en crecientes dificultades. Por el contrario los conservadores del ala más dura de los ayatolás, encabezados por el líder supremo Alí Jamenei y por importantes sectores del Ejército -la Guardia Revolucionaria- partidarios de acabar con cualquier compromiso con Occidente, de romper el JCPOA, retomando la carrera nuclear y avanzando en su influencia militar por Oriente Medio, ganan fuerza ante la traición de Washington.

Un viraje de Irán hacia posiciones más agresivas es lo que los halcones de Washington -y los sectores más duros del sionismo- esperan para tener la justificación perfecta de una escalada en la región.

La precaria estabilidad de Oriente Medio y la paz mundial se ven sacudidas por las decisiones de la Casa Blanca. Y también la economía y los bolsillos de todo el planeta. Junto al ataque de represalia de Israel sobre posiciones iraníes, otro efecto inmediato del anuncio de Trump ha sido la brutal subida del precio del petróleo (un 3% en pocas horas), disparando la cotización del Brent a su mayor nivel desde 2014. El anuncio de la vuelta de las medidas económicas contra Irán, el quinto productor mundial de crudo, supone un atraco contra la economía mundial -la más afectada es China- del que por cierto han sacado partida las petroleras de Arabia Saudí y EEUU.

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