SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Irresponsabilidad económica y polí­tica

(…) Acuñaron la argumentación de que con la moneda única no sería posible la divergencia ni en las tasas de inflación ni en el tipo de interés, ni podrían producirse las turbulencias financieras que habían dado al traste con el SME.

De nuevo, la realidad ha dejado en evidencia lo equivocado del pronóstico. Según fueron transcurriendo los años, en la Eurozona se comprobó que, a pesar de contar con la misma política monetaria, el incremento de precios no era homogéneo en los distintos países, con lo que unos, especialmente Alemania, ganaban competitividad y otros, entre los que se encontraba España, la perdían. Los primeros fueron acrecentando progresivamente el superávit de su balanza de pagos y los segundos, el déficit. Tales desequilibrios se cerraron con fuertes flujos de fondos de los países superavitarios que, confiados en la moneda única, se trasladaban a los deficitarios. El proceso sin embargo no podía continuar hasta el infinito. Acabó surgiendo la desconfianza y la huida sin que los países deudores tengan ninguna defensa al no poder devaluar el tipo de cambio ni contar con un banco central que los respalde.

Al tener todos los países la misma moneda, las turbulencias financieras ciertamente no podían darse en los mercados de divisas, pero a todos esos genios de la economía no se les ocurrió pensar que se trasladarían, y ¡cómo!, a los mercados de deuda pública, ocasionando una enorme divergencia en los tipos de interés y haciendo insostenible la situación a medio plazo. En realidad, se han vuelto a repetir los mismos resultados negativos que se dieron con el SME, con la diferencia de que ahora no hay vuelta atrás o esta es infinitamente más difícil y tendría un coste ingente, y de que los efectos perniciosos revisten una mayor gravedad que se incrementa con el tiempo. Han introducido a la economía española en una gran trampa, y generado un daño social enorme. No obstante, nadie parece asumir la responsabilidad de la equivocación. Continúan dando lecciones y hablando en tono magistral. No han perdido un ápice de su credibilidad. Se les sigue considerando doctos.

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